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Claire se despertó en el hospital con un dolor inmenso después de sufrir un terrible accidente automovilístico. Pensó que su esposo, casado hace tres años, vendría a verla, ¡pero se fue derecho a la sala de al lado para cuidar a otra mujer! Como si eso no fuera suficiente, ¡incluso amenazó con meterla en la cárcel por esa mujer! "Me diste 500 millones en compensación, ¿no? Ahora quiero cambiarlos por una bofetada en la cara". Claire miró fríamente a su esposo, Darren, "Divorciémonos". En ese momento, Claire lamentó haber desperdiciado tres preciosos años tratando de ganar el corazón de Darren. Era hora de poner fin a todo esto.
Un dolor punzante atravesó de repente el brazo de Claire Williams.
Consternada, la chica se lamió los labios y procuró abrir los ojos, pero no pudo. El dolor arreciaba con cada segundo.
Sus parpados se sentían pesados y apenas si podía moverlos. En la distancia, un cúmulo de voces empezaban a escucharse, aturdiéndola todavía más.
"¡Dios, es tan lamentable! A la pobre no la anestesiaron porque su familia no quiso... Deben odiarla para hacerle algo así".
"Sí, tiene treinta puntos en el brazo... Me da dolor solo mirarla".
Después de un largo rato, Claire abrió lentamente los ojos y se encontró acostada en una cama de hospital. Sus ojos se espabilaron en el instante en que se dio cuenta de que estaba conectada a un gotero intravenoso.
Poco a poco, los recuerdos fueron cobrando vida en su mente. Ximena Brooks la había invitado a ir de compras ese día, pero solo para cargar las bolsas por ella.
Era normal que Ximena le ordenara hacer cosas como esa y ella no podía negarse por nada del mundo.
En el camino de regreso a casa, Claire se sentó en el asiento trasero del auto mientras Ximena conducía. Minutos después, el auto se estrelló.
Las imágenes del accidente brillaron de repente en su cabeza, aturdiéndola. El miedo aceleró sus latidos y la puso a sudar frío.
Desesperada, miró a su alrededor solo para darse cuenta de que estaba sola en la sala.
Cuando quiso incorporarse, escuchó unos pasos que se acercaban.
Al alzar la mirada, Claire vio a una figura esbelta ante ella y el corazón se le aceleró cuando se dio cuenta de quién era.
"¡Darren!", exclamó, genuinamente conmovida.
Darren Sampson era el hombre con el que estaba casada desde hacía tres años. Aunque casi no compartían tiempo juntos, ella todavía lo amaba.
Al verlo allí, Claire se sintió conmovida. Después de todo, eso le daba a entender que se preocupaba por ella.
Sin embargo, el hombre se alejó poco después sin siquiera voltearse a mirarla.
La sonrisa de Claire se desvaneció en un instante.
Con el corazón inquieto, se sacó la vía intravenosa y corrió hacia él.
"Darren...", murmuró.
Luego empezó a gritar detrás de él, temiendo que no la hubiera escuchado.
Darren entró a la sala contigua y ella se detuvo en seco.
Ximena estaba allí adentro, acostada sobre una camilla y con la mano izquierda vendada. Las lágrimas corrían por sus mejillas, tenía los ojos rojos e hinchados, y lucía miserable.
Junto a ella estaba la hermana mayor de Darren, Blanca Sampson y su madre, Elora Sampson. Los tres estaban pendientes de Ximena y la miraban con ojos llenos de compasión.
Al ver esa escena, Claire se quedó consternada.
Había sido muy tonta al pensar que Darren estaba allí para visitarla.
Tan pronto como su figura apareció ante el umbral, los cuatro se voltearon a verla. La primera en hablar fue su suegra. "Claire, llegas justo a tiempo", dijo con altivez. "Es momento de que declares en la comisaría que fuiste tú la culpable del accidente".
"Sí, debes asumir la culpa", secundó Blanca.
"¿Qué?", replicó Claire, retrocediendo lentamente.
La rabia y la frustración colmaron cada centímetro de su cuerpo.
"¡Ella fue quién atropelló a esa persona! ¡Ella era la que iba manejando! ¿Por qué tengo que asumir su culpa?".
La familia Sampson siempre la había tratado como a una criada y a estas alturas ella ya estaba acostumbrada.
