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Un amor que trasciende los limites de la Realidad. Un amor que vivirá decenas de historia en la cosmologia del Universo. ¿Estaban destinados a encontrarse o su encuentro fue productor de la casualidad?
Edgard Barrington POV
SentÃa el dÃa cálido. Debajo de mà el banco de hormigón estaba caliente y era un poco incómodo, pero aun no me sentÃa cómodo paseando por aquÃ. HabÃa memorizado el camino pero de todos modos, seria embarazoso si me perdiese. SabÃa como llegar a mi siguiente clase desde este banco. Me quedarÃa aquà sentado hasta que llegase la hora. Era más fácil asÃ.
No recordaba que alguna vez hubiese hecho tanto calor en Chicago y me preguntaba cómo la gente de Luisiana podÃa tratar con ello. Estábamos en septiembre ¿No se suponÃa que debÃa de bajar la temperatura un poco al menos?
Se levantó una brisa fresca, revolviendo mi cabello. Como si no lo estuviese suficiente. Pasé mis dedos por él inútilmente. Ajusté mis gafas de sol, empujándolas más sobre mi nariz.
HabÃa mucho ruido en el campus. PodÃa oÃr la risa de la gente y la música que salÃa de los coches al pasar. ParecÃa un lugar feliz. Lo disfruté.
-¿Está ocupado este asiento?- Oà una voz suave a mi lado. Escuché sus pisadas mientras ella se acercaba pero esperé a que pasase de largo. Por lo general yo era ignorado.
-No. Adelante.- Agité mi mano frente a mà como una invitación. Que ella aceptó.
Escuché el crujido de su ropa cuando se sentó. Miré al frente para no ponerla nerviosa. ParecÃa joven, quizás estuviese en sus vente, sino era más joven. El olor dulce de las fresas inundó mi rostro.
-¿Hace un dÃa precioso, verdad?- Preguntó con un tono familiar.
-Parece agradable.- Contesté. Me preguntaba si ella lo sabÃa. La mayorÃa de la gente parecÃa entenderlo ¿PodÃa ser ella tan despistada?
-El cielo es de un encantador azul.- Dijo suspirando. SÃ, era despistada.
-No lo sé.- Dije, mi voz se volvió agria. Generalmente podÃa controlarme pero hoy no podÃa.
-¿Qué quieres decir?-
-Soy ciego.- Declaré cortante. Decidà que era hora de irme. Estaba seguro de que era un poco pronto pero, podÃa esperar afuera hasta que el profesor llegase. Me levanté, abriendo mi bastón, utilizándolo de mala manera.
-¡Oh... Oh! ¡Lo siento!- La escuché decir detrás de mÃ, pero seguà andando. Estaba seguro de que lo dejarÃa ahÃ.
No, al parecer era despistada y cabezota. Demasiado.
Escuché el ruido de sus zapatos contra el suelo., corriendo detrás de mÃ. Suspiré, y caminé un poco más rápido.
-¡Lo siento! He estado tan... ausente. No querÃa ofenderte.-
-Está bien. Tengo que ir a clase.- Mi voz se volvió todavÃa más cortante. No sabÃa lo que me pasaba. La cólera se formó en mi estomago haciendo que mi pecho doliese. Con cuidado di dos pasos hacia el edificio y busqué la puerta.
-¿Quieres que te ayude?- Escuché preguntar a la muchacha que estaba junto a mÃ.
-Escucha, he recibido un montón de ayuda a lo largo de mis dieciocho años. Estoy bien. Gracias.- Dije con voz muy baja, cruel. Finalmente encontré el picaporte y abrà la puerta. Continué mi camino dentro, sintiendo las paredes de mà alrededor. No oà sus pasos tras de mÃ.
-Lo siento...-Dijo finalmente, probablemente a diez pasos de mi. TodavÃa estaba en la puerta. Y sonaba como si estuviese al borde de las lágrimas.
Me sentà horrible. ¿Por qué era tan idiota? Una persona normal no sabÃa inmediatamente que era ciego. Probablemente pensó que estaba descansando en un banco viendo a la gente del patio. Suspiré y me pasé los dedos por la frente. Me apoyé contra la pared y suspiré.
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