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Cuando el universo se conspira y nace convertido en hombre para proteger a la mujer que está destinado a cuidar... Cuando el amor es más grande que cualquier mal generado por la codicia del ser humano... Una leyenda surge desde los primeros años de la humanidad en la Tierra, al descubrir que la corrupción cae sobre la naturaleza y la máxima creación se cree dueño de todo lo que lo rodea. La fuerza pura decide acudir al llamado amargo de la Madre Tierra accediendo a convertirla en la mujer portadora de la salvación del planeta y del amor del hombre que acudió a su llamado: se trata del Universo, portador de la fuerza del ser supremo, con el poder absoluto para destruir o proteger lo que más ama. Una historia que encierra al bien y al mal, el odio y el amor, fuerzas tan grandes que ponen a prueba la raza humana en la cual los elementos vitales juegan un papel importante, donde solo la verdadera arma de Dios estará en juego. Acudieron al llamado del amor, sin saber que en ellos estaba el arma sagrada para salvar la humanidad.
Cabalgaba de regreso de la escuela de señoritas con Manuela, mi prima. Huíamos despavoridas con el uniforme azul a cuadros, camisa blanca y ese horrible gorro cubriéndonos por completo el cabello.
Donde se entere la hermana rectora de nuestra fuga sería causal de expulsión. -Mi prima desde hace tres años vivía con nosotros, quedó huérfana, luego del repentino accidente en unos de sus acostumbrados viajes.
Aunque, cada año, desde que cumplió los nueve, pasaba las navidades con nosotros. Gracias a Dios ella no los acompañaba en ese viaje, agradezco al cielo por dejarla vivir con nosotros. Ha sido mi compañera de travesuras, aventuras y locuras.
Tenemos el mismo temperamento rebelde, libre y jocoso, de cierta forma somos las niñas descarriadas de nuestras distinguidas familias en esta sociedad aristocrática. Habíamos soltado los caballos del carruaje, como siempre al terminar las clases mi padre nos enviaba, pero el nuevo cochero no me inspiraba nada de confianza, tenía algo atemorizante.
El hombre se quedó esperando a nuestra salida de clase, algo que ninguno había hecho hasta el momento. -Nosotras no nos quedábamos internas, vivíamos cerca del convento-. Por eso en la última hora, en un descuido de la maestra, salimos del aula, desatamos los caballos para salir a galope.
No sentí ningún remordimiento al dejar al nuevo empleado como un incompetente. Nos detuvimos en el bosque porque no podíamos dejar de reírnos, sin darnos cuenta nos habíamos retirado mucho del camino que conduce a la hacienda.
Al percatarme me puse alerta. No era que creyera en las historias de dicho lugar referente a los extraños sucesos, de animales salvajes y hasta fantasmas. Era por lo mucho que intimidaba, hacía alterar mis nervios, y debía ser honesta conmigo misma le temía desde niña.
Por más adoración hacia la naturaleza, los animales y sobre todo el viento, me sentía ligada al aire de una forma indescriptible. Pero la oscuridad alrededor del pueblo era el causante de mis constantes escalofríos.
-Ya dejamos atrás la escuela.
Comentó Manuela, tenía la respiración agitada, con ese brillo de alegría en sus ojos, mi respiración comenzó a cambiar.
-No debemos quedarnos aquí -comenté mientras la piel cambiaba de estado, ahora la tenía erizada-. ¡Corre! -grité.
Echamos a galopar de nuevo sobre los caballos, Manuela siempre acataba mis sugerencias, y más cuando eran mis instintos los emergentes de la alerta. No sé bien qué pasó, de un momento a otro ella desapareció, iba adelantada, pero era imposible que se hubiese esfumado, confío en que haya podido retomar el camino.
En ese instante, sentí que alguien respiraba a mis espaldas, el temor invadió desde mis entrañas, se fue trasformando en un miedo profundo, imaginé un gran demonio tratando de alcanzarme, recé para que mi caballo lograra sacarme del bosque.
Miré por encima del hombro, quería ver quién me seguía. Porque era seguro que algo me perseguía. Pero solo vi el bosque... luego se fue tornando oscuro, como si una nube negra se hubiese apoderado de lugar y a su vez se materializó en una figura humana. Una risa macabra surgió de alguna parte -«muy pronto»-. Susurró una voz maquiavélica. Cuando logré salir de esa oscuridad, ante mí había un carruaje con dos grandes caballos, uno blanco y otro gris.
