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Por amor, Nolan se tragó su orgullo, vivió con la familia de su esposa e hizo todo lo que estaba a su alcance para complacerlos durante tres años, a pesar de que todos lo despreciaban. Esperaba llevar una vida feliz con su esposa, pero todo terminó cuando descubrió que ella lo engañaba. Tras el divorcio, se reveló la verdadera identidad de Nolan: un magnate y heredero de un gran imperio empresarial. Su suegra, que siempre lo maltrató, se dio cuenta de su propia estupidez y le suplicó: "Deja que el pasado se quede en el pasado, Nolan. El perdón es parte del amor, ¿verdad? Debes reconciliarte con mi hija. Ella es la mujer perfecta para ti". Frente a esta mujer codiciosa, ¿qué haría Nolan?
Para celebrar el setenta cumpleaños de Sally Watkins, la estimada familia Watkins de Florisa organizó una extravagante fiesta. Reservaron el hotel de cinco estrellas más lujoso de la ciudad, lo decoraron de maravilla e invitaron a numerosas figuras prestigiosas a unirse a la celebración.
Todos los nietos de Sally le hicieron regalos caros.
"Abuela, este jade es para ti. Vale quinientos mil dólares...".
"Abuela, te compré este ginseng por ochocientos mil dólares como regalo de cumpleaños...".
Tras darle sus regalos a Sally, se inclinaron y dijeron con respeto: "¡Feliz cumpleaños, abuela!".
"Gracias, chicos". Sally se echó a reír a carcajadas. El ambiente en la sala era cada vez más armonioso.
En ese instante, la puerta del salón de banquetes se abrió de golpe. Todos miraron hacia allí sin darse cuenta.
Sosteniendo una sencilla tarta, Nolan Valdez, el yerno de la familia Watkins, levantó la cabeza y gritó: "¡¿Quién cumple años hoy?!".
Sin embargo, en cuanto vio la escena que tenía delante, cerró la boca de inmediato.
Todos reconocieron a Nolan, el ambiente alegre se tornó al instante muy incómodo, ya que la sala se quedó en silencio.
Nolan se quedó helado con un uniforme de repartidor, ¡un marcado contraste con los elegantes trajes y el lujoso entorno del hotel de cinco estrellas!
"¡Inútil! ¿Hoy es mi setenta cumpleaños e intentas arruinarlo?". Sally, que hacía un momento sonreía, frunció el ceño, furiosa al ver a Nolan. Lo señaló con su bastón, muy molesta por su presencia.
Solo entonces, una mujer despampanante con una figura de modelo entró en escena.
Era Naomi Watkins, la mujer más bella de Florisa, y la esposa de Nolan.
A Naomi se le cayó la cara de vergüenza, se acercó a su esposo y quiso llevárselo. "La abuela invitó a muchas personas, y todas trajeron regalos preciosos. ¿Cómo pudiste venir con un pastel barato? ¡Ven conmigo!".
Tres años atrás, por alguna razón, el viejo señor Watkins insistió en casar a su nieta, Naomi, con Nolan, que era pobre e incapaz.
No mucho después de su matrimonio, el anciano murió a causa de una enfermedad y, desde entonces, la familia Watkins trataba a Nolan como a un criado.
La posición de Nolan dentro de los Watkins era, sin duda, inferior a la de un portero.
"Naomi, yo...". Nolan abrió la boca, tratando de defenderse.
Sabía que hoy era el cumpleaños de Sally, pero no dónde se celebraría la fiesta. Hoy trabajaba solo para ganar dinero extra. Traía un pastel porque había recibido un pedido muy generoso.
Un cliente, el señor Bates, le dio cien dólares y le pidió que entregara la tarta en el hotel.
Estaba claro que lo habían engañado a propósito.
"¡El señor Harvey Bates, presidente de Media Funmaker, está aquí!".
La puerta del salón de banquetes volvió a abrirse antes de que entrara un hombre alto y apuesto, portando una caja de regalo.
Cuando Harvey entró, los Watkins, que antes estuvieron burlándose de Nolan, sonrieron al instante. Sally también mostró una cálida sonrisa.
Aunque Harvey solo era propietario de una pequeña compañía, su hermana era jefa de un departamento en el Grupo Honory, que era una empresa tan prominente en Florisa que incluso la familia Watkins tenía que admirarla y ganarse su favor.
"¡Señora Watkins, le traje un regalo! ¡Feliz cumpleaños!". Harvey abrió la caja de regalo delante de todos, sacó un cheque y lo levantó en alto para que todos lo vieran.
"¡Un millón ochocientos ochenta mil dólares!", exclamó alguien.
En Florisa, esa cantidad solía destinarse a proposiciones de matrimonio.
"Señora Watkins, he venido hoy con una propuesta. Espero que lo considere, ¡que Naomi se divorcie de ese perdedor y se case conmigo!", dijo Harvey a viva voz con una sonrisa.
Dejó el cheque y sonrió a Naomi, que estaba de pie entre la multitud. Luego se dio la vuelta y se marchó.
Al pasar junto a Nolan, lanzó una mirada de reojo a este último e hizo una mueca desdeñosa, con los ojos llenos de sarcasmo.
'¡Fue él! Es el señor Bates, el hombre que me trajo aquí a propósito. No solo me avergonzó delante de todos, ¡sino que además quiere quitarme a mi mujer!', pensó Nolan. Se quedó de piedra, habiéndose dado cuenta de todo.
Al oír la propuesta, la gente se quedó estupefacta y, en cuanto Harvey se fue, empezaron a chismear.
"La hermana del señor Bates es la directora del departamento de inversiones del Grupo Honory. He oído que el señor Bates no necesita hacer mucho; con las conexiones de su hermana puede ganar mucho dinero con facilidad".
"¡Los Watkins son muy afortunados! Mucha gente está ansiosa por establecer una relación con el Grupo Honory a través del señor Bates. Si la señora Watkins acepta su petición, ¡la riqueza de la familia Watkins se multiplicará!".
A Sally se le iluminó la cara. Era evidente que la propuesta de Harvey la tentaba.
Apretando con fuerza su bastón, llamó: "¡Guardias!".
En ese momento, entró un grupo de fornidos guardias de seguridad.
Lanzó un montón de dinero a los guardias, señaló a Nolan y ordenó: "¡Échenlo ya!".
El jefe aceptó el dinero e hizo un gesto a sus subordinados, que arrastraron a Nolan a la fuerza y lo arrojaron por las escaleras.
A Nolan le dolía todo el cuerpo, y cuando por fin aterrizó al pie de la escalera, estaba tan magullado que ni siquiera podía ponerse en pie.
Pero el dolor del cuerpo no era nada comparado con la rabia en su corazón.
"Sally Watkins, he trabajado como un esclavo para tu familia durante los últimos tres años, ¡y todavía me humillas así!", rugió furioso. "¡Haré que todos se arrepientan!".
En ese instante sonó su celular.
Nolan se giró y buscó a tientas su anticuado celular. La pantalla mostraba un número desconocido.
En cuanto se conectó la llamada, le llegó una voz: "¡Felicitaciones, señor! La primera etapa de la prueba se ha completado; recibirá la recompensa, ¡el Grupo Honory!".
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