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Sophia ha trabajado para los Rochester durante algunos años, en ese lapso, ella creció laboralmente hasta llegar a ser la asistente de presidencia de unas de las empresas más importantes en exportación, pero una mañana recibe la noticia de que su jefe ha fallecido. El nieto mayor del señor Henry Rochester no le interesa tomar el control de la empresa, entre discusiones con su hermano menor, se le complican los planes cuando hay una lectura del testamento donde la asistente está en él y un acuerdo millonario por parte del señor Rochester...que no aprueba por nada del mundo.
Sophia
Las palabras de mi ex jefe invaden mi mente, me limpio de nuevo las lágrimas que se escapan mientras observo la fotografÃa de él, vestido en un traje de marca y acompañado de una gran sonrisa, una sonrisa que marca muchas arrugas de su rostro, luce feliz entregándome un reconocimiento como mejor empleada del año en empresas Rochester. Trago saliva con sentimiento y el dolor en mi pecho se instala con fuerza, dejo el portarretrato sobre mi regazo y cierro los ojos. El sollozo se escapa de mis labios sin poder evitarlo. La alarma suena distrayéndome unos momentos, abro los ojos y miro el reloj en la mesa de noche: 8:50 am, a las diez es el entierro.
Se escuchan pasos acercándose a mi habitación, es mi madre. Abre la puerta mientras da un toque con sus nudillos, su rostro muestra angustia. Me mira en silencio, entra y se sienta a mi lado.
-Necesitas un poco de color en tus mejillas, Sophia. Estás pálida.
-Estoy bien, madre. -ella pasa su brazo por mis hombros y lentamente tira de mà para recargarme a su costado. Lo hago sin rechistar. Cierro los ojos y lloro por unos minutos más. Ella no dice nada, sabe que me ha dolido la partida de mi mentor, de un amigo.
-No estás bien. Puedo conducir y llevarte. -me separo de ella, me limpio las lágrimas con el dorso, busco mi bolsa y doy con ella.
-Estoy bien. Tengo que irme, después del entierro...-se me corta la voz mientras camino en busca de mi bolsa, dejo el portarretrato en la otra mesa de noche. Alcanzo mi celular y camino para la puerta, detengo mi huida. -...regresaré a la empresa. No podré venir a comer...
-Está bien, Sophia. Llama cuando estés en la empresa... ¿S� -me vuelvo hacia mi madre quien sigue con su rostro cargado de preocupación.
-Si...-intento sonreÃr, pero no lo logro. Hago una mueca y salgo.
***
-Mi sentido pésame, Samuel. -le extiendo la mano a Samuel, el nieto menor del sr. Henry. Él arruga su frente y en lugar de aceptar mi mano, tira de ella y me abraza.
Comienza a convulsionar del llanto, mis manos lentamente responden el agarre. Samuel era muy cercano al sr. Henry, aunque como vicepresidente hacÃa a la perfección su trabajo, como nieto... hacÃa enojar mucho a su abuelo, aunque cada pelea tenÃa una reconciliación, siempre fue una relación de estira y afloja, ahora, en la ausencia, ¿Con quién va a pelear?
El sr. Henry habÃa fallecido de un infarto mientras dormÃa plácidamente en su cama, un dÃa antes, me habÃa dicho que se tomarÃa el dÃa siguiente, que por fin iba a descansar, pero no sabÃa que serÃa eternamente. Casi cinco años trabajando para él, la empresa es una exportadora de vino, siempre decÃa que sus tierras en California eran los mejores, que un dÃa tenÃa que llevarme para mostrarme el paraÃso de la uva, qué cuando finalmente se retirara, iba a vivir en aquellos viñedos, que cabalgarÃa por los atardeceres como lo hizo de joven junto a su padre, luego con su único hijo...y que un futuro, serÃa el dÃa de hacerlo con sus dos únicos nietos.
Nietos que habÃa criado él solo cuando su único hijo y la esposa habÃa fallecido en un accidente de carretera, les habÃa educado, les habÃa enseñado la empresa desde abajo, el único que se quedó a su lado fue Samuel, quizás por ser el menor, pero el otro hermano, se habÃa marchado a Inglaterra, dejando a su hermano y a su abuelo con la empresa en la ciudad de New York. Dice Samuel que la última vez que su hermano vio a su abuelo, fue hace cinco años, que habÃa terminado en una gran disputa, una que hizo que Henry Rochester hiciera maleta y se fuese a otro continente.
-Gracias por acompañarnos, Sophia, si no hubieses venido, hubiera ido por ti. -entrecierro mis ojos por encima del hombro de Samuel, a través de mis lentes de sol veo un hombre de traje negro impecable, de su brazo una mujer rubia, delgada y luce un elegante traje negro, con sombrero y todo.
-Creo que ha llegado alguien...-la gente comienza a acercarse a la pareja, Samuel se separa de mÃ, se vuelve hacia su espalda y entonces maldice entre dientes.
-Es Henry, mi hermano mayor y la bruja...es la prometida. -el hombre no deja de mirarnos, su quijada es tensa. -Pensé que no vendrÃa, ¿Por qué tiene que pasar una tragedia para poner el pie en la ciudad? Mi abuelo muchas veces le rogó para que viniera, ¿Ahora que se ha muerto es cuando lo hace?
