es una
CO
escuchar los clamores de Patricia; la mujer que decía ser mi esposa, o más bien; la mujer que querí
n suéter muy grande puesto mientras andaba el teléfono en el mueble despreocupadamente, pero su sorp
lía m
lando con mi espalda, cerré la puerta en sus narices dejándola con los gritos y reclamos del otro
e acostó a mi lado casi tan agotado como yo─. Si fuera
llegar a mi otra casa para dejarlo porque tuve que llevarlo a que le hicieran un corte d
orpe perdido deambulando por la calle, una manada de perros lo tenía rodeado y lo hirieron, los espanté y desde ese momento me encargué del perro, lo l
sino por la maldita pres
tos al instituto, ella era esa típica chica rubia bonita, porrista, no muy brillante pero sí muy popular y sexy, siempre pareció que debíamos estar juntos porque yo era el capitán del equipo de natación, tenía los mejore
la siempre pensó que eso significaba que seguíamos juntos, yo por mi parte, conocí a otras personas, estuve con otras chicas.
prar, nunca podíamos tener una conversación adulta, profunda o interesante (o al menos para mí, que quería hablar de más cosas que no fue
su madre insistieron en que debíamos estar juntos y más cuando supuestamente
que de hecho su barriga no crecía y me di cuenta que ella no estaba embaraza
ción que tenía hacia Pat
, pero decidí dejársela y comprar otro departamento para poder estar solo y lejos de ella, donde pudiera estar en paz. Pero no había podido
a, la voz de Patricia parecía ya agotada
tocaba ni un pelo, desde hace 3 años me parecía repulsiva, y desde hace 3 años me negaba a verla de otra m
mi confianza, no había nada qu
S MA
e semana
estrés, tener que correr con los medicamentos, los papeles del seguro, los familiares, porque al parecer yo fui la primera en enterarse porque te
porque iba en una persecución policial y se llevó el auto de Cesar por el medio quien iba ajeno a lo que ocurría, al menos ese accidente logró hacer que los malandros también quedaran accidentados y la policía lo
erpreten, amaba a Cesar y estaba dispuesta hasta a limpiarle el culo porque sabía que lo amaba en las buenas y en las
o tenía que portarse como todo un cretino, gritaba si yo o los enfermeros no éramos lo suficientemente delicados al momento de cambiarlo de ropa o ba
rcelana se estrellaban contra
ionar para calmarlo, los doctores dijeron que era perfectamente nor
ormido nada y estaba muerta de cansancio. Su madre; la señora Elena, era algo anciana, y siempre estaba pendiente de su esposo, el señor Rob
estar muy pendiente del negocio de la librería junto con la señora Elena, sin contar que seguía haciendo mis pasantías en ANTÁRTICA, todo se había vuelto más complejo. L
pensaba en eso y me
o el sábado cuando llegué a la casa muy tarde en la noche completament
al parecer se metió en otra pele
el tres veces en lo que iba del año por diferentes cargos como
ba por reducción de personal, también ese mismo año mí abuelo ─su padre─ murió de un infarto, y eso hizo que mi padre cambiara, no volvió a jugar conmigo o a aconsejar a mi hermana mayor como solía hacerlo, se volvió malhumorado, agresivo, e
ue lo intentamos ayudar, así que simplemente lo dejamos en paz, él prefería trabajar en un taller mecánico cerca de la
ndolo y temía que se suicidara, ella no podría lidiar con
lo saque de la cárce
r de deporte, ese fue todo un escándalo en el pueblo, nadie sabía de su romance prohibido hasta que s
claro, ella no trabajaba, y él no le pagaban lo suficiente en el instituto, ellos vivían arrimados en la casa de mis padres y muchas veces era mi madre que debía ayudarlos
con un humor terrible, ella se escapaba de fiesta, no le interesaba estudiar, solo pasarla bien, en cambio yo como era cinco años menor que Zoe, siempre me controlaron todo, las horas de llegada, de salida
en exceso, a ella no, aunque ahora entendía que era
? ─replicó mi madre con cierta burla─, Zoe y el vagabund
eja sucia que se descarrió. Aunque realmente a veces me sentía mal de que estuvier
amino que tomará su vida
mi día a día porque mi madre me había ayudado preparándome la comida, ahora tendría que hacerlo yo misma, me la pasaba todo el día por f
cesitab
aeropuerto, era Alomi, me parecía extraño, ella casi no me llamaba a men
al atender
la señora Delicia
ue ¿por qué
bar Deleste,
queó fuertemente en la cabeza, alguien había abierto la puerta de un local hacia afuera sin interesarse en ver si algu
ea, lo qu
n, ¿Est
a, un poco familiar..
amente crecido, barba de unos días, noté como su mirada bril
extendiéndome una mano e inclinándose para ayudarme a levantar del suelo,
en el suelo tocándome la frente, me pulsaba, además que estaba d
levantarme, pero cuando lo hice, me desestabilicé por un momen
aciéndome sonrojar de vergüenza cuan
, o mejor dicho, mal momento para encontrármel
esa sonrisa ladeada invadía su rostro, algo se revolvía en mi estómago, el ambiente a nuestro alrededor cambió
tró
sando que era yo la que
garre dando un paso atrás─,
huir de aquí y
tienes muchas ojeras ─comentó─. Y créem
ad sin nada de respeto cuando antes había dicho que
segur
aje de negocios a México, fue u
r─, fue un gusto verl
de respeto, señor Culón... digo Co
na persona tan influyente como él era preferible mantenerla de lejos porque s
oriosa y controlada, realmente solo necesitaba dormir, sentía un fuerte ardo
ió, ni siquiera reaccionó. Fruncí el ceño esperé un momento rogando que encendiera y cuand
letamente frustrada en mi asiento, mordí mi labio inferior dejando caer la cabeza sobre el volante, la
dar todo a
estos días donde no podía ni descansar, solo que
me sobresalté y voltee completamente asustada, un rost
i