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Marcus se marchó pensando que así Mía mejoraría, pero nada más lejos de la realidad. Después de volver a encontrarse sola, se derrumbó. Tardó cerca de un año en volver a encaminar su vida, se trasladó a un pequeño pueblo costero para trabajar de lo que más le apasionaba, pero allí se encontró con la última persona del mundo que pensaba que volvería a ver; su marido.
EPÍLOGO
Desde que Marcus se fue todo me cuesta muchísimo.
Levantarme de la cama y asearme para seguir con mi día a día se ha convertido en todo un reto, pero no quiero causar más problemas.
Todos en el castillo son muy simpáticos conmigo, demasiado como para que me sienta cómoda, hasta Killian ha empezado a mirarme con pena, así que llevo unos días esquivándolos a todos.
Paso mucho tiempo en el bosque, justo en el claro donde Marcus me sorprendió con el picnic y donde decidí comenzar a confiar en él.
Llevo tantos días llorando a escondidas que ya he perdido la cuenta, creo que hace cuatro o cinco semanas que se fue, o tal vez hace mas, no estoy muy segura. Pero en el fondo de mi corazón entiendo que se alejara de mi, al fin y al cabo soy la mujer que decidió ponerse delante de dos balas y matar a su hijo ¿quién querría estar conmigo?
Me levanto de la hierba, me acomodo el chal sobre los hombros y camino de regreso al castillo. El otoño amenaza con llegar y los días son más fríos y cortos.
Lea está sentada en una de las tumbonas hablando con Dante. Ya es oficial su relación. Me alegro muchísimo por ellos, son personas maravillosas que se merecen ser felices.
Levanto la mano y los saludo. Se han acostumbrado a mis silencios, así que levantan la mano y me saludan con una triste sonrisa. Odio ver la pena pintada en el rostro de los demás.
Subo las escaleras hasta la planta donde se encuentran todas las habitaciones. Killian sale de la suya.
- ¿Cómo estás? - Pregunta acercándose.
Destrozada, rota, no creo que pueda volver a ser la misma que era antes de todo esto, pero las personas no quieren escuchar la verdad y dudo que Killian se preocupe realmente por mi.
- Bien, gracias.
En lugar de entrar en mi habitación para descansar un rato, decido subir a uno de los torreones. Me gustan las vistas y escuchar como el viento choca contra los muros de piedra y tiene que desviar su camino para poder pasar.
Coloco las manos sobre la barandilla de piedra maciza. Una idea fugaz pasa por mi cabeza. Jamás se me había ocurrido, pero tal vez es la solución a todos mi problemas, al dolor que siento desde que me levanto hasta que me acuesto.
Los demás no pueden entenderme, saben que estoy triste, pero no comprenden que llega un punto en el que el dolor sale del corazón y envuelve todo tu cuerpo, las articulaciones, los músculos, se convierte en un dolor real y que llegas a un punto crítico en el que sólo quieres que se termine, da igual como, pero que se acabe.
Me agarro a la pared y coloco un pie sobre la barandilla, me impulso y coloco el otro. De pie sobre la piedra de diez centímetros es la primera vez que puedo sonreír.
Respiro profundo un par de veces antes de hacer lo que quiero hacer. La puerta a mi espalda se abre de golpe.
- Mía - Dice tranquilamente Killian - Baja de ahí, venga, vamos a hablar.
Giro la cabeza y veo como se acerca despacio a mi. Cuando quería vivir, él solo pensaba en acabar conmigo y ahora que quiero morir tampoco me deja.
- No te acerques - Ordeno - déjame sola.
- Sabes que no puedo hacer eso.
Da otro paso hacia mi con las manos levantadas intentando calmarme.
- ¿Por qué? Tu siempre has querido que esto pasara y mi padre y mi hermano también - Mi ojos se anegan de lágrimas una vez más. Cada vez que lo digo en voz alto soy consciente de lo sola que estoy - Y ahora seguramente también Marcus.
Dejo de mirarle para ver la vista impresionante que hay delante de mí. Solo tengo que adelantar un pie y dejarme caer, es fácil. Un segundo y todo se terminará.
Hago lo que mi cerebro me pide a gritos. Levanto un pie y lo adelanto, dejándolo flotando en el aire, me inclino hacia delante y me dejo caer.
La calma que por fin me había envuelto solo dura un segundo, el tiempo que tarda Killian en correr hacia mi y rodear mi cintura con sus manos. Tira de nosotros hacia atrás y caigo encima de él.
- ¡Estas loca! Podrías haberte matado.
No me dejan vivir y tampoco morir ¿qué narices quieren?
- ¡SUÉLTAME! ¡DEJADME TODOS EN PAZ! - Me revuelvo entre sus brazos para que afloje su agarre.
Killian no me suelta y la rabia que siento da paso a la tristeza. Dejo de golpearle y termino enterrando la cabeza en su pecho y llorando.
- Tienes que ser fuerte - Susurra acariciándome la cabeza.
- No puedo, no puedo seguir así. He matado a mi hijo por eso Marcus se fue - Admito llorando - Ya está Killian, ya no tengo más fuerzas.
Escucho un suspiro largo. Cierro los ojos dejando que mis lágrimas sigan rodando por mis mejillas.
- Voy a ayudarte.
Me coge en brazos y me lleva a mi habitación, me deja sobre la cama y hago como todas las veces anteriores al acostarme, me tumbo de lado y me acurruco.
Killian saca su teléfono y escribe algo, pero no se va, se sienta sobre la butaca a esperar, no se el que y tampoco me interesa.
Un par de horas más tarde la puerta se vuelve a abrir y aparece mi hermano, Paul camina hasta la cama.
- Voy a prepararlo - Dice Killian justo antes de salir de la habitación.
