/0/14904/coverbig.jpg?v=959027200a10884d696c2426f294dcc3)
Ana Lía acepta la propuesta de Diego de una pasión sin ataduras una vez por semana. Mientras, empieza a trabajar al servicio del Sr. Varone, presunto mafioso que pronto mostrará interés en ella. Intrigada por la muerte de su mejor amiga, Ana sabe que ambos hombres están relacionados con el hecho. Sin embargo, llega el punto en que la pasión le pone una encrucijada.
Eran las tres y media de la mañana cuando escuché que alguien intentaba decirme algo. Me encontraba en un salón de la funeraria, prácticamente sola, dónde pretendía tomar un poco de aire puro.
–¿Puedo o no?
–¿Perdona? –tuve que disculparme con mi interlocutor. Era un muchacho alto, de pelo negro desordenado. En mi estado no pude captar muchos más detalles.
–Qué si puedo sentarme. Estoy cansado de andar de un lado para otro y son las tres de la mañana.
Asentí. Traté de calmarme, pero llevaba llorando a intervalos desde la tarde.
–¿Quieres un pañuelo? No pareces estar muy a gusto con ese –señaló una servilleta que casi se estaba deshaciendo en mi mano. Me dio un pañuelo con el que me sequé el rostro y, de paso, me impregnó su perfume. Era muy fresco, con olor a cítricos.
–Gracias –le devolví el pañuelo. Él lo miró algo incómodo y me lo regresó:
–Quédatelo.
Aquel estaba siendo, por mucho, el peor día de mi vida. La primera llamada fue a las dos de la tarde: mi mejor amiga había muerto. No sabía en ese momento cómo había ocurrido, pero meses atrás se había alejado de todo y todos. No me volvió a llamar por más que insistí, pero imaginé que sería pasajero, otro de sus ataques de histeria con Renato, su ex; o una malcriadez más.
–¿Un ser muy querido?
Las palabras del muchacho me sacaron de mis pensamientos.
–Mi mejor amiga. Se suicidó –le dije.
–Lo siento mucho. Por ti, claro.
–No lo sientas por mí. Al menos yo estoy viva. A saberse que hizo que Elena decidiera terminar con su vida.
–¿Ves? Exactamente por eso lo siento por ti. Las razones de Elena solo ella las sabía, ¿no?
Hice un gesto afirmativo.
–Ahora tú, sus amigos y familia deben estar atormentados pensando qué hicieron mal, en qué le fallaron o por qué razón no bastó el cariño de alguna de esas personas a su alrededor para mantenerse con vida.
Estallé en llanto. Me sentía un poco culpable por todo pues, a fin de cuentas, ella no me confió sus motivos.
–Si te sirve de algo, yo también he perdido a alguien muy cercano.
–No, no me sirve de nada -dije entre sollozos.
–Un compañero de aventuras muy querido, víctima de una enfermedad. Es una pena.
El tono que utilizó ante la memoria de su amigo muerto me pareció incluso ofensivo. Lo decía con demasiada tranquilidad. Como si hubiera adivinado mis pensamientos, se puso en pie e hizo un ademán de retirada. Dudó unos segundos y luego se volteó:
–A Elena no le habría gustado que estuvieras así. Te invito a una hamburguesa.
Sin pensarlo mucho le dije que sí. Me puse en pie, me volví a secar las lágrimas con su pañuelo y lo seguí fuera de la funeraria. El sitio a pesar de su fin lúgubre era luminoso y amplio. La decoración discreta, con muchas flores y retratos. Casi a la salida, en uno de los salones, estaba una señora con la voz rajada, llorando. Pude verla unos segundos y me estrujó el corazón. Era pequeña, muy arrugada, aparentaba más de 80 años. Al parecer había muerto su marido.
–Ya no existen amores así –dije.
–Dices tú –respondió él, divertido.
–Estoy segura.
–No des cosas por sentado –contestó, no sin antes depositar por unos segundos sus ojos en los míos.
Ahora que lo veía bien, mi acompañante no era particularmente hermoso a primera vista, pero en su conjunto era muy atractivo. Sus gestos, su manera de caminar, sus ojos avellana delimitados por pestañas largas y cejas finas, contrastaban con su barba recortada y labios gruesos.
-Me llamo Diego, por si te lo estabas preguntando.
En una situación normal le habría soltado una ironía tipo «no, no lo hacía», pero con todo lo que sucedía no tenía ánimos para otra cosa que asentir o disentir con la cabeza.
-De verdad me gustaría poder ayudarte -continuó-. He perdido algunos amigos y sé exactamente cómo debes sentirte.
-Para de hablar, por favor -le rogué, aunque mi tono denotaba molestia.
El resto del corto camino permanecimos en silencio. A pesar de no saber quién era o a qué se dedicaba, sus pasos en medio del silencio me reconfortaban. Nunca me había sentido tan sola, ni siquiera cuando Leo me había dejado para irse fuera del país.
