/0/5566/coverbig.jpg?v=58f323fdc84e6db3705dfc8479135c3a)
-¿Por qué me besaste? -Lo siento señor Brown, es que yo... pensé que... bueno... sé que no debí pero... es que yo me enamoré de usted. - ¿Qué hiciste qué? Estas comprometida, por Dios, ¿Qué te hizo pensar que tú me interesas? Además yo tengo novia. -Nada señor Brown, disculpe mi atrevimiento, no volverá a suceder. Que tenga buena noche. Y así fue como todo inició, bajo la lluvia.
Eran las 9:30 de la noche de un viernes. La lluvia no paraba de caer. En el piso de gerencia estábamos solo mi jefe y yo. Debíamos terminar el informe financiero para la junta del lunes a primera hora. Todos los días 1 de cada semestre había que presentar un informe a la junta de accionistas. Por eso aún estábamos en la oficina.
-Bueno Sara, creo que ya no doy más, me voy, iré a casa necesito descansar, hoy fue un día muy largo.
-Tranquilo señor Brown, yo seguiré un poco más, igual mañana daré una última revisión. Todo saldrá bien, pierda cuidado.
-Gracias Sara, no sé qué haría sin ti.
El toque de la mano de mi jefe a mi mano me calentó en cuestión de segundos, el roce de sus dedos se sintió como carbones encendidos que quemaban, su toque me estremeció, todo mi cuerpo tembló y un cosquilleo me recorrió por completo. En estos momentos debo parecer idiota con la cara toda colorada y una mirada de boba.
-Sara... Sara...
Unos dedos tronando frente a mis ojos me hicieron despertar de ese rico sueño con mi jefe.
-Te estoy hablando, en qué mundo andas mujer.
-Lo siento señor Brown, me perdí por un momento. Me decía.
-Sí, te decía que mañana cuando termines los gráficos que acompañaran el informe, me envíes una copia para hacer la última revisión. No quiero que se nos pase algo, esta junta es importante para determinar nuestra continuidad en la empresa. No quiero que papá me diga: "Te das cuenta Charles, no eres el indicado para dirigir mi empresa, busca otra cosa que hacer... y bla... bla... bla". (imitación con voz de viejito).
Dejé escapar una risita, pero era verdad el señor Brown padre era viejo amargado y gruñon.
-Como usted diga señor. Pero en realidad yo pienso que usted ha hecho... bueno, usted está haciendo un buen trabajo. Todos en la oficina lo saben.
-Gracias Sara, eres muy especial.
Con esas dulces palabras salí de su oficina y me dirigí a mi lugar para terminar de organizar los informes y tenerlos listos para así realizar los gráficos.
En cuanto llegué a mi puesto suspiré como la tonta que era, porque en realidad soy una tonta, desde que llegué a trabajar aquí con el señor Brown, no he parado de suspirar por él.
-Cálmate Sara, controla tus hormonas por Dios -me dije a mi misma.
En ese momento se escuchó la puerta de su oficina cerrarse y allí estaba él, el hombre por el que suspiraba todos los días, tan guapo, tan varonil y sexi, todo un adonis, elegante, fuerte, vigo...
-Hasta mañana Sara, que descanses.
-Hasta mañana señor Brown, igualmente que descanse.
Y salió de la oficina para llegar al elevador. Lo seguí con la mirada hasta que las puertas se cerraron, suspiré como la idiota que soy... Porque eso soy yo, una tonta que está a punto de casarse y él un hombre con un noviazgo, un extraño noviazgo.
-¡Dios, si serás tonta Sara! Olvidaste entregarle el portafolios con los informes anteriores a tu jefe.
Reaccioné en cuestión de segundos, no podía dejar que mi jefe se fuera sin esos informes, porque mañana él no vendría a la oficina, ya que tenía un "viaje con su novia" (siéntase la molestia) a casa de los padres de ella.
Cómo pude salí corriendo de la oficina para tomar el ascensor, pero nada, mi jefe iba en él. Lo mejor serán las escaleras.
-Espero no matarme intentando bajar 10 pisos -pensé.
Apenas llegué al lobby salí a la calle, allí debía encontrarlo saliendo del estacionamiento. Y así fue, efectivamente el señor Brown salía del estacionamiento en su auto.
-Señor Brown, señor... -Cómo pude me tiré frente a él, era eso o que se fuera sin darse cuenta de los documentos que necesitaba.
El carro de mi jefe paro en seco. ¿Me golpeó? Solo un poco, creo que ni me tocó, pero el susto y la adrenalina por mi osadía hicieron que cayera al suelo mojado, más bien, empapado, porque aún no paraba de llover, pero logré que el señor Brown bajara de su auto, lo malo es que se veía muy alterado.
-¡Por Dios Sara! ¿Cómo se te ocurre lanzarte de esa manera? ¿Estás bien?
-Eh... sí, sí estoy bien.
