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Al principio, Karen Daly había creído que estaba casada con un hombre común y corriente. Nunca esperaba que, de repente, su esposo se convirtiera en su jefe. Siendo el hombre más rico en Asia, también era el heredero más misterioso de Rovio Corporación, S.A. En público, era un director decisivo y de sangre fría que dirigía el imperio empresarial. En privado, era un lobo vestido con piel de oveja y un verdadero diablo que nunca le dejaría escapar con facilidad."
"Karen Daly, aquí tienes mi tarjeta bancaria y la contraseña es 131224. Compra lo que te guste con ella", dijo el marido de Karen antes de salir de casa para la oficina y después de varias horas, esas palabras daban vueltas en la cabeza de ella.
A decir verdad, Karen no conocía nada sobre su esposo aparte de su nombre y apellido completos, Kevin Kyle, ni ella misma no tenía claro por qué se atrevió a casarse con un hombre al que solo había visto dos veces.
Remontándose a diez días atrás, Faye Reed, su mejor amiga, le organizó otra cita a ciegas, en el cual Karen Daly conoció a Kevin
Kyle. De hecho, Karen apenas tenía esperanza de encontrase con su media naranja en esa cita, ya que no tenía derecho a poner peros a otros con la reputación arrinada por caerse en la trampa de hace 3 años. Sin embargo, llegó 15 minutos antes el día de la cita a ciegas. Pues le gustaría dejarle una buena impresión aunque no tenía ventajas en algunos aspectos.
Karen se pensaba: "Si se encontraba con un hombre ideal, se casaría con él y suponía que sus madres se pondrían alegres por ello. "
El hombre llegó a tiempo. Parecía que le importaba mucho esta cita a ciegas, ya que se había llevado trajes negros. Entonces, a Karen le dejeba una buena impresión. Despúes, él le saludó a Karen: "Hola, señorita Daly, soy Kevin Kyle". Eran palabras normales, pero su voz era profunda, a la cual a Karen le gustaba mucho. Entonces, ella le tenía más afecto. Después de una breve charla, intercambiaron sus números de teléfono y se fueron a sus propias casas.
Como muchas citas a ciegas anteriores le salían fracasadas, Karen no esa tomó en serio, pensaba que esa también terminaría sin ningún resultado. Inesperadamente, recibió una llamada de Kevin Kyle dos días después.
El le dijo de manera educada: "Señorita Karen, ¿está libre esa noche?"
Esa noche, Kevin Kyle la invitó a cenar a un restaurante italiano. Puesto que a Karen Daly no le gustaban las citas a ciegas, ella se sintió poco nerviosa, no pronunció muchas palabras y tampoco tomó mucho.
Cuando estaba pensando alguna excusa para irse, Kevin Kyle le dijo:"Señorita Karen, estoy libre el próximo miércoles y solicitemos el certificado de matrimonio ese día. ¿Te parece bien?"
"¿Qué? ¿A qué certificado te refieres?" Karen Daly se sorprendió por las palabras de Kevin Kyle.
"Me refiero al certificado de matrimonio", repitió en tono serio y no parecía que estaba bromeando.
"¿Un certificado de matrimonio?" Karen Daly todavía no creía lo que había oído. Se puso la mano en el muslo y lo pellizcó con fuerza para asegurarse de que no estaba soñando. Luego miró al hombre frente a ella de pie a la cabeza.
Kevin Kyle tenía un par de cejas gruesas, ojos brillantes y un rostro hermoso. Era tan llamativo que otros pudieron verlo inmediatamente entre la multitud.
Su expresión y actitud eran muy serias y no parecía una persona impulsiva. Sin embargo, era el segundo encuentro entre ellos, pero dijo que quería casarse con ella.
Enseguida, él continuó con la voz profunda: "Pensaba que compatíamos la misma idea sobre la cieta de ciegas. Vamos a la cita a ciegas para formar una familia, casarnos, tener hijos, y vivir una vida 'ordinaria'".
