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Desde siempre, Gastón y yo tuvimos una atracción casi fatal, el problema era que él también sentía esa atracción por cada una de las mujeres que tenía a sus pies y parecía que todas caían ante él. Eso sucedía desde hacía más de 13 años. Nos conocimos casi siendo niños. Muchas veces era el destino el que nos enfrentaba cuando alguno de los dos estaba en pareja, hasta que por obra de ese mismo destino, su pequeña hija nos unió...y Gastón se encargó nuevamente de que la distancia existiera entre los dos.
POR DELFINA
Estoy entrando en la casa de té.
Es de mi propiedad, sí, soy la orgullosa dueña, la abrí hace 6 años, y en ese entonces era una simple confitería, donde se vendía confituras, es decir, masas secas, masas finas y por supuesto, facturas, en realidad son minis facturas y las vendo por peso, no por docena, si fueran más grandes las vendería por docena.
También vendíamos sandwiches de miga, que se elaboraban en el momento.
Luego le agregué una de esas máquinas expendedoras de café, té, capuchino, etc, de esas que son autoservicio.
Más tarde puse algunas mesas, porque por suerte tenía muchos clientes y tenían que esperar por su pedido.
Luego alguien me pidió si le podría servir café expreso y a los pocos meses suplanté la máquina autoservicio, por servicio en las mesas.
Menos mal que no me deshice de esa máquina autoservicio, porque en este momento también me sirve, la coloqué apenas se entra a la casa de té o confitería, muchos le dicen confitería.
Me fui expandiendo de a poco.
Recuerdo que estaba dando uno de los primeros finales en la facultad, me estaba yendo bien, cuando salí de la facultad, decidí darle una sorpresa a mi novio, para avisarle que me fue bien en el examen, yo estaba feliz, él ya había terminado de cursar a esa hora y se suponía que estaría reunido con nuestros amigos en el bar de la otra cuadra de la facultad.
Se me ocurrió comprarme una cajita de goma de mascar y me desvié media cuadra, hasta el kiosco que vendía la marca que me gustaba.
Veo a lo lejos a una pareja que se está besando, se estaban matando con los besos, él estaba apoyado en el paredón que tenía una especie de asiento, que sobresalía, más o meno 15 centímetros de la pared, siempre pensé que cuando quisieron hacer esa especie de decoración, nunca pensaron que muchas de las parejas que salían de la facultad se detenían allí y lo usaban casi como un asiento, no era muy cómodo, es verdad, pero servía para apoyarse y no estar parados, con mi novio muchas veces lo usamos.
Me estoy acercando, el kiosco está apenas pasando la casa con la rebuscada pared que invita a sentarse.
No miro a la pareja, pero sí veo las zapatillas del muchacho que se estaba besando con la chica, las veo conocidas.
Mi corazón late rápido, tranquila, me digo, aunque es un modelo importado, en una facultad donde asisten 50.000 personas, debe haber muchos chicos con las mismas zapatillas, por más exclusivo que sea el modelo.
Cuando miré a la pareja, me quise morir.
Me quedé quieta, con una mano en mi corazón.
Era mi novio el que se estaba matando a los besos y lo hacía con una chica de nuestro grupo, no éramos allegadas, es verdad, pero me conocía y sabía que él tenía novia.
No parecía importarle mucho.
-¡Delfina!
Grita de repente Nicolás.
Se separó bruscamente de la chica, ella giró y me miró con una sonrisa triunfante.
Yo me di la vuelta y los ignoré a los dos, llegando a la esquina, unos 60 metros después de donde los había visto, Nicolás me agarró del brazo.
-Delfi, perdoname.
¿De verdad piensa que va a arreglar todo con un perdoname?
Mis lágrimas caían, no las podía contener.
-Delfi, por favor, perdoname, ella no significa nada...
No era lo que vi unos minutos atrás.
No fui al bar donde solíamos reunirnos, sin hablarle, fui a tomar el colectivo, quería llegar a mi casa.
Nicolás estaba con su moto, sin embargo, se subió conmigo al colectivo.
Yo seguía llorando.
Cada vez que me tomaba del brazo, yo, con bronca, le corría su mano.
-Perdoname Delfi, por favor, te amo.
-Dejame tranquila.
Estaba apenas a unos minutos de viaje, por lo que me bajé enseguida.
Antes que yo, estaba tocando el timbre del colectivo, Gastón, él estaba acompañado por una chica.
-Hola Delfina.
Me saludó, lo conocía desde siempre, era un vecino.
-A vos también te saluda otro.
-¡Vos no la estabas saludando, le estabas comiendo la boca!