-No lo he conocido en persona, solo por llamadas a la empresa... -susurro sin bajar de mirar, entonces me tenso cuando empieza a avanzar hacia nosotros. Samuel se pone a mi lado mientras se ajusta la corbata negra.
-Mierda, tarde o temprano tenemos que darnos el pésame, ¿No puedo simplemente dar la vuelta e irme?
Intenta hacerlo, pero mi mano atrapa su brazo, él se sorprende.
-Samuel...es el funeral de tu abuelo. -su rostro se descompone, sus ojos azules comienzan a cristalizarse, intento hacer algo, pero llega su hermano.
-Samuel. -el tono con el que usa el hermano mayor es frÃo, el ambiente se vuelve tenso en segundos. Samuel pone el mismo gesto.
-Henry. -no mira a la prometida.
-Tenemos que hablar. -dice Henry sin dejar de mirar a Samuel.
-Estoy ocupado como verás, después podemos hacerlo. ¿El lunes en la empresa?
Se hace un silencio más tenso.
-Mi sentido pésame, Samuel. -le dice la mujer rubia a Samuel, pero él no responde, es más, ni la mira.
-Samuel. -advierte Henry.
Entonces, Samuel gira su rostro unos centÃmetros hacia la rubia.
-Gracias. -dice de manera frÃa.
- ¿Y tú eres? -la rubia me mira detenidamente. Se baja un poco los lentes y me da un repaso descarado.
Samuel se pone frente a mÃ.
- ¿Cuánto tiempo estarán? ¿Hasta que den lectura al testamento? -pregunta a toda prisa Samuel, Henry se tensa más.
-SÃ, nomás a la lectura y nos marchamos. -Samuel asiente, pone una mano en el brazo de Henry y murmuran algo.
Se retiran, pero lo más escalofriante es ver como Henry no deja de mirarme. Su quijada es dura y las marcas de cómo aprieta su mandÃbula es fácil de ver.
Samuel se gira hacia mÃ, que sigo en mi lugar.
-Disculpa por lo de hace unos momentos, Alexandra Dorian es una...-asiento cuando no termina sus palabras.
-No te preocupes. Tengo que ir a la empresa...
Samuel se aprieta el puente de la nariz. Luego levanta su mirada y me observa detenidamente.
-Tienes que descansar, deja la empresa por hoy.
-Hay mucho trabajo, Samuel, además yo...-pone sus dedos en mis labios, eso me hace callar.
-Date un respiro, estamos pasando por algo fuerte, más tú...-trago saliva, retira sus dedos.
-Lo sé...-él sonrÃe a medias.
-Casi cinco años haciendo impecablemente tu trabajo con pasión, eres un humano no un robot...-sonrÃo a medias.
-Eso decÃa tu abuelo...-él sonrÃe.
-Lo sé. Anda, ve a descansar, haré que me desvÃen las llamadas a mi celular para que descanses. El lunes te espero como siempre a primera hora. ¿SÃ? -asiento lentamente dudando.
-Gracias. -tira de mi brazo para abrazarme, al soltarme él sigue su camino hasta la gente y recibiendo abrazos.
Camino hacia mi auto.
- ¿Sophia? -escucho una voz ronca y frÃa a mi espalda, me giro.
- ¿SÃ? -es Henry, viene hacia mà ajustando el botón de su americana, viene solo. Se retira sus lentes oscuros y yo hago lo mismo. - ¿Qué pasa, señor Rochester? -pregunto cuando se detiene frente a mÃ, tiene que bajar un poco la mirada hacia mÃ, su frente se arruga.
-Asà que tú eras la asistente personal y mano derecha de mi abuelo...-dice entre dientes, lo dice en confirmación.
-SÃ, soy yo. -levanto mi barbilla.
No dice nada, simplemente me da un repaso discreto.
-El lunes quiero que me facilites toda la información de la empresa, quiero todo a primera hora en el escritorio. Lo último que te ha dejado mi abuelo.
-SÃ, señor. -me tenso cuando ya no dice nada más, ahà está frente a mÃ, observándome en silencio. - ¿Necesita algo más?
- ¿Tú y Samuel...? -abro mis ojos como platos.
- ¡No, no, no! Es el vicepresidente, yo solo hago mi trabajo como asistente, hago mi trabajo y...-detengo mi justificación. - ¿Por qué lo pregunta? -eso sale sin filtro.
Él se tensa más.
-Te veo el lunes a primera hora. -se gira y desaparece entre los autos.
Estoy atónita. Ahora el nieto mayor del sr. Henry...tenÃa un rostro, realmente existe el hombre, intento controlar mis pensamientos, fantaseaba con esa voz tan masculina cuando llamaba todos los dÃas a las ocho de la mañana, "Sophia, pásame a mi abuelo" "Sophia, dile a mi abuelo que la videoconferencia es a las doce" "Sophia, dile a Samuel que conteste el maldito teléfono" "Sophia... ¿Qué hace aún en la oficina?"
Finalmente entro al auto y me marcho a casa pensando en la promesa que me hizo hacerle antes de fallecer...
"No abandonar Empresas Rochester por nada del mundo."
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