Ximena, por otro lado, contaba con su favor y nunca le decían nada cuando cometía un error.
Claire había aguantado ese trato durante años porque no quería arruinar su matrimonio. Había pasado mucho tiempo intentando ganarse el corazón de Darren y por eso siempre toleraba todo sin chistar.
Pero lo que estaban tratando de hacer hoy iba más allá de cualquier cosa que hubieran intentado en el pasado. No podía aceptar que quisieran obligarla a asumir una culpa que no era suya.
"Lo siento mucho, yo soy la culpable de todo... No fue mi intención haber causado ese accidente", gimoteó Ximena, cubriéndose el rostro y rompiendo en llanto. "Estoy dispuesta a ir a la cárcel y pagar por lo que he hecho... Si los familiares de la víctima no me perdonan, pues que se cobren mi vida a cambio... Pero...".
El llanto le cortaba la voz y le impedía seguir hablando. "La cosa es que... Estoy embarazada de Darren", declaró, mirándolo con ojos lastimeros. "No puedo dejar que mi hijo sufra las consecuencias de mis acciones".
El corazón de Claire se aceleró y pudo sentir sus latidos resonando en su garganta.
Las palabras de Ximena la atravesaron como un rayo.
No podía creerlo. ¿Cómo podía esa mujer estar embarazada de su esposo?
Ethan siempre consideró a Nyla una mentirosa, mientras que ella lo veía a él distante e insensible. Nyla había acariciado la idea de que Ethan la quería, pero se sintió fríamente rechazada cuando se dio cuenta de que su lugar en el corazón de él era insignificante. Como ya no podía soportar su frialdad, dio un paso atrás, solo para que él cambiara inesperadamente de actitud. Ella le desafió: "Si confías tan poco en mí, ¿por qué me tienes cerca?". Ethan, que antes se había comportado con orgullo, ahora estaba ante ella y le suplicó desesperado: "Nyla, he cometido errores. Por favor, no te alejes de mí".
Lucia Meller es mi vida, me enseño amar, me enseñó a adorarla, me mostró el mundo de forma diferente, le di todo lo que la vida me ofrecía, y se ha ido; se llevó mi vida, mi amor, dejándome el corazón y el alma hecha pedazos. Ahora me duele respirar, me duele amar, me duele la vida. La quiero, jamás podré volver amar a alguien como la ame a ella; la quiero de vuelta, la quiero conmigo, a mi lado donde pertenece; pero por más que la busco no la encuentro, es como si la vida me la hubiera arrebatado y eso me duele, ella me enseñó que se puede matar a un hombre, aunque se conserve la vida, sin embargo, me canse, no puedo llorar por alguien que no me quiere amar y aunque duele, hoy después de casi dos años le digo adiós a mi sirena; después de todo soy Gabriel Ziegermman. Un año desde que me aparte de Gabriel y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, amar a ese hombre es lo mejor que me ha pasado en la vida, a él le debo el hecho que hoy esté viva y tener a mi lado a mi mayor tesoro, él me enseñó que lo que se desea con el alma se obtiene, pero también me enseñó que amar duele, que su amor duele, a él le debo el dolor más grande, porque dejo de amarme, no fui suficiente para él, me enseñó que su madre, su exnovia y su destino no están conmigo, y aun así lo quiero de vuelta, sé que sus prioridades cambiaron; yo solo pedía una verdad sin embargo él prefirió engañarme y dejarme.Lo quiero olvidar y lo quiero conmigo, aunque no se lo merezca, pero como hago si amar ese hombre es mi arte. Ahora estoy de vuelta y lo único que quiero es tenerlo a kilómetros de distancia, porque me enseñó que yo también tengo derecho a cambiar mis prioridades. Novela registrada N ISBN 978-958-49-7259-0 Está prohibida su adaptación o distribución sin autorización de su autor. Todos los derechos reservados all rights reserved
Para pagar la deuda, desesperada y sin opciones, ella sustituyó a la novia y se casó con el hombre quien era conocido como un diablo al que todos temían y respetaban. Él le dio un mordisco a su dulzura y gradualmente se sometió a la lujuria adictiva. Antes de que se diera cuenta, ya era incapaz de liberarse de ella. El deseo desencadenó su historia, pero ¿cómo continuaría este amor condicional?
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