Vi tres personas en el interior, una de ellas, el más joven, observaba en dirección al bosque, el caballo iba desbocado, no tuve tiempo de tirar de la rienda y ocasioné un impacto con los animales detenidos. Muy seguro observaban lo que había visto.
Ante el fuerte choque salí volando por encima del carruaje, pensé en el fuerte golpe que me daría con los árboles al otro lado del sendero. Cerré los ojos para recibir lo inevitable, sin embargo, no llegó.
Me sujetaron la mano, el joven que miraba salió del carruaje, alcanzó a detenerme en el aire, dejándome en el suelo. Todo fue tan rápido, y provocó un leve mareo al soltarme, no conté con equilibrio y caí. De todos modos, gracias a ese caballero me había salvado, de lo contrario otro escenario sería mi situación.
Nada más tuve un leve maltrato en las manos al ponerlas en el suelo para estabilizarme de la vuelta realizada. Permanecí varios segundos recuperando el aliento y los nervios. Respiré profundo antes de ponerme en pie. Él esperaba ante mí, extendió su mano, con agrado le ofrecí la mía, después de todo, era mi salvador.
Al mirarlo quedé embelesada, ese joven tenía el rostro más hermoso que nunca antes había visto, era muy alto, de cabello castaño claro, sus ojos eran de un bello verde claro, parecía un ángel. Me miró con tal ternura, esa mirada era bella como si por milenios la habría esperado, caí cautivada antes esos ojos atrapantes.
-Se encuentra usted bien, ¿milady?
Su voz ocasionó un trastorno respiratorio desde lo más profundo del pecho, por eso demoré al contestar.
-Eso creo. -respondí bajando la mirada. ¡Me avergoncé! - Muchas gracias, milord.
-Es una gran satisfacción constatar que se encuentra bien.
Su amabilidad se ensombreció un poco, no era correcto que una señorita este sin chaperona, doncella o una carabina, menos montando a caballo como lo suelen hacerlo los caballeros.
Lo miré de nuevo, noté su porte distinguido, «debe ser otro aristócrata, como los amigos de mi padre». Me regaló una deslumbrante sonrisa y no pude apartar la mirada de su perfecto rostro, sus ojos eran como el verde de un lago puro, sus cejas pobladas, nariz perfecta, sus labios eran tan sensuales, cautivantes, por unos segundos me perdí en un extraño deseo.
Sin lugar a dudas, él se parecía a un ángel. Escuché el galopar de otro caballo... «Mi prima», ella no estaba conmigo, el temor se apoderó de nuevo. ¡¿Cómo pude dejarla en ese bosque, sola?!
-¡Mariana! ¡Mariana! -Su voz sonó alarmada.
Miré hacia el bosque en varias direcciones con la ilusión de encontrarla, sin embargo, me sorprendió verla venir por el sendero principal, al verme soltó un jadeo de alegría. Se bajó del caballo y corrió a mi encuentro.
-¡Qué susto me diste! ¿Dónde te metiste?, sabes que no puedo llegar a la casa sola, me matarían después de la travesura...
-¡Fuiste tú quien me dejó sola!
Le reproché. El joven llegó a nuestro lado, el rostro de ella se transformó, puso la expresión más tonta nunca antes vista. Una extraña punzada se materializó desde el pecho. El distinguido caballero tomó la mano de mi prima y se presentó.
-Lord Antonio D'Montecarlos.
Besó su mano, parece un distinguido aristócrata, ¡Diantres! Los caballeros que solo pensaban en sus chequeras no eran de mi agrado, aunque él sea atractivo.
-Manuela Stroward.
Se presentó, realizando la inclinación correspondiente, ¡qué tonta se vio!
-¿Usted...?
Había cambiado, su mirada se transformó en dos témpanos de hielo. No tenía esa calidez de hace unos minutos, ahora me ofrecía una calculadora, fría, penetrante y molesta mirada, la cual me hizo sentir intimidada.
-Mariana Granados.
Le sostuve la mirada, no tenía motivo para no hacerlo. Tampoco sé el porqué de mi reacción, solo seguía mis instintos, efectué la inclinación pertinente, ofrecí la mano para seguir con el saludo protocolario propio de la nobleza.
-Desconcertante sorpresa.
