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La historia comienza con la historia de Raquel, cuando tenía solamente 24 años, recién cumplidos y comienza a hacer un servicio de becaria en una gran empresa, donde conoce a Samuel Dávila, un imponente hombre, atractivo, pero realmente muy estricto, que apenas y acepto a Raquel para que estuviera a su lado, con mucho esfuerzo y algunos tropiezos ella logró cambiar su imagen ante él y después de varias semanas de trabajo algo entre ellos sucedió, un romance algo peculiar debido a que lo mantenían en secreto. Las relaciones no siempre son como pensamos que serán y esto sucedió con Raquel que pensó que había encontrado al mejor hombre, pero este se comportaba frío y distante con ella, después de un gran acontecimiento esa relación se ve comprometida haciendo que ella decida irse a su ciudad natal donde se revela un secreto que ella mantenía ante todos y que cambio su camino profesional ante todo esto ella se juró nunca más enamorarse de un colega o de un hombre que estuviera en su mismo círculo laboral, pero quizás todo puede cambiar si se encuentra al hombre correcto, nada está escrito.
Trataba de arreglar mi cabello con prisa, pero sentía que ningún estilo le venía bien con el rizado de mi cabello. Finalmente, solo me hice una coleta al ver que se me hacía tarde para mi primer día, en la empresa en que había deseado entrar desde que supe de ella.
Raquel salió de su habitación, tomó varias cosas de los diferentes muebles del departamento y cada una de estas cosas las metió velozmente dentro de su bolsa de mano color blanca, que hacía contraste con el vestido blanco que esa mañana se había puesto.
-¿No desayunarás?
Preguntó Sara. Quien había sido su roomie desde que Raquel se había mudado de su ciudad natal a esa gran ciudad.
-Se me hizo tarde.
Dije mientras solo tomaba el pan que se encontraba cerca del plato de huevos servido en la mesa. Esto para no hacer sentir mal a Sara, que se había esforzado por hacer el desayuno para mí.
-Discúlpame.
-No te preocupes, sé lo importante que es esto para ti... ¡Ánimo!
-Gracias.
Raquel miró el reloj sobre su muñeca y la ansiedad brotó de su cuerpo instantáneamente al ver que efectivamente ya era demasiado tarde y aún debía esperar el autobús.
-Me voy. Nos vemos más tarde. No, sería por la noche. Hoy tengo clase por la tarde.
-Ok, amiga. Nos vemos después.
Después de despedirse de Sara, rápidamente salió del departamento y se apresuró a dirigirse hacia la parada de autobús, donde después de esperar 10 minutos, por fin logró subir a este.
Suspiré al ver aquel edificio frente a mí; en verdad deseaba hacerlo bien. Había trabajado duro para poder conseguir el puesto que me ayudaría a aprender todo lo que necesitaba para ser una buena licenciada en mercadotecnia.
Me dirigí al lobby, algo temerosa, y aunque estuve unos pocos segundos en silencio, por fin logré preguntar en qué piso queda la oficina del jefe. La señorita, frente a mí amablemente, me da las instrucciones para llegar a mi destino. Después de una travesía por el ascensor y algunos pasillos, finalmente estoy frente a la secretaria del CEO.
-Eh...
Dudo un poco al verme observada por la chica castaña frente a mí. El tono del cabello que ella tiene es muy parecido al mío, solo que este es lacio, a diferencia del mío. Aún estaba perdida en su hermoso cabello cuando ella misma me hizo regresar en sí.
-Dígame.
-¡Ah... Sí... Vengo. Tengo una cita con el presidente.
La mujer observó a Raquel levantando una ceja y examinando su cuerpo, un cuerpo relativamente normal y común.
-¿Nombre?
-Sí, claro. Raquel Eche... Raquel Ruiz.
Terminó de decir Raquel.
-Mmmm...
La mujer bajó su mirada hacia una pequeña libreta frente a ella.
-Sí, aquí está anotada. Pasé ahora que está libre.
-Gracias.
Agradecí y rápidamente me acerqué a la puerta de la elegante oficina frente a mí. Abrí lentamente la puerta después de tocar suavemente y lo vi bajo los primeros rayos de sol. El hombre más imponente que había visto y me sonrió, algo que hizo sentirme muy extraña.
-Siéntese, ¿señorita?
-Ruiz.
Terminó de decir Raquel.
-Bien, usted viene a verme porque...
