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Megan y Duncan se conocen en un bar y luego de una aventura de una noche, deciden casarse por conveniencia, sin embargo, mientras más fingen su relación se acercan mucho más, hasta que la línea entre la fantasía y la realidad se desvanece. ¿Serán capaces de darse cuenta a tiempo, antes de vencer el plazo de su pacto?
Megan Mckenzie había terminado un proyecto para uno inversionistas extranjeros se sentía orgullosa pues trabajo duro, durante semanas prácticamente iba a casa apenas a dormir unas horas para luego volver a la oficina, tenían un plazo muy corto para entregar tal proyecto y además de estar en juego el prestigio de la firma de arquitectos a la que pertenecía, también estaba en riesgo su propio nombre.
Con tan solo 25 años había participado en el diseño y construcción posteriormente de estructuras y obras de gran envergadura que gracias a su compromiso e inteligencia le estaban haciendo un lugar dentro de la comunidad de profesionales de Escocia y en especial de Inverness, pero era momento de celebrar todo había salido bien, miro el reloj y eran las 4 de la tarde, - Jefe, sé que todavía falta una hora para que salgamos del trabajo...
- ¿Quieres ir a celebrar con tu novio verdad?, está bien te lo mereces tu trabajo ha sido excelente y la verdad llevas semanas que prácticamente vives aquí, así que no hay problema ve a disfrutar el éxito de hoy, además es viernes que mejor día para disfrutar.
- Gracias se lo agradezco -, tomo rápidamente sus cosas y contenta a pesar de algunas miradas envidiosas porque la consideraban la favorita se subió a su carro con dirección a su casa.
Quería sorprenderlo, hacer algo especial, así que cuando estaba por llegar pensó en que debía parar en el bodegón que se encontraba por su casa para comprar algún vino además de un par de cosas para picar pues ya se les habían acabado las provisiones, llena de emoción escogió rápidamente la bebida favorita de Dylan, su novio desde hace un año y con quien convivía desde hace 8 meses.
No podía para de pensar en la cara que pondría cuando la viera, al fin tenía un respiro y lo dedicaría completamente a él, así que se estaciono y abrió la puerta sigilosamente, se acercó a la habitación que compartían con la botella de vino frio en la mano y dos copas que había tomado en la cocina en la otra, sonaba una música romántica y de inmediato pensó en que seguro estaba escribiendo alguna escena especial de la novela que desarrollaba en aquel momento y la usaba como inspiración, no podía ser más oportuna, sonrió al pensar en cómo se alegraría al verla.
Se detuvo frente a la puerta un tanto enredada de cómo manejar lo que tenía en las manos sin que se le cayera para abrir la puerta y a su vez no perder ese aspecto pícaro y sexi que quería dar, sin embargo, se dio cuenta que no estaba cerrada por completo por lo que le dio un pequeño empujón, se abrió la puerta y simplemente quedo impactada.
Como si se tratara de una película que transcurría en cámara lenta y ella pudiera observarse a sí misma desde fuera, miro como la botella de vino y las copas se deslizaban de sus manos, estrellándose sonoramente en el suelo, fue tal el estruendo que pareció sacar a la pareja que se encontraba en la cama y que disfrutaba sin percibir su presencia, de lo que parecía ser un trance.
Los ojos de ambos se abrieron de manera impresionante y mientras la chica se cubría con rapidez su desnudes, Dylan corrió hacia Megan, - Esto no es lo que parece, por favor espera - , intentó detenerla cuando esta iba hacia la salida.
Indignada se giró y comenzó a golpearlo, - ¿Qué vas a explicar?, ¿que eres un imbécil??, ¿que mientras trabajo duro para hacer planes a futuro juntos, me engañas?, ¿qué vine como una estúpida temprano a celebrar mi éxito contigo?, creo que eso está claro, no hay nada que puedas decir que pueda borrar lo que vi con mis propios ojos -, dijo discutiendo, - ¿Desde cuándo está ocurriendo esto a mi espalda?, es más no me lo digas eso no cambiara nada.
- ¿Qué querías que hiciera si nunca estás aquí?, siempre ocupada trabajando, no tengo nadie con quién hablar, salir, comer, hacer el amor, tu ambición te trajo hasta este punto, yo no te pedí nada de eso, solo quería tener alguien con quien compartir la vida.
- Asi que todo esto es mi culpa, ¿no eres tú el que no sabe mantener los pantalones en su sitio?, el trabajo duro era por una temporada, sabes sobre mi situación familiar y que queríamos ahorrar para comprarnos nuestra propia casa, tienes que madurar, ¿acaso crees que las cuentas se pagan solas?, pues ya lo vas a aprender, porque de ahora en adelante nuestros caminos se separan.
- Espera, intentemos arreglarlo esa chica solo es un pasatiempo, no es nadie para mí.
- ¿Crees que me convencerás con ese argumento?, para nada, es claro que yo tampoco soy nadie para ti, quiero que te largues de inmediato de mi casa al igual que tu invitada.
- Pero estoy desnudo.
- Recoge lo que dejaste en el suelo y vístete en la calle si lo deseas, pero te vas de esta casa ya, mañana te enviaré tus cosas a la dirección que me indiques, es más dame las llaves, no tienes por qué tenerlas porque ya no vivirás aquí.
Dylan la había aprendido a conocer un poco en el tiempo en que llevaban juntos y sabía que no se calmaría, era una chica fuerte que se hacía respetar de cualquier manera, - Esta bien, pero déjame hablar contigo por favor -, en ese momento la chica salió de la habitación corriendo despavorida fuera de la casa.