Le grité con odio.
Gastón estaba caminando unos metros adelante, abrazado con esa chica que estaba con él.
Debe haber escuchado lo que le grité a Nico.
-Te pedí perdón.
-Pensé que me querías, que éramos felices, que me eras fiel.
-Ella me buscó.
-Sos un idiota ¿Tenés idea la cantidad de propocisiones que yo tengo por día? Y sin embargo vivo por vos.
Arranqué a cruzar la calle, no miré, estaba enfurecida, triste y con ganas de morirme.
-¿Sos loca?
Me pregunta, tirándome para atrás.
Realmente no vi venir a esa camioneta.
La camioneta siguió su camino sin imaginarse que por un milisegundo casi acaba con mi vida.
-No me fijé y tampoco creo que a vos te importe.
Caminé hasta mi casa, el colectivo me dejaba a tres cuadras.
Él me acompañó en silencio, entré a mi casa sin mirarlo, sin saludarlo.
No podía más, se había terminado mi cuento de hadas.
Tenía el novio más lindo de la facultad y estaba enamorada de él.
Lloré toda la noche, preguntándome porque había hecho eso, porque me había engañado.
A la chica la odio.
Pero a él, lo odio más.
Al día siguiente tenía otro final, no me presenté, no podía, en casa solo les dije que me peleé con Nico.
Mi madre no entendía por qué.
Yo no di demasiadas explicaciones.
Hacía un año que salíamos, eso era bastante tiempo.
Nico era amigo de unos amigos míos y congeniamos enseguida.
Lo vi y me enamoré de él.
Jamás esperé esa traición, aparte estaba con ella a media cuadra de la facultad, no le importó nada.
Me sentí humillada.
Nunca más le contesté una llamada.
Me costaba horrores concentrarme en la facultad.
Dejé de cursar una de las materias, solo porque él salía a esa hora y siempre nos encontrábamos en el pasillo del lado sur de la facultad, yo estudiaba nutrición, era una licenciatura.
Nicolás estudiaba abogacía, era buen alumno. Yo también lo era.
Me acordé de Nicolás, porque por la vereda de enfrente de mi local, pasó Gastón, el chico que estaba ese día en el colectivo, ese día él estaba con su novia.
Unos meses antes de que me peleara con Nicolás, me había cruzado en la calle con Gastón, era un sábado a la noche, no era muy tarde, por lo que iba a tomar el colectivo hasta la zona de los bares y las discotecas, me iba a encontrar con mi novio.
-Hola Delfi.
Me freno para saludar a Gastón.
Me da un beso en la mejilla.
-Hola ¿Cómo te va?
-Ahora que te veo, muy bien...estás preciosa.
-Gracias...
-¿Tenés algo que hacer hoy?
Recuerdo que lo miré pensando que no podía ser, que cada vez que nos encontrábamos, sentíamos cierta atracción, pero nunca el destino nos encontró estando los dos sin pareja.
Por otro lado, yo amaba a mi novio, más que eso, lo adoraba.
Sin embargo, Gastón, le decía algo a mis sentidos.
-Tengo novio...
-¡Qué lástima!...Aunque...lo podés dejar, podemos irnos por ahí.
Lo miré, era realmente un chico que siempre me había gustado, pero yo era una mujer fiel, aunque la invitación de Gastón era tentadora, yo no me tenté.
Respiré hondo, antes de contestarle.
-Estoy enamorada de mi novio.
-Qué pena, me gustaría que estés enamorada de mí.
-Gastón...no...
Se inclinó hacia adelante, yo me alejé y para poner distancia, le apoyé una mano en su pecho.
Sentí una sacudida por dentro, que no entendí, amaba a mi novio.
Él, que se estaba acercando para besarme, debe haber sentido lo mismo, porque se quedó quieto, hasta me pareció que se sobresaltó.
Seguí mi camino, estaba bastante turbada.
Sentía que le había sido infiel a mi novio.
No me dio ni un beso, pero ese sacudón interno, ese calor que me sorprendió, me hizo sentir mal conmigo misma.
Esa sensación me duró hasta un rato después de estar con Nico, cuando lo miré con amor y él me besó como siempre, haciéndome perder la razón en sus brazos, con sus caricias.
Aunque después de haberlo dejado y recorriendo en mi mente, sus besos y sus caricias, me di cuenta que muchas veces me besaba delante de sus amigos como queriendo lucirse.
No sé si había tanto amor en su corazón como él me juraba.
