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Macarena después de su divorcio vivió muchos años de tranquilidad hasta que Alvaro llegó a su vida a revolucionarlo todo. De ahí en adelante el amor y el desamor la atrapan viviendo lo que nunca había vivido. Amor, desamor, amistad se conjugan y confunden en esta linda historia.
Salí de la entrevista con dolor de cabeza. Había muchas personas y me sentí por primera vez, nerviosa en una entrevista de trabajo. En la sala estaban el CEO, el gerente de finanzas y otras personas que no recuerdo bien. Por si fuera poco, había dos personas que estaban conectadas remotamente. Eran el gerente de negocios global y el presidente de la compañía desde Estados Unidos. La pantalla era gigante así que eso fue lo que más me hizo sentir intimidada. Salí agotada, pero tranquila.
Había pasado muchas etapas y esta era la última. Era una oportunidad que no podía perderme. Si bien yo en ese momento tenía trabajo, éste estaba muy lejos de mi casa y el horario era extenuante, por lo tanto, me hacía mucha ilusión con esta oportunidad. Era una empresa multinacional reconocida internacionalmente, con gran prestigio. Era una empresa de tecnología por lo que el salario y los beneficios eran buenísimos. Mi vida cambiaría mucho si lograba ese puesto.
Mi nombre es Macarena, tengo treinta y tres años, divorciada, con dos hijos de nueve y seis años respectivamente. El padre de mis hijos es como la mayoría de los padres divorciados; los ve fin de semana por medio y paga pensión alimenticia cuando quiere y lo que quiere, por lo tanto, no puedo contar con su dinero y solamente puedo programarme con el mío.
Vivo sola con ellos, pero mis padres viven muy cerca y me ayudan mucho en su cuidado. Soy administradora de empresas, hablo inglés, francés y portugués. Me encantan los idiomas y me he dedicado a estudiarlos desde joven. Por el hecho de hablar varios idiomas, nunca me faltó trabajo y con buenas condiciones laborales.
No voy a contar mi historia de amor con el padre de mis hijos, porque no tiene nada de interesante. Me casé muy joven, sin mucha experiencia previa y solo duramos casados cinco años. El amor se nos acabó y decidimos ponerle fin a la relación.
Ese fin de semana lo pasé pensando en esa oportunidad laboral y me ponía en actitud positiva, ya que mi amiga Margarita cree mucho en eso de la ley de la atracción y me dice que debo visualizarme haciendo las cosas que quiero, por lo tanto, yo me imaginaba en esa empresa trabajando y feliz.
Ella me dice que debo tener mentalidad positiva y todo lo bueno vendrá a mí. Soy bastante optimista, alegre y veo siempre el lado positivo de las cosas, así que no me costó mucho y me enfoqué todo el fin de semana en ese trabajo.
El martes a eso de las once de la mañana, recibí el llamado telefónico que tanto estaba esperando. Era el mismo CEO para informarme que había sido la elegida, que me iba a llegar un email con toda la información de condiciones, beneficios, etc. y me preguntó cuando era lo antes que podía empezar.
Tal como les había dicho en la entrevista, necesitaba un mes para dar el aviso en el trabajo que tenía en ese entonces, por lo que no hubo ningún problema y quedamos en que me presentaría el 1 de mayo.
Ese mes trascurrió muy rápido, ya que desde que di el aviso hasta que me fui de mi antiguo trabajo, tuve mucho trabajo tratando de dejar todo arreglado y de enseñarle a otra compañera mis tareas. Me hicieron una despedida muy bonita y me sentí querida y valorada.
Mi nuevo trabajo era el trabajo que siempre quise tener, era una empresa multi cultural, por lo que había trabajadores de distintas nacionalidades y así podía practicar todos los días los idiomas que sabía. Empezaba a trabajar a las nueve de la mañana y terminaba a las cinco de la tarde, por lo que me daba tiempo para en las mañanas ir a dejar a mis hijos al colegio y en la tarde llegar a la casa a tiempo para hacer tareas escolares con ellos y para poder disfrutarlos.
Era la asistente ejecutiva del CEO y tenía una oficina privada al lado de la suya. Mi sueldo era muy alto, con muchos beneficios e incluso yo misma tenía una asistente junior que me ayudaba con trabajo administrativo, pues yo tenía que acompañar a mi jefe a muchas reuniones, eventos, viajes y en mi ausencia ella se hacía cargo.