-Sí, señor, soy la nueva becaria. Me mandó el profesor Ordóñez.
-Ah, sí, la universitaria que estará aquí como becaria. Tienes suerte, yo no acepto becarias, ya que no suelo pagarle a alguien sin experiencia, pero... Fue un favor que debía, además me dijo que eras una de las mejores alumnas que tenía.
-Sí, señor, yo entiendo lo que dice, pero en verdad estoy con mucho entusiasmo, y prometo que daré lo mejor de mí.
Él sonrió y quería ocultar mi sonrojo, pero me fue imposible. Aunque trataba de no ver sus ojos negros tan intensos como la noche, mi mirada se centraba en esos hermosos ojos.
-¿Por qué esta empresa?
-Porque es una de las mejores en el mercado, por no decir que es la mejor en la distribución de telas en todo el país.
-Tiene razón. Bueno... Pues... ¡Bienvenido!
Finalmente, él se levantó de su asiento y extendió su mano frente a Raquel, que solo lo observaba.
-¡Gracias, Señor! ¡Gracias por la oportunidad!
Estreché finalmente su mano tan varonil y ese fue el primer encuentro de nuestros cuerpos.
-Bueno, su trabajo será estar todo el tiempo conmigo, en mis juntas, en todo lo que implique mis actividades. Será como una asistente, pero usted debe absorber cada una de las cosas que hacemos aquí.
-¡Sí, señor!
-Bien, pase con Esther, mi secretaria, y ella le dará su lugar de trabajo que claramente debe ser muy cerca de mí.
-¡Sí, señor!
Estaba emocionada por el nuevo puesto y desvió su atención por aquel hombre para centrarse en hacer bien su nuevo trabajo.
-Cuando se haya acomodado, por favor, regrese junto a mí para que me acompañe a una junta que tengo con un proveedor.
Asentí feliz para luego despedirme y salir de la oficina regresando a la mujer que aún me miraba con desgana.
-Me dijo él...
-Jefe.
Recalcó Esther.
-Jefe... Que me muestre mi lugar de trabajo.
-Sí. Sígueme.
La mujer se levantó del escritorio y caminó por delante de Raquel.
-Estarás en la oficina de al lado de la suya; el señor Dávila es un poco exigente, así que trata de asistir en cuanto él te solicite.
-Si eso haré. Gracias.
La mujer abrió la puerta frente a ella.
-Es esta... No es tan grande.
En verdad era algo pequeña, pero para Raquel era perfecta, ya que era su primera oficina y se sentía muy emocionada y muy feliz.
-¡Es perfecta!
Dijo mientras seguía admirando la oficina.
-Bien, te dejo a solas para que te instales. Yo soy, Esther, la secretaria del Señor. Si necesitas algo, puedes informármelo.
La mujer se dio vuelta, alejándose tan rápidamente que apenas escuchó el agradecimiento de Raquel, aunque a este gesto Raquel no le dio importancia y solo cerró la puerta de la oficina para sentirse como toda una persona importante.
Estaba feliz porque podía aprender mucho de aquel hombre. Un hombre muy conocido por ser un empresario joven y con mucho éxito. El nombre de Samuel Dávila Bermúdez era muy conocido; yo lo admiraba, admiraba la forma en cómo a sus 29 años había puesto a su empresa en el mercado, como uno de los más importantes del país, y a mis 22 años deseaba hacer lo mismo en un futuro.
Raquel se sentó frente al escritorio admirando este e incluso pensando que podría poner algunos artículos personales para hacerla más acogedora. Su sonrisa era enorme. Era como si lo que estaba viviendo no fuera real en verdad. Aunque para muchos podría ser algo sencillo, para ella era algo grandioso haber podido entrar a la empresa que quería. Pensó que quizás lo había hecho con un poco de ayuda, pero pensó también que haría que no se arrepintieran de tomarla en cuenta.
El teléfono de la oficina comenzó a sonar insistentemente.
-¿Sí? ¿Diga?
-El jefe me pregunta ¿si ya puedes pasar a su oficina?, ya que pronto se irá a su junta.
-¡Ah, sí! Voy para allá. Gracias...
Esta es una pequeña historia dedicado a todas aquellas personas que enfrentar situaciones difíciles de salud recordandoles que la felicidad siempre debe prevalecer ante el miedo y la desolación. Samantha una joven de 34 años tiene en sus manos el sobre que definirá el rumbo de su vida. la decisión de abrir ese sobre con lo que puede contener la enfermedad heredada por su madre, hace que ella tomé riendas de su vida. Una vida donde donde se suponía todo iba conforme a sus planes, apunto de casarse y con un gran puesto, tomara decisiones para conseguir la felicidad o que ella piensa que es la felicidad.