Edith no podía entender por qué su marido, su gran amor, se había suicidado, ella nunca creyó que él podría tomar semejante decisión. Se encontró sola, teniendo que hacer frente a gastos que no tenía cómo cubrir y no quería despojar a su hijo de la casa en donde había crecido, venderla no era una opción. Cuando una amiga le propuso bailar en el club de strippers de más categoría de la ciudad, luego de dudarlo, aceptó, saldría al escenario camuflada y nadie sabría quién era ella. Lejos quedó la dama de alta sociedad que un día había sido, aunque su belleza y elegancia resaltaba entre miles de mujeres. Ella sólo quería que su hijo ingrese a la facultad y tenga una vida digna. Todo se complicó, cuando el jefe de su hijo, uno de los hombres más importantes de la ciudad, descubrió su verdadera identidad.
El amor entre ellos surgió como por arte de magia, ambos eran médicos y la mejor amiga de la bella doctora era cuñada de Ramiro, ellos estaban compartiendo sus vacaciones. Era tan profundo lo que ellos sentían, que pensaban que al volver a su país, estaban en una pequeña ciudad cerca de la frontera, pronto se casarían y estarían unidos para siempre. De pronto el mundo cambió, tuvo lugar la pandemia del COVID, se cerraron las fronteras y ambos quedaron atrapados en el país vecino, decidieron colaborar en la clínica de la pequeña ciudad. Rocío terminó por contagiarse de ese cruel virus, que arrasó con media ciudad. La tuvieron que intubar, y aunque Ramiro quería quedarse a su lado todo el tiempo, los casos se multiplicaban y tenía que atenderlos. Una enfermera, que siempre estuvo celosa de la bella médica, dejó de suministrarle los medicamentos, en lugar de empeorar, Rocío recuperaba de a ratos la conciencia, en un momento Rocío tuvo una pequeña arritmia, un pequeño preinfarto, Charo, la enfermera, se apresuró a desconectarla, diciendo que había fallecido, amenazando a los médicos residentes, inventando que tenía un romance con Ramiro, que era el médico más importante, logró que metieran el cuerpo de Rocío en una bolso mortuoria, sin avisarle a él. Rocío logró recuperarse y con ayuda del destino, pudo salir de la bolsa mortuoria y de la ambulancia llena de cadáveres. Luego de esconderse en la que fuera la casa de sus padres, volvió a Argentina, el médico de la clínica en donde ella trabajaba, la acogió, protegió y le propuso matrimonio, ya que siempre estuvo enamorada de ella. Por agradecimiento, aceptó la propuesta, ya que sólo confiaba en él, un año después su esposo, fallece de cáncer, dejándole como herencia sus clínicas y una cuantiosa fortuna.
Tenía 6 años cuando en la puerta de mi casa apareció una mujer con una niña de mi edad, diciendo que esa pequeña también era hija de mi padre. Recuerdo a mi madre llorar y subirnos a su auto, luego de viajar un rato, el auto comenzó a hacer trompos y volcamos, mi mamá falleció en ese accidente, aún siento las lágrimas de mi papá al rescatarme de entre los fierros retorcidos. Esa mujer se instaló en mi casa, haciendo de mi vida un infierno inimaginable, luego de unos años, ellos se casaron y Rosie, mi media hermana, pasó a llevar mi mismo apellido, si su madre me torturaba ella fue la alumna que superó a la maestra. Intentó ahogarme cuando tenía 15 años, y a mis 19, organizó un plan para que me violaran. Mi padre falleció de una enfermedad terminal, casi en la ruina. Yo me quedé sola, sintiéndome culpable de su muerte, prácticamente en la calle, con un ser en mis entrañas y sin saber quién era su padre, pero… mi progenitor siempre estuvo mil pasos adelante, nada es lo que parece y cada cuál tiene su merecido.
Cuando Gonzalo, un importante ceo, tan atractivo como egoísta, abandona a Elizabeth, su bella, sensual y fina esposa, sin importarle que ella tenga un embarazo de 8 meses y que su hijo de 5 años, vaya a sufrir por su ausencia, no se imagina jamás lo caro que le va a costar su capricho, porque sí, él se había encaprichado con una mujer que se cruzó en su camino en el momento en que Elizabeth tenía que hacer reposo absoluto por su embarazo. No tarda en darse cuenta de su equivocación, pero su orgullo, sumado a su estupidez, le impiden acercarse a su familia y pedir perdón, más tarde todo se vuelve en su contra y tiene la sensación que nunca va a remendar el desastre que provocó con sus acciones.
Todo se complica cuando la competencia de dos mujeres va más allá de lo estipulado y pasan ciertos límites cruzando las fronteras permitidas, sin embargo ellas no son las únicas que compiten, también lo hacen los dos primos, que terminan