Estuve casi dos años en esa maravillosa dinámica hasta que un día a mi jefe, que tenía setenta años, le dio un accidente cerebro vascular, el cual no tuvo consecuencias fatales, pero lo dejo fuera de combate por mucho tiempo.
Yo, que tenía mi trabajo bajo control, seguí asistiendo sola a eventos en su representación y a muchas reuniones de coordinación. En una de esas muchas reuniones, nos anunciaron que el gerente de negocios global que vivía en Estados Unidos volvía a Chile a tomar el puesto de mi jefe. El sería el nuevo CEO. Era chileno, pero residía en USA desde hace muchos años.
Me puse en contacto con él inmediatamente, tuvimos videollamadas para coordinar su traslado a Chile. Volvía solo y su familia al año siguiente, pues sus hijos estaban en el colegio y no era fácil trasladarse de regreso. Alvaro, mi nuevo jefe era muy amable y nos llevamos muy bien. Tuvimos muchas reuniones de coordinación y me tuve que encargar de buscarle departamento y tener todo listo para su llegada.
Llegó a Chile a mediados de julio y ahí estaba yo y mi asistente, en el aeropuerto esperándolo como si fuéramos una comitiva esperando a un diplomático. Cuando salió y lo reconocí me sorprendí, pues era muy alto. Yo siempre lo veía sentado en su escritorio cuando teníamos videollamadas y no me lo imaginé tan alto. Tenía un cuerpo atlético, se podía ver, bueno yo lo intuía porque él me había pedido un departamento cerca de algún parque o área verde para salir a trotar. Cuando llegó a nuestro lado nos quiso saludar muy amablemente con un beso en la mejilla, como se acostumbra acá. Yo justo estaba estirando mi mano, porque por protocolo siempre saludaba así, ya que la mayoría de los extranjeros no saludaban de beso a menos que llevaran mucho tiempo en Chile y mi mano le dio directo en su abdomen mientras él se acercaba para saludarme. Nos reímos de lo incómoda de la situación y dijo que estaba acostumbrado a saludar con la mano, pero que como en Chile se daba beso, él había querido hacer eso. Le dije que todo estaba bien y no había problema.
Nos subimos al vehículo y lo llevamos directo a su departamento. Lo dejamos instalado y nos fuimos. Me llevé una copia de la llave de su departamento para tenerla en caso de alguna emergencia.
Al día siguiente llegué muy temprano al trabajo para poder recibir a Alvaro y ayudarlo en su primer día.
Cuando llegó, saludó y lo llevé directo a su oficina, lo dejé instalado y quedamos de juntarnos a las once am con el resto del equipo para presentarse.
A la hora indicada estábamos todos sentados en la sala de reuniones y él entró. Tenía una forma de caminar muy masculina. Era un hombre con clase y muy estiloso, olía rico, era imponente. No era rubio, pero tenía el cabello color castaño claro y los ojos azules muy intensos. Se presentó al resto del equipo y nos informó su plan de trabajo y lo que esperaba de nosotros.
Comenzamos a trabajar codo a codo, preparábamos presentaciones, reuniones, íbamos a eventos y tuve que empezar a viajar bastante, mucho más que antes, ya mi antiguo jefe no viajaba mucho, había otros que lo hacían por él. Viajó mucho, pero con el tiempo empezó a viajar cada vez menos, y eso a mí me acomodaba mucho, por mis hijos, a pesar de que cuando tenía que viajar mis padres se iban a alojar a mi casa. Acompañaban a mis hijos y ayudaban a la persona que estaba a cargo de la casa y de su cuidado.
Si bien mi relación con Alvaro era buena, no era lo mismo que con mi antiguo jefe, mi otro jefe era más cálido, más conversador, más cercano. Yo sentía que me quería como una nieta, por lo tanto, me sentía muy protegida por él. El me dejaba ser y me daba total libertad de acción. Tenía plena confianza en mis capacidades. En cambio, Alvaro era más tímido, más callado y reservado. Era muy inteligente y demasiado exigente. Yo era muy buena en lo mío, siempre fui una excelente profesional y mis evaluaciones de desempeño siempre fueron sobresalientes, pero con él me sentía menos, insegura y muchas veces tímida. Definitivamente me intimidaba.
Un día, estuvimos en reunión durante toda la tarde con todo el equipo, ya que teníamos reunión de directorio en dos semanas y venía gente de Estados Unidos principalmente y todo tenía que salir perfecto.