Mi hermano se sienta en el borde de la cama y acaricia mi cabeza.
-Siento que te hayamos destrozado.
Se le quiebra la voz, si fuera otro momento saltaría sobre sus brazos contenta porque por fin se haya terminado la venganza, pero no puedo sentir nada, así que me quedo tumbada como estoy mirando fijamente la pared. A quien le importa lo que haya pasado.
- Vas a mejorar, vamos a cuidarte - Continúa hablando.
Pasan las horas y en ningún momento me dejan sola. Cuando comienza a anochecer vuelve Killian con unos papeles en las manos. Mi hermano se aleja de mi cama y camina hacia él. Intercambian algunas palabras y finalmente los dos se vuelven a acercar a la cama.
Killian se agacha hasta quedar a mi altura.
- Esta noche vas a ingresar en un centro, queremos ayudarte y que mejores ¿vale?
El hombre que dijo que Marcus había puesto mi tumba en el panteón familiar para bailar sobre ella dice que quiere ayudarme.
- Vale - Es lo único que puedo decir. Cada palabra pesa como una losa.
Mi hermano me coge en brazos y me saca de la habitación. Bajamos las escaleras y me encuentro con las tristes miradas de Dante y Lea que me sonríen por última vez. Killian abre la puerta trasera del coche y mi hermano me acomoda sobre el asiento, me ata el cinturón y cierra la puerta. Da la vuelta al coche y se acomoda a mi lado. No se que puede temer que haga dentro de un coche como para pegarse a mi como una lapa.
Killian conduce durante lo que parece una eternidad, pero finalmente llegamos a un edificio enorme, rodeado de árboles y con el ruido de un riachuelo por algún lugar.
Otro hombre sale a recibirnos para indicarnos el camino. Entramos a un despacho donde un hombre mayor con gafas nos espera. Le explican a mi hermano y a Killian más o menos lo que van a hacer, yo dejo de escuchar al momento.
Después de firmar un montón de pepeleo nos indica donde está mi habitación. Es grande, con todo tipo de comodidades, y es una jaula, pero ¿a quién le importa?
Llaman a la puerta, que está abierta. Un hombre joven espera para pasar.
- Tu debes de ser Mía - Dice entrando por fin.
Asiento.
- Soy Tom, voy a ser tu psiquiatra, pero por encima de eso espero que seamos amigos.
¿Este Tom sabe mi historia? ¿Cree que tengo solución? ¿Piensa que puede llegar aquí con todos sus títulos y volver a poner en orden mi vida?
Los tres hombres me observan con emoción, es una lástima que no se hayan dado cuenta que no hay una salida para mi.
Ariana cree que lo tiene todo; Amor, trabajo, estabilidad, amigas, una vida tranquila que disfruta junto a su pareja. Un día vuelve a casa pronto de trabajar y encuentra a Mike, su novio, con otra chica. Le ha dado demasiadas oportunidades y decide que ya no hay más. Se muda lejos de Nueva York para comenzar de cero. Su camino termina en un pequeño pueblo rodeado de nieve. Allí hay un hombre igual de roto que ella. Necesita una maestra para su hija pequeña y gracias a una amiga, Ari consigue el trabajo. No todo es tan perfecto como parece al principio y puede que ame y odie a partes iguales a Dominik Stone. ¿Qué ocurre cuando el amor y el dolor se mezclan? ¿Cuando abres un camino sin cerrar otro?
¿Sabeis que es lo que ocurre cuando el tío con el que te llevas viendo un mes aparece en tu empresa para luchar por tu ascenso? Pues eso es justo lo que me pasó a mi. El hijo del jefe después de media vida fuera, decide que quiere hacerse cargo del buffet de abogados que dirige su padre. El que consiga el contrato multimillonario por el que lleva la empresa luchando meses se convertirá en el jefe. Comienza la guerra. Un juego peligroso. Me da igual lo bueno que esté, lo fantástico que sea en la cama o ese cuerpo de escándalo que tiene. Dicen que en el amor y en la guerra todo vale. El hombre dulce y atento desaparece en cuanto pone un pie dentro de la Oficina, y se convierte en un auténtico diablo; despiadado, frío y calculador. Dispuesto a luchar por lo que según él, le pertenece.
Os voy a contar como me encontré en medio de dos bandas rivales, dos mafias enemigas desde siempre, dirigidas por dos hombres fríos y crueles, uno de ellos mi padre; organizó mi asesinato. El otro es Marcus Moretti, mi marido, el hombre que se casó conmigo y me engaño y el día siguiente a nuestra boda me contó todo y me dejó con el corazón destrozado. No podía hacer otra cosa más que simular un suicidio y largarme lejos de ellos dos. Lejos de las drogas, los asesinatos y del hombre dueño de mi corazón. Mi nombre; Mía Carusso, dejará de existir esta noche. Tal vez debería haberme ido más lejos porque no se en que momento, meses después, nos encontramos cara a cara y el dolor y la venganza vuelve a encontrarme. La única diferencia es que ahora Marcus no piensa volver a perderme de vista. No tengo escapatoria.
Katherine Wells es la única heredera del trono británico. Debido a las constantes guerras entre la mayoría de los paises y para buscar apoyos, su padre decide casarla con uno de los grandes... Antes de la boda deciden que pase una temporada en el palacio de su futuro marido con la esperanza de que, de ese modo, resulte menos traumático. Al llegar se encuentra con que el principe la desprecia, con total seguridad por ver limitados sus escarceos amorosos con con una de las criadas. Katherine se encuentra en una encrucijada. Seguir a su orgullo y abandonar a ese hombre que no la quiere allí, o cumplir su papel de princesa e intentar por todos los medios conquistarlo para que su familia no sufra la humillación de ser rechazada.
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