Se dio la vuelta, dándome la espalda con la mano extendida. ¡Me dejó con la mano en el aire!, y mi perfecta inclinación a medias. ¡No ofreció su mano! Se debe saludar según las costumbres. Se ve de muy mal actuar el no hacerlo como lo dictan las normas de una buena educación y más por su rango.
Sentía el ardor por todo mi cuerpo, y un calor emerger desde el cuello. ¡Qué descortés! ¿Cómo una persona cambiaba tan rápido de comportamiento? No hace más de unos minutos fue un verdadero caballero, no obstante, se había convertido en un inculto. Sentí tanto enojo, aunque no se lo demostré, saqué valor, un poco de altivez de donde no sabía que la tenía y me hice la digna con decencia. -madre suele decir; las verdaderas damas lanzamos bofetadas con los guantes blancos.
-Gracias de nuevo por salvarme, milord.
-No fue nada.
Contestó por obligación. Tenía un aire de lord muy superior, me produjo dolor estomacal. Me incordia la gente superior solo por un título nobiliario, aquellos creyentes de ser más que otros por no tener apellidos distinguidos. Le di la espalda, subí al caballo, causando asombro en el rostro de los acompañantes mayores que seguían dentro del carruaje. Por eso, amo vivir en el campo, nunca he empatizaré con la nobleza, aunque sea una de ella.
-No es de doncellas montar igual a los hombres.
Comentó el joven. Lo miré furibunda. Manuela también se había montado de la misma manera, pudo percibir la insolencia en ese caballero.
-No ando interesada en causar buena impresión, menos si es para impresionarlo a usted.
Cinco historias unidas por una amistad desde la infancia. Cinco cambios de vida que se darán de manera drástica y los llevará a caminar por el amargo arrepentimiento. Muy pronto la vida de Samuel Abdala; un ingeniero, organizador de peleas clandestinas y carreras ilegales, junto a sus inseparables amigos: Ernesto Orjuela; el odontólogo y organizador de apuestas. Emmanuel Villalobos; el médico y profesor alcahueta. Egan Katsaros; el economista y corredor ilegal. Alexey Kozlov; el administrador y peleador clandestino. Se verán involucrados en un sin números de adversidades, pero la situación más difícil les llegará al momento de permitir la entrada a sus complicadas vidas a cinco niñas. A las que veían como sus familiares. Ese sería el inicio del final de sus arrogantes vidas. Su mayor error fue permitirles adueñarse de sus corazones. Aprenderán a valorar los cimientos inculcados por sus familias. Caerán, le harán daño a quienes más los aman sin saberlo. Pero el destino a través de los años les enseñará a levantarse, para caminar de frente, a salir adelante para curar sus heridas. Drásticos sucesos los harán comprender que la vida es sencilla, pero no fácil. La vida les enseñará a pedir perdón, perdonar y perdonarse. Donde los momentos difíciles sin duda son más llevaderos si tenemos a la familia unida dispuesta a ayudarnos para poder decir... Lamento el daño, déjame sanarte. Última entrega de la serie perdóname.
Hay amores que se cruzan en el camino de la vida porque se encuentran escritos en los hilos del destino. Son tan fuertes que dejan marcas. Hacen perder la razón y se graban en la memoria dejando cicatrices imborrables. Hay amores que están trazados para ser únicos, donde el alma solo tiene un dueño sin importar el cuerpo. En un mundo paralelo a la tierra existe un lugar donde la naturaleza es la reina, y se vive en armonía con ella a través de una conexión mágica que es recompensada con larga vida. Un lugar donde lo mitológico cobra vida, la energía que los envuelve es lo esencial y muestra lo perfectos que son. Pero si son tan perfectos, ¿por qué la Energía vinculó al planeta Tierra? Dos realidades se unen, una profecía distorsionada, dos dinastías que nacieron para estar juntas.
Uno mismo se arruina la existencia cuando permite que el orgullo sea quien gobierne nuestra vida. Cuando permites que se avive el sentirse traicionado. Yo permití que él creyera algo equivocado, y me dolía que pensara que era capaz de atentar contra la vida de mi propio hijo aún a sabiendas de que era producto del inmenso amor que le tenía. Ahora él iba a casarse... Ya no me sentía conforme con lo que vivía, ya me cansé de ser siempre la última en las prioridades de su vida, así me diga lo contrario y pronuncie la palabra te amo. Sus actitudes no me lo demuestran, aunque suele decirme mira mis actos. No podía seguir esperando a que me regalara minutos de su tiempo. A lo mejor él no nació para tener una vida de pareja, y yo no tenía por qué sacrificarme. El problema era que estaba embarazada y él no quería...