El señor Brown se inclinó hacia mí para ayudarme a colocar en pie. Se veía tan sexi con el cabello mojado y las gotas de lluvia bajando por su rostro. Sus labios tenían una tonalidad rosada por el frío que estaba haciendo y sus ojos azules, se veían de un azul muy intenso. Y ni hablar de sus fornidos brazos que se marcaban a través de su camisa empapada. Podía ver con total claridad su musculoso y velludo pecho. ¡Dios estoy delirando!
-Ven, déjame ayudarte.
Sentí sus grandes y fuertes manos en mis brazos. La fuerza con la que me ayudó a levantar me hizo sentir suya por un momento.
-¿De verdad estás bien?
La angustia en su voz, la forma en como retiraba mechones de cabello de mi rostro y la angustia en su mirada reparando mi cara y mi cuerpo me dieron el impulso que tanto temía dar.
Lo besé, lo besé con anhelo, con hambre. Lo besé dejando mi alma y mi corazón en ese beso. ¿Me correspondió? Al principio no, pero después de unos segundos se entregó.
Su boca buscó más de lo que yo estaba dando, porque sentí su lengua pedir permiso para entrar, y se lo di, claro que le di el permiso que necesitaba para ser, aunque sea con un beso, suya en ese momento.
Sentí su lengua invadir mi boca y hurgar en ella, sentí como disfrutaba de mis labios, sentí como me atraía a su cuerpo, ese tibio y acogedor cuerpo.
Sentí ese cosquilleo del que muchas hablan, ese que inicia en alguna parte y se riega por todo tu cuerpo hasta llegar a allí, a esa parte de la que muchas no queremos hablar, esa parte que se ha vuelto un tabú para algunas y un descaro para otras. Sentí esas cosquillas invadir mi intimidad, sentí como los músculos de mis partes de contraían y me hacían sentir deseosa, sentí ese calorcito acogedor que sube hasta la cara y te sonroja en cuestión de segundo. Claro que lo sentí... Pero ¿Él lo sintió?
Solo fueron unos segundos, o quizás fue un minuto, no lo sé, pero cuando nuestros pulmones necesitaron aire, porque nos estábamos comiendo la boca, él tomó consciencia de los que pasaba y me alejó por los hombros.
-No Sara ¿Por qué me besaste? Además, yo... no debí corresponder, lo siento.
¿Qué? ¿Escucharon eso? Dijo ¿Lo siento? Cómo se puede disculpar después de semejante beso calenturiento que nos dimos. Es que no sintió lo que yo sentí.
Definitivamente soy una tonta.
-Lo siento señor Brown, es que yo... pensé que... bueno... Sé que no debí, pero... me enamoré de usted.
- ¿Qué hiciste qué? Sara tú estás comprometida a matrimonio, por Dios, además, ¿Qué te hizo pensar que tú me interesas?
Él no dijo eso, cierto.
-Nada, disculpe mi atrevimiento, no volverá a suceder. Que tenga buena noche señor Brown.
Y así fue como mi historia de amor no correspondido empezó, bajo la lluvia.
*Versión editada* Ella jamás pensó que después de 15 años de matrimonio y un terrible divorcio encontraría el amor, pero en la persona que menos esperaba. ¿Aceptará su destino? o seguirá con su vacía vida. Él no es más que un millonario futuro heredero del negocio familiar, egocéntrico, mujeriego, arrogante, pero que al igual que ella, encuentra el amor en quien menos esperaba. Aceptarán su destino o dejarán que sus vidas sigan el mismo rumbo de siempre. Acompáñame a descubrir lo que sucederá con Rebecca y Arturo.
El pasado es como una cruz invisible que va marcando el camino de nuestro destino. Para Boris Vólkov su pasado no es más que una maldición que lo persigue diariamente, la sangre de sus víctimas lo atormentan y los fantasmas le reclama la vil forma en que sus almas fueron cegadas. Angeline Evans, es la sobreviviente de ese pasado que hoy busca cobrar venganza. La crudeza con la que la vida de sus padres fue arrebatada es el recordatorio de su propósito en la vida y del por qué seguir adelante: encontrar al culpable y hacer justicia. Una justicia que se ve empañada con un lujurioso, pasional y el libidinoso encuentro entre estás dos almas perdidas que solo buscan, cada una de forma independiente, sanar su tormento y liberarse del peso y del dolor que les dejó el destino. Ambos se envuelven en un torbellino de pasión que, aunque los sana, también los condena. ¿Podrá el amor salvar sus almas de las tormentas del pasado o el dolor y el rencor se apoderará de sus corazones?
Ella jamás pensó que después de 15 años de matrimonio y un terrible divorcio encontraría el amor, pero en la persona que menos esperaba. ¿Aceptará su destino? o seguirá con su vacía vida. Él no es más que un millonario futuro heredero del negocio familiar, egocéntrico, mujeriego, arrogante, pero que al igual que ella, encuentra el amor en quien menos esperaba. Aceptarán su destino o dejarán que sus vidas sigan el mismo rumbo de siempre. Acompáñame a descubrir lo que sucederá con Rebecca y Arturo.