La historia está ligada a la Novela " Amor por despecho..." es una precuela de esta, donde se cuenta la historia de la Abuela de Hayami de origen escocés y de su tormentosa y dolorosa vida. La historia se centra en Escocia, donde Aileana conoce a Diago y los demonios que esconde detrás de esos hermosos ojos azules y de su sonrisa cautivadora.
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Alicia es una mujer de 29 años tiene un matrimonio con Gabriel desde hace 10 años ,tiene una hija llamada Abril de tan solo 7 años , un día sin mas el pide el divorcio ,ya que según el Alicia dejo de ser lo que era cuando el la conoció una mujer con un cuerpo envidiable y en la actualidad había ganado un poco de peso, tratando de distraerse del duelo de la separación busca un trabajo como secretaria en una de las mas grandes empresas de viaje de los Ángeles liderado por Axel Caballero un hombre de 35 años un hombre muy atractivo, pasando por varias situaciones ella se dará cuenta que e amor puede surgir sin importar la apariencia si no desde el alma , desde lo mas profundo del corazón .......
Se suponía que mi matrimonio con Mathias me haría la mujer más feliz del mundo. Aunque sabía que él no me amaba, pensé que se enamoraría de mí una vez que lo colmara de amor. Ya pasaron cinco años y Mathias me trataba como a una cualquiera. Para colmo, conoció a su verdadero amor y cortó todos los lazos conmigo por culpa de ella. Él la presentó a todo el mundo; algo que nunca hizo por mí. Su infidelidad me llevó a la depresión. Me sentía totalmente destrozada. Tristemente, incluso en mi lecho de muerte, mi supuesto marido nunca apareció. Cuando volví a abrir los ojos, sabía que el destino me había dado una segunda oportunidad. Yo todavía era la esposa de Mathias y pasamos dos meses antes de que conociera a su verdadero amor. En esta vida, me negué a que él volviera a lastimarme. Consciente del gran error de mi antigua yo, le pedí el divorcio. Mathias rompió los papeles del divorcio una y otra vez y al mismo tiempo me encerró. "¡Rylie, deja de hacer estupideces! ¡Hacerte la difícil no me funciona!". Para demostrarle que hablaba muy en serio, seguí adelante y solicité a la justicia. Finalmente entró en pánico. Abandonó a la "mujer de sus sueños" y se arrastró a mi lado. "Por favor, dame una segunda oportunidad, Rylie. Te prometo amarte con todo mi corazón. Serás la única mujer en mi corazón de ahora en adelante. No me dejes, ¿de acuerdo?". Una guerra estalló en mi mente. Por un lado, no quería que me hicieran daño otra vez. Pero, por otro lado, no quería dejar ir al hombre que amaba tanto. ¡¿Qué debo hacer?!
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A veces el amor aparece de la manera más inesperada y en la forma de la persona menos pensada. Para Daniel, la vida a sus 40 años es una rutina entre sus tres hijos y su cargo de CEO de la empresa familiar. El fallecimiento de su esposa lo deja inmerso en la tristeza; creando, con el correr de los años, una coraza fría a su alrededor. Deanna tiene una vida normal, trabaja medio tiempo y estudia en la Universidad de Artes porque quiere lograr su sueño: cantar en la ópera. Solo le falta un año para terminar su carrera cuando su amigo Harry le pide ayuda desesperado. Una antigua regla familiar le impide casarse con su novia, la cual está embarazada. Para hacerlo, Daniel, su hermano, debe casarse primero. Para ayudarlo con su problema Daniel y Deanna acceden a fingir una relación y un matrimonio. Son tan opuestos que la atracción es inevitable. Él encuentra en ella la calidez que faltaba en su vida y Deanna el amor luego de una ruptura desastrosa. Finalmente, Daniel puede volver a tener una familia. Pero hay muchos intereses ocultos que buscan separarlos y alejarlos. El viaje es difícil, deben enfrentarse no solo a terceros que les complicaran las cosas, sino también a sus propios miedos e inseguridades. No es sencillo equilibrar 15 años de diferencia. Pero el corazón tiene razones que la misma razón nunca entenderá.