Dos historias de amor entrelazados por la amistad. Corazones para restaurar, intensiones de enseñar a confiar, de aprender a amar, porque la vida se trata de crecer, de restaurar, de pedir perdón, de entregar perdón y de perdonarnos a nosotros mismos, porque no somos perfectos. Santos Domínguez un hombre marcado por el pasado, y eso hizo que no confiara en nadie más que en las personas que estuvieron a su lado en su secuestro. No cree en el amor, solo disfruta del placer de las mujeres, y tampoco engaña, ellas saben que lo único que puede ofrecer... Es un par de horas en una cama. María Constanza Abdala desde que lo vio de nuevo decretó que sería suyo, aunque todos le digan; «es mayor y no mires a Santos Domínguez». Pero en silencio le fue imposible ocultar la atracción y cayó ante ese enigmático seductor sin importar la diferencia de años entre ellos. Guillermo Guzmán a su edad adulta no lograba encausar de nuevo sus sentimientos. El tiempo le recordaba siempre la misma mujer del pasado. A pesar de haber terminado porque el amor se acabó... Sin embargo, todo en él cambió cuando le llegó una invitación para una boda y ahí comprendió que él era historia en su vida. Natalia Salamanca, le costó superar esa tarde cuando le dijo que ya no sentía lo mismo y había dejado de amarla, cayó en una gran soledad y tardó en superar ese fracaso. Ahora se encuentra con la ilusión de formar un hogar... Ya no podía quedarse en el pasado, él continuó su vida, ella debía realizar la suya.
Es imposible no acordarme a diario de ella. Desde que estamos de nuevo en el mismo círculo de amistades ha vuelto a ser mi anhelo, a ser esa Brisa fresca que alegra mi mañana, la misma que se agradece en una tarde calurosa. Eso es, sin duda alguna, Blanca Varela en mi alma. No es fácil verla feliz en su matrimonio. Y para mi desgracia, a su lado se encuentra un hombre que la ama de la misma manera en que yo lo hago. Ya no viene al caso aclarar esos hechos del pasado. Pero duele verla y no tenerla, siento celos cuando no debo, me aferro a toda mi cordura para no arrancarle las manos al hombre que tiene todos los derechos sobre su cuerpo Yo solo me puedo conformar con tenerla en sueños. No solo por mi pasado iré al infierno, sino también por desear tanto la mujer del prójimo.
Cargar con un oscuro pasado trae consecuencias, en algunos casos vergüenza. Quise ocultar el sol con un dedo e ignoré todos los consejos que me dieron las personas que me aprecian y perdí lo que más he amado en mi vida, perdí a mi salvación. No hay nada oculto entre el cielo y la tierra... no solo son palabras sabias, es una realidad. La vida me ha dejado en claro que no puedes levantar vigas solidas si lo haces en cimientos quebrados. Por eso debes aprender a caminar aceptando tus errores, ocultarnos solo te hace bajar la cabeza. Siento tanta vergüenza por mi pasado, que preferí ocultarlo y cuando ya no pude más, estaba envuelta en una red de mentiras que me ahogó por completo. Opté por el camino fácil y terminé dañando al hombre que adoro con el alma, avergoncé a mis padres y no tuve valor para mirar la decepción que debí causarle a mi hermana María Joaquina, lo que tanto temía salió a luz, ahora soy la decepción de la familia L'Charme Novoa y el error de José Eduardo Villalobos Daza. Ahora no sé si es mejor alejarnos... ¿Podrá el amor superar un terrible pasado?
Amar y ser amada es lo que toda mujer sueña. Sin embargo, lo único que Debbie quería era el divorcio. Llevaba tres años casada con Carlos, un joven multimillonario a quien ni siquiera había visto la cara. Cuando por fin decidió poner fin a su irónico matrimonio e ir en busca de la felicidad verdadera, apareció su supuesto marido y le pidió que lo intentaran de nuevo. A partir de entonces, Carlos se sentía increíblemente atraído por el espíritu libre y salvaje de Debbie y se enamoró de ella. Él comenzaba a mimarla. Poco a poco, lo que había entre ellos se iba a convirtiéndose en una atracción irrefrenable. Esto es una extraordinaria historia de amor donde descubrirá que, a veces, el amor no está muy lejos de cada uno de nosotros.
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