Habíamos estado trabajando el presupuesto, las proyecciones, las contrataciones futuras, expansión, etc. Revisamos las presentaciones y la agenda para esa semana. Habían sido dos semanas de mucho trabajo y ese día principalmente agobiante. También hubo muchas risas, ya que el ambiente era distendido y con mis compañeros de trabajo nos llevábamos super bien y era un grupo muy afiatado. Alvaro era el único que no se sumaba mucho a las risas, ya que era bien gringo para sus cosas y no entendía muchas veces las historia que contábamos, observaba mucho eso sí.
Cuando terminó su turno de exponer salió rápidamente de la sala pues se tenía que ir a otra reunión que empezaba en cinco minutos. Miré la mesa y vi su credencial de acceso, la tomé y salí corriendo para alcanzarlo y entregársela y así pudiera acceder al elevador y a otras áreas del edificio.
Lo alcancé justo afuera del elevador. Iba con las manos ocupadas, en una llevaba su computador y en la otra el celular pues estaba hablando por teléfono.
Me acerqué y le puse la credencial en el bolsillo de su camisa. Al meterle la tarjeta le rocé el pecho y cuando sentí en mis dedos el contacto con su cuerpo, me di cuenta de lo que había hecho. Levanté la cabeza y me estaba mirando hacia abajo, pues era mucho más alto que yo. Estaba serio y no hablaba, solo me miraba y en su mirada vi algo que no supe descifrar. ¿Intimidad? ¿deseo? Sus ojos azules me miraban intensamente y por un segundo creí que me podría perder en ellos. Sentí un escalofrío en la espalda, me di vuelta y caminé rápidamente de regreso a la sala de reuniones.
Me senté y mientras otros hablaban yo me quedé absorta pensando en lo que había hecho. ¿Como pude haber sido tan atrevida de ponerle la tarjeta ahí? Fue instintivo lo sé, pero ese gesto fue demasiado íntimo, es como sacarle las pelusas de un chaleco a un hombre, uno no lo hace con cualquiera a menos que se tengan mucha confianza. Ese es el gesto de una esposa, novia, ellas lo hacen, ¡no las asistentes! Me sentía mal por haber enviado quizás un mensaje erróneo, no era mi intención, pero lo que más me perseguía era su mirada. Repetía una y otra vez la escena en mi mente y cada vez que llegaba a la parte donde él me miraba como me miró, sentía inquietud.
Yo no pensaba en él de manera romántica. Siempre he tenido mucho cuidado de mantener las distancias en el trabajo y no involucrarme en relaciones románticas con ningún colega y menos con jefes. Si bien cuando lo conocí en el aeropuerto me pareció muy guapo y varonil, siempre lo vi como jefe y trabajo, nada más, hasta ahora.
Estuve todo el día pensando en la escena, la repetía una y mil veces, en el camino de regreso a mi casa, en mi casa, cuando me acosté hasta que me dormí.
A medianoche desperté toda mojada y excitada, había tenido un sueño erótico con él. Traté de minimizarlo y pensé que seguramente soñé con él por lo que había pasado en la oficina. Lo más probable es que con los días se me olvidaría.
Al otro día llegué muy temprano a la oficina y cuando él llegó, actúe lo más normal posible, como si nada hubiese pasado. El hizo lo mismo, fingió o definitivamente no le afectó en lo más mínimo y solo era yo pasándome películas.
Durante esas semanas previas al directorio trabajamos mucho y siempre estuvimos con otros miembros del equipo, así que no tuvimos oportunidad de estar a solas y lo agradecí.
A mí me seguía persiguiendo la escena y cada vez que lo veía no dejaba de pensar y recordar lo sucedido. Empecé a tener muchos sueños con él, no solo eróticos, sino de todo tipo. Incluso sueños muy incoherentes en donde él no tendría por qué participar, pero ahí estaba. Había pensado incluso en conversar con él para aclarar las cosas y dejar de obsesionarme, pero desistí pues no estaba segura de que el hecho haya tenido el mismo impacto en él. A lo mejor ni se acordaba y yo pasaría por loca, alaraca y me delataría.
Macarena lived many years of tranquility after her divorce, until Alvaro came into her life, turning everything upside down. From then on, love and heartbreak entangle her in experiences she had never lived before. Love, heartbreak, and friendship intertwine and blur in this beautiful story.
Laura never imagined that going to work to Korea would change her life, all thanks to the K-pop idols. A unique story of romance and passion that will make you fall in love.
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