- No tenemos nada que hablar, vamos, lárgate tras ella -, y lo sacó a empujones de allí, - no me llames, ni me contactes de ninguna manera no tenemos nada de qué hablar -, luego de estas últimas palabras tiro la puerta de manera sonora.
No le podía estar pasando esto, tenía que estar en una pesadilla, ¿Por qué?, después de que le paso la rabia inicial solo tenía ganas de llorar, se sentía vulnerable, trise e indignada, inevitablemente comenzó a llorar, no podía continuar conteniéndose o explotaría, así permaneció por unas dos horas hasta que se sintió molesta consigo misma por auto compadecerse y sentirse una víctima, Ella era una mujer fuerte y un tipo que no la merecía no acabaría con ella.
Unos minutos más tarde, después de cerciorarse que la pareja se había ido como también los curiosos, Megan decidió que debía salir de allí, se sentía ahogada, con ganas de destruirlo todo, como una intrusa en aquel lugar que consideraba su hogar, la verdad era que si contara con más fuerza hubiese arrancado la puerta y se la hubiese pegado por la cabeza a su ahora ex, se sentía una tonta, ¿Cómo pudo estar tan ciega?
Caminó hacia su vehículo sin tener claro a donde ir, tenía una mezcla de emociones que la embargaron y agobiaron por lo que recorría el camino sin rumbo fijo hasta que llego a un bar, una vez se estaba estacionando recibió un mensaje en el celular y por un momento pensó que se trataba del descarado de Dylan, pero era su supervisor quién le pedía que presentar un proyecto en el que venía trabajando el día lunes, seguramente estaba todavía emocionado por cómo le había ido al proyecto anterior por lo que quería ya ponerse en marcha con otro.
Si su jefe supiera lo que estaba pasando lo más probable es que ni le hubiese insinuado nada respecto al trabajo, pero como podría el tener si quiera una idea, de pronto se sintió tan cansada y triste que no quería ni siquiera pensar en eso, ella no era de las que bebía, pero hoy estaba dispuesta a ahogar sus penas en alcohol.
Al entrar en el lugar como era un poco temprano no había mucha gente así que con confianza se sentó en la barra en el lugar más apartado y luego le hizo señas al bartender, este se acercó con una sonrisa preparada para causar cierto efecto de carisma, la típica estrategia del leve coqueteo para que las solteras se quedaron por horas pidiendo trago solo para verlo, pero ella no era así, no quería nada con los hombres, la única relación cercana que haría esta noche era con el alcohol.
- Buenas noches linda, ¿Qué deseas?
- Dame lo más fuerte que tengas y me dejas la botella aquí.
- ¿Estás segura?
- Sí, se cuidarme, por favor tráela rápido.
- Está bien -, el chico fue por una botella de Vodka y la coloco al lado de un pequeño vaso de shots, en un principio bebió un trago tras otro sin para hasta sentir como si aquellos tragos le quemaran la garganta pero que le ayudaran a olvidar lo ocurrido, aquella escena se repetía una y otra vez en su mente y sentía que se volvería loca del dolor.
Una hora más tarde entro un hombre alto, de contextura fuerte y espalda y brazos anchos, con el cabello oscuro y unos increíbles ojos azules, con un ligero parecido a Gerard Butler, cuyo atractivo destacaba aún más por su sonrisa cautivadora, ya venía bebido, pero a pesar de eso desde que sus miradas se cruzaron de inmediato hubo una chispa.
Se acercó a ella despacio y le saludo, - Pero si es la mujer de mi vida, seguro estabas aquí esperándome, ¿verdad?
- ¿Quién yo? -, dijo mirando hacia los lados a ver si hablaba con otra persona.
- Por supuesto que es contigo, pelirroja, si eres la mitad de apasionada e intensa de lo que refleja tu cabello, me apunto como tu príncipe Mérida.
- ¡Ay que increíble!, pero si hasta sabes cuál es mi princesa favorita de Disney, no solo por ser escocesa y tener el cabello rojo como yo sino por su fuerte carácter y decidida.
- Así que es todo un reto domarte muy interesante.
- ¿Y tú?
- No creo que exista un héroe con mis características, mi simpatía, carisma y alegría desbordante llama la atención en cualquier lugar, tengo una personalidad arrolladora -, dijo con ironía.
- En serio, ¿Qué puedes decir de ti?
- Además de que me gustas tú, soy implacable y dominante, es por ello que no perderé tiempo para decir lo que quiero hacer ahora mismo -, y realmente se sentía bastante atraído hacia ella, pensó por un momento que quizá se debía al alcohol que sentía desinhibido, pero quizá era algún efecto del hechizo de aquella bruja de cabello rojo.
- ¡Ah sí!, ¿Qué es?
- Y se arrodillo frente a todos de manera teatral y le tomo la mano, - Hoy quiero decir delante de todos estos desconocidos que para mí eres la mujer de mi vida, el destino nos ha encontrado y quiero proponerte que seas mi esposa - , se sacó un anillo que tenía en el dedo como gesto simbólico y se lo colocó cerca del dedo anular de la mano derecha en espera de su respuesta.
Todos en el bar al ver el gesto comenzaron a darles ánimos al supuesto novio, "Di que sí", "Él te ama", "no lo hagas esperar más", mientras una Megan apenada no paraba de reír ante aquella locura.
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