Clarissa Chapman, un día, al entregar preservativos a una habitación de hotel, descubrió que su cliente era su... ¿prometido? ¡Atrapó a su prometido y media hermana en la cama! ¡Solo entonces Clarissa se dio cuenta de que su novio de seis años la había engañado! ¿Qué es más ridículo? Su padre dijo que era porque ella no era atractiva y su hermana lo merecía más. Dejó a su prometido idiota, ¡se encontró con su Sr. Correcto en una aventura de una noche! Espera... ¿por qué este hombre se veía exactamente parecido al CEO multimillonario - Anderson Jordan en la televisión? Anderson era de muchas cosas, guapo, considerado y leal. Nunca imaginó que un apuesto como Anderson se enamoraría de ella, hasta ese día... Su familia de pesadilla la encontró, tratando de arrastrarla al pasado miserable... otra vez...
Corinne dedicó tres años de su vida a su novio, pero todo fue en vano. Él no la veía más que como una pueblerina y la dejó sola en la boda para estar con su verdadero amor. Tras ser despechada, Corinne recuperó su identidad como nieta del hombre más rico de la ciudad, heredó una fortuna de mil millones de dólares y acabó llegando a lo más alto. Pero su éxito atrajo la envidia de los demás, y la gente trató constantemente de hundirla. El Sr. Hopkins, famoso por su crueldad, la animaba mientras ella se enfrentaba uno a uno a esos alborotadores. "¡Así se hace, cariño!".
En opinión de todos, William se había casado con Renee bajo la presión. Ahora que su verdadero amor había vuelto embarazada, no podían esperar a que abandonara a Renee. Sorprendentemente, Renee fue sincera sobre la situación: "Para ser franca, soy yo la que pide el divorcio todos los días. Lo deseo incluso más que cualquiera de ustedes". Pero ellos ignoraron su comentario como un mísero intento de salvar las apariencias. Hasta que William hizo una declaración: "El divorcio está fuera de discusión. Cualquiera que difunda falsos rumores se enfrentará a consecuencias legales". Renee estaba confundida. ¿Qué planeaba hacer ahora este loco?
Era una doctora talentosa de fama mundial, CEO de una empresa que cotiza en bolsa, la mercenaria más formidable y un genio de la tecnología de primer nivel. Marissa, una magnate con una plétora de identidades secretas, había ocultado su verdadera identidad para casarse con un joven aparentemente empobrecido. Sin embargo, en vísperas de su boda, su prometido, que en realidad era el heredero perdido de una familia adinerada, canceló el compromiso, incluso la humilló y se burló de ella. Cuando las identidades ocultas de la chica salieron a la luz, su exprometido se quedó atónito y le suplicó desesperadamente que lo perdonara. De pie, protector ante Marissa, un magnate increíblemente influyente y temible declaró: "Esta es mi esposa. ¿Quién se atrevería a quitármela?".
Rena se acostó con Waylen una noche cuando estaba borracha. Y como ella necesitaba su ayuda mientras él se sentía atraído por su belleza juvenil, lo que se suponía que sería una aventura de una noche se convirtió en algo más. Todo iba bien hasta que Rena descubrió que el corazón de Waylen pertenecía a otra mujer. Cuando esa mujer regresó, dejó de volver a casa, dejándola sola por muchas noches. Finalmente, un día, la pobre chica recibió un cheque y unas palabras de despedida. Para sorpresa de Waylen, Rena solo sonrió y dijo: "Fue divertido mientras estuvimos juntos, Waylen. Pero espero que no nos volvamos a ver nunca más. Que tengas una buena vida". Sin embargo, por voluntad del destino, los dos se volvieron a encontrar. Al ver que Rena tenía a otro hombre a su lado, los ojos de Waylen ardieron de celos y gritó: "¿Cómo diablos lograste seguir adelante? ¡Pensé que solo me amabas a mí!". "¡Es pasado!", Rena se burló, "hay demasiados hombres en este mundo, Waylen. Además, tú fuiste quien pidió la ruptura. Ahora, si quieres salir conmigo, tendrás que hacer cola". Al día siguiente, Rena recibió un anillo de diamantes y un mensaje del banco de que alguien había transferido miles de millones a su cuenta. Waylen apareció, se arrodilló frente a ella y dijo: "¿Puedo saltarme la fila, Rena? Todavía te quiero".
En su borrachera, Miranda se acercó audazmente a Leland, sólo para encontrarse con su mirada fría. La inmovilizó contra la pared y le advirtió: "No me provoques. Dudo que puedas soportarlo". Poco después, su compromiso se canceló, dejándola en la indigencia. Sin otras opciones, Miranda buscó refugio con Leland. Con el tiempo, asumió el papel de madrastra, cuidando a su hijo. Llegó a comprender que la decisión de Leland de casarse con ella no se debía solo a que ella era obediente y fácilmente controlada, sino también porque se parecía a alguien que él apreciaba. Ante la solicitud de divorcio de Miranda, Leland respondió con un abrazo desesperado y una súplica para que reconsiderara su decisión. Miranda, impasible, respondió con una sonrisa de complicidad, insinuando un cambio en su dinámica. El señor Adams, que siempre fue el controlador, ahora parecía ser el atrapado.