"Sí, lo pienso así. Pero acabamos de vernos por segunda vez. ¿No te parece demasiado rápido casarnos?", dijo Karen Daly. De verdad, ella quería tener su propia familia, pero no esperaba que lo hicera con tanta prisa.
"Es un poco rápido". Kevin Kyle continuó tranquilo, "Después de la primera cita, me costaban dos días pensar sobre lo de nosotros. De hecho me dejasta una buena impresión a primera vista y veo que no hay mucha diferencia en los caracteres nuestros, así que me gustaría hacer una prueba entre nosotros."
Karen Daly frunció el ceño levemente y estaba un poco triste. "En mi opinión, el matrimonio no es un juego. ¿Hace una prueba? Si nos sale fracasado, quieres ..."
Enseguida, Kevin Kyle la interrumpió: "Señorita Karen, los adultos nunca anhelaríamos dichoso amor inexistente y tenemos claro lo que nos apetece en realidad".
Karen Daly no le respondió nada y fijó su mirada en él.
Parece que ese hombre estaba sereno y no extravagante y sería un buen marido. Sin embargo, ¿podría realmente entregar su destino a ese hombre al que solo había visto dos veces? ¿Seguro?
Al ver que estaba dudando, Kevin Kyle agregó: "Tal vez tenga mucho prisa y no he tomado en cuenta tus opiniones. Si te parezco adecauado para ser un marido, piensa la propuesta mía con tiempo y te espero la llamada. "
Después de regresar a casa ese día, Karen Daly llevaba toda la noche pensando en ello. Sí que compartía algunas opiniones similares con Kevin Kyle, por ejemplo, la existencia del amor verdadero en el mundo. Pues, después de sufrir tantos daños, ya no creía ese amor.
Después de una noche de insomnio, Karen Daly llamó a Kevin Kyle en la madrugada del día siguiente y aceptó su supuesta propuesta.
Esa misma mañana, Karen Daly trajo el registro de su hogar y fue a registrar el matrimonio en el Registro de Matrimonios con Kevin Kyle.
Cuando recogieron los certificados suyos y salieron juntos de la Oficina de Asuntos Civiles, ella tuvo un sentimiento indescriptible. Se decía que para las mujeres, el matrimonio representa la segunda vida, pero resultaba muy simple. Con 9 dólares, obtuvieron un certificado de matrimonio y Karen Daly se convirtió señora Kyle.
El día anterior, Karen Daly se mudó al apartamento de Kevin Kyle, quien le dejaba el dormitorio principal y dormía en otro dormitorio. Inesperadamente, al día siguiente él le entregaba su tarjeta bancaria antes de ir a trabajar. De todas maneras, los dos no se conocían mucho, así que ella no entendía por qué él le daba todas sus propiedades sin dudarlo.
"Karen Daly, los reporteros de los medios de comunicación están esperando en la sala y los directores y el nuevo jefe llegarán pronto. ¿Por qué estás aturdida ahora?", dijo en tono serio Emma Wilson, la directora de relaciones públicas, y eso interrumpió el ensueño de Karen Daly. Rápidamente se recobró y dijo : "Gerente Wilson, lo siento mucho".
Emma Wilson miró a Karen y dijo en un tono severo: "Karen, aunque eres del Departamento de Ventas, tu gerente te ha enviado para ayudarnos. Entonces, será mejor que te concentres en el trabajo y no cometas errores".
Karen Daly frunció los labios y respondió: "Gerente Wilson, lo siento mucho. Me concentraré en el trabajo".
Emma Wilson echó más vistas a Karen Daly y luego apartó su mirada hacia otro lado. Ella llamó a varios empleados que también estaban a cargo de la recepción y les dijo fijando su mirada en todos los presentes:"Todos, concentraos en el trabajo. Debemos celebrar la conferencia de prensa de ese día con todo éxito y no se permite cometer ningún error".
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