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Alejandro es el hijo único de la familia Alvarado. Su rebeldía de niño rico lo caracteriza y lo hace ser el dolor de cabeza de sus padres. Comprometido con Gabriela, una modelo de talla internacional a la que solo le importa su estatus en el mundo de los ricos. Abril es la nueva sirvienta de la casa, una chica muy amable, hermosa y sobre todo inteligente. Solo tiene una debilidad: ser pobre y huérfana, no tiene a nadie más que a su madrina que decidió traerla cuando los padres fallecieron. A pesar de las advertencias que les hicieron de no enamorarse, el destino les tiene preparada una sorpresa. Ellos terminan envueltos en una relación no aceptada por sus familiares. ¿Será que el amor no mide consecuencias? Te invito a que te quedes y disfrutes de un romance con la sirvienta.
El autobús se detuvo en aquella carretera solitaria, de él bajó Abril, acompañada por una maleta. Sus padres habían fallecido y su madrina insistió en que viniera a trabajar con ella a la casa de una familia millonaria.
Abril volvió a revisar en su teléfono la dirección que su madrina le envió y, llena de miedo, comenzó a caminar por aquella carretera que se supone la llevaría a la mansión de los Alvarado.
De pronto un auto se detuvo y un hombre le pidió que subiera, que la llevaría a donde quisiera ir. Ella se asustó, tomó una piedra del suelo y la lanzó antes de salir corriendo. Con la mala suerte de que aquella roca impactó en la cabeza de aquel hombre, dejándolo inconsciente dentro de su auto deportivo.
Con el corazón palpitando al borde de salir de su pecho, ella finalmente llegó a la enorme casa. Su madrina la estaba esperando en el portón, la recibió con cariño y la llevó a la casa de empleados para que se instalara en su misma habitación.
Abril no quiso comentar sobre el incidente que había ocurrido en el camino; total, ya estaba en un lugar seguro.
-Te presentaré con los patrones. Por favor, demuestra que eres una niña educada y trabajadora. -Le aconsejó su madrina.
Abril aceptó. Anteriormente, ella nunca había causado problemas hasta ahora que aquel loco de la calle la quiso secuestrar. La esposa del patrón se sintió incómoda al ver que la nueva sirvienta es demasiado joven, ella teme que en cualquier momento se involucre con su hermoso hijo.
-Escucha, no quiero que salgas de la cocina cuando mi hijo esté en casa. -Le advirtió.
-No se preocupe, señora. -Le respondió con una reverencia.
A solas el esposo regañó a la señora por haberle metido miedo desde el primer día a la joven. Él la vio con buenos ojos y no con malas intenciones para con su hijo.
-Madrina, ¿por qué cuidan tanto a su hijo los patrones? -preguntó confundida.
-Ah, ni menciones a ese muchacho. Es demasiado consentido por ellos y por obvias razones cuidan su linaje.
Pero tú no vienes a eso, mi niña. Estarás por unos días aquí y luego buscarás un trabajo de acorde a tu profesión. -Le recordó con cariño. Por una parte, ella temía que su ahijada se enamorara del joven de la casa y acabaran en la calle las dos.
Más tarde se escuchó el escándalo de que al hijo lo habían encontrado inconsciente y que estaba siendo atendido en un hospital. En ese momento, Abril no caía en cuenta de que se trataba de la misma persona que ella golpeó en defensa propia.
Por la noche llevaron al joven a casa. Abril y los demás sirvientes ya estaban durmiendo. A la hora del desayuno, la señora pidió que la comida de su hijo la llevaran a su habitación, él aún no está recuperado y lo mejor es que no salga de la cama.
-Hija. Lleva esta bandeja a la habitación del joven, mientras yo terminaré de sacar las galletas del horno. -Pidió su madrina, que, aunque tiene claro que Abril no puede estar fuera de la cocina, se arriesgó a enviarla.
Abril tocó la puerta de la habitación que su madrina le indicó. Sobre la cama estaba acostado y envuelto de pie a cabeza el famoso heredero.
-Joven, su desayuno está listo. -Informó.
-Gracias. ¿Podrías traerme un vaso con agua, por favor? -Pidió, saliendo de su escondite.
-¿Tú?
-¡Tú!
Dijeron al mismo tiempo los dos. Ambos estaban sorprendidos, pues, no esperaban reencontrarse en esa circunstancia.
-¿Qué haces en mi casa? -reclamó con arrogancia.
-Disculpe, joven, yo... solo hago mi trabajo. Ya me... retiro... -respondió, titubeando.
-Espera. Por tu culpa, casi pasé la noche en un hospital. Me golpeaste con una piedra, ¿y ahora quieres actuar como si nada haya pasado?
-Lo siento mucho, joven. Pensé que era un secuestrador y esa fue mi única manera de defenderme.
-Te entregaré con la policía.
-No. Por favor, no lo hagas, te lo ruego. Entiende que no fue mi intención hacerte daño.
-Si quieres que me mantenga en silencio, tienes que atenderme exclusivamente de ahora en adelante.
-¡Qué! Imposible, tu madre me matará, ella ya me advirtió que no me acerque a su querido hijo de cristal.
-¿Cómo me llamaste?
-Eh...
-¡Hijo!... -Se escuchó la voz de su madre que estaba en la puerta a punto de entrar.
-¡Ah, tu madre me quitará el trabajo! -dijo asustada.
-Escóndete aquí, no dejaré que ella se acerque. -Le dijo él, ayudando a que no la echen de casa.
Abril, sin pensarlo dos veces, se escondió debajo de la sabana, demasiado pegado al cuerpo de su enemigo.
-Estoy bien, mamá, ya me han traído el desayuno.
-¿Necesitas ayuda?
-Mamá, mis manos están sanas. -Se quejó avergonzado.
La señora salió de la habitación. Ella no se percató de que a su hijo lo estaba abrazando la sirvienta por debajo de la sabana.
-¿Ya se fue?
-Todavía no. -dijo en un susurro. -Acuéstate encima de mí para que no se note ancho el espacio.
-¿Me estás vacilando? ¡Idiota! -renegó ella al caer en cuenta de que no había nadie más en la habitación.
-¡Espera! ¡Oye, no he terminado contigo! -reclamó Alejandro cuando ella lo dejó solo y salió por la puerta que da al jardín.
-¡Ah! ¡Qué manera más bonita de divertirme la que ha llegado a mi casa! -exclamó con una sonrisa de picardía.
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