-Soy Ana Lía -dije cuando llegamos al puesto de hamburguesas. La madrugada era algo fría, pero estaba despejada. En esa parte de la ciudad no había muchos edificios altos y la poca contaminación lumínica permitía ver las estrellas. Siempre había estado enamorada del cielo nocturno.
-Mucho gusto entonces. Tu hamburguesa, ¿de pollo o res?
-Pollo -contesté.
El puesto estaba muy limpio. A esa hora despachaban por una ventanilla de cristal, pues la violencia en había aumentado en los últimos años. A pesar de ello nunca tuve miedo a andar sola porque sabía defenderme bien. Diego, por su parte, me inspiraba confianza. Parecía algún tipo de empresario u hombre de éxito. Vestía bien, según pude notar al observar más de cerca. Llevaba un reloj caro y una chaqueta de marca.
Me tendió la hamburguesa y le di las gracias. Me adelanté y pagué por ambos. Él no hizo ni un ademán por impedirlo y eso me gustó, pues estaba harta del machismo disfrazado de caballerosidad.
-¿Te sientes mejor? -me dijo. Le contesté que sí y, al morder la hamburguesa, caí en cuenta de que llevaba todo el día sin comer.
-Me gusta también la de pollo. Es más sana y tiene mejor sabor -rompió el silencio Diego. Imaginé que se sentía incómodo con toda la situación, pero él había venido a mí, no viceversa
-Sí, a mí también.
Seguí comiendo en silencio. Los dos estábamos de pie delante del puesto de hamburguesas. No había nadie más en la calle y solo se escuchaba el sonido de la radio del vendedor. Tratando de ser amable, le dije:
-¿A qué te dedicas?
-Mi trabajo no es de los que uno presume. Digamos que a veces puede ser muy aburrido, otras divertido.
-Como todas las empresas. Debes estar todo el día detrás de un buró haciendo informes aburridos y videoconferencias.
Diego se echó a reír.
-Ya quisiera. La verdad mis clientes pueden ser excesivamente aburridos y muy exigentes.
En ese momento sonó mi celular. Era Victoria, otra de mis amigas. Me dijo que regresara a la funeraria, que la madre de Elena quería verme y la ayudara con algunas cosas pendientes de su hija. Cuando terminé la llamada, Diego había desaparecido.
Lo único que me quedó de él en ese momento fue su pañuelo. Además de su olor delicioso, me quedó un rotulado: Caballeros de Compañía.
Becca quiere ser escritora, así que se apunta en Escritura Creativa, sin saber que el profesor será Francis Fitz. Treintañero con un físico envidiable y gran talento para la narración, el profesor pronto muestra un lado cínico y la convierte en el blanco de sus burlas, a la vez que parece sentirse fatalmente atraído hacia ella. Guiada por un deseo salvaje, Becca tratará de alejarse de Fitz, pero la influencia que él ejerce en ella la hace perder la cabeza y cruzar límites, incluso en el sexo. Sin embargo, Fitz parece tener más oscuridad que luces a su alrededor. Becca deberá, entonces, decidir si sigue el instinto salvaje que la hace desearlo con locura o elegir a Brandon, un chico que también muestra un repentino interés por ella y estará dispuesto a cualquier cosa con tal de tenerla.
Eveline se casó con Shane, un obstetra, a la edad de 24 años. Dos años más tarde, cuando estaba embarazada de cinco meses, Shane abortó al bebé él mismo y procedió a divorciarse de ella. Fue durante estos tiempos oscuros que Eveline conoció a Derek. Él la trató con ternura y le dio el calor que nunca antes había sentido ella. También le causó el mayor dolor que jamás había tenido que soportar. Eveline solo se hizo más fuerte después de todo lo que experimentó, pero ¿podría soportar la verdad cuando finalmente se revelara? ¿Quién era Derek detrás de su carismática fachada? ¿Y qué haría Eveline una vez que descubriera la respuesta?
Casarse con su mejor amigo fue un sueño hecho realidad para Kelly, pero todo tiene realmente una limitación. Pierce es el primer amor de Kelly, pero como su mejor amiga, sabía bien que siempre había otra mujer en lo profundo de su corazón. Lexi Gilbert. La mujer que Pierce nunca podría olvidar incluso si ya hubiera acordado casarse con Kelly. *** Kelly finalmente se dio cuenta de que su feliz matrimonio de los últimos tres años era solo un hermoso sueño cuando Pierce pidió el divorcio solo porque Lexi regresó. Ella sólo podría ser su mejor amiga incluso si estuviera encinta de su bebé. *** Dado que su amistad se había convertido en una jaula, Kelly decidió dejarlo en libertad, así como a la miserable misma. Pero ¿por qué entonces fue Pierce quien se negó a seguir adelante? Para empeorar las cosas, su diabólico hermanastro también intervino de manera dominante al mismo tiempo, pidiéndole que fuera suya. *** ¿Su príncipe azul contra su hermanastro diabólico? ¿Cómo podría Kelly salvar su corazón en esta batalla de amor y odio?
Sara es una joven estudiante universitaria que huyó de su casa, conoció al anciano Rafael Moretti y este le brindó su protección a cambio de que se casara con su nieto. Tres años después Sara seguía sin conocer a su esposo y una noche bajo los efectos de una droga terminó durmiendo con un desconocido que resultó ser su propio esposo. Hugo es un joven empresario que ama disfrutar de la vida y las mujeres, solo hay tres tipos con los que no se mete, menores edad, novias de sus amigos y mujeres casadas, Hugo odia a las mujeres infieles, la ironía de la situación es que él siempre que le es imposible es infiel a su esposa. Hasta que conoce por casualidad a una chica poco femenina y de carácter fuerte que termina siendo la mujer con la que lleva tres años de matrimonio. Ambos quieren divorciarse debido a malos entendidos pero el anciano Rafael Moretti no se lo permitirá hasta que pasen un año conociéndose y conviviendo juntos. ¿Qué les depara el destino? ¿Después de 1 año juntos sus planes aún serán los mismos?
Clarissa Chapman, un día, al entregar preservativos a una habitación de hotel, descubrió que su cliente era su... ¿prometido? ¡Atrapó a su prometido y media hermana en la cama! ¡Solo entonces Clarissa se dio cuenta de que su novio de seis años la había engañado! ¿Qué es más ridículo? Su padre dijo que era porque ella no era atractiva y su hermana lo merecía más. Dejó a su prometido idiota, ¡se encontró con su Sr. Correcto en una aventura de una noche! Espera... ¿por qué este hombre se veía exactamente parecido al CEO multimillonario - Anderson Jordan en la televisión? Anderson era de muchas cosas, guapo, considerado y leal. Nunca imaginó que un apuesto como Anderson se enamoraría de ella, hasta ese día... Su familia de pesadilla la encontró, tratando de arrastrarla al pasado miserable... otra vez...
Kimberly Holden volvió a su vida anterior. Antes, ella fue defraudada por su esposo infiel, acusada falsamente por una mujer vil y acosada por su familia política, ¡lo que llevó a su familia a la bancarrota y ella misma se volvió loca! Al final, embarazada de nueve meses, murió en un accidente de auto, mientras que los culpables se hicieron ricos y llevaban una vida feliz. Ante la segunda oportunidad que le regaló el destino, Kimberly estaba decidida a vengarse. ¡Que todos sus enemigos se vayan al infierno! Ella se deshizo del hombre infiel y su amante, reconstruyó la gloria de su propia familia sin ayuda de nadie, llevando a la familia Holden a la cima del mundo de negocios. Sin embargo, no esperaba que el hombre frío e inalcanzable de su vida anterior tomó la iniciativa para cortejarla: "Kimberly , no tuve la oportunidad en tu primer matrimonio, el segundo siempre será mi turno, ¿verdad?".
-Nuestro amor nos llevará a terminar como Romeo y Julieta. - ¿Juntos? - ¡No! Muertos. -Tú siempre tan romántica. -Y tú, tan estúpido. -Ya hablo doña perfecta. -Aunque te cueste reconocerlo, así que no pienso seguir perdiendo mi tiempo contigo. Me retiro antes de que se me pegue lo malo, con permiso joven Sanz. -Hasta nunca B-R-U-J-A fea. Espero que choques en tu escoba voladora y te destroces el rostro para no volverte a ver la cara de mustia amargada que tienes. -Qué tus buenos deseos se te multipliquen insecto -grito la chica al salir corriendo de la casa para tratar de llegar lo más pronto a la parada y alcanzar el último autobús que la llevaría de regreso a la Universidad de Barcelona, donde estudiaba. Esto era tan solo una pequeña pelea a la que se tenía que enfrentar cada vez que se encontraban en la residencia de la familia Sanz o donde coincidieran, en donde había sido contratada como niñera del menor de los hijos de la familia. - ¿Podrás algún día dejar tranquila a "Mi Vale"? Sigue por ese camino y me voy a asegurar que papá te quite todas las tarjetas, congelé todas tus cuentas y de pasada te ponga a trabajar para que dejes de estar molestando a mi chica. - ¡Mocoso! Nadie pregunto tu opinión, ¡Cuidado y abres la boca o me desquitaré contigo! Deberías de estar de mi lado y no de un espantapájaros como ese que no es parte de tu familia y a duras penas conoces. -Mira, quien habla, el chico más estúpido que puede existir en toda la ciudad, si no fuera por tu cara bonita, nadie se fijaría en ti. Te aseguro que en esa cabeza no hay ni gota de masa encefálica de la cual puedas presumir como ella. - ¡Basta! Lárgate a tú cuarto o voy a acabar contigo en menos de un segundo. - ¡Huy! Ya se enojó el niño bonito. Te estaré vigilando, no vuelvas a molestar a Vale. Si ella se marcha por tu culpa, me aseguraré de cumplir todo lo que te he dicho y sabes que no bromeo HER-MA-NI-TO. ¿Quién se atrevía a desafiarlo de esa manera? ¡Claro!, otro Sanz, uno que por lo menos conocía el amor y respeto a las personas sin importar su clase social o personalidad. Para este chico todas las personas eran iguales, hasta que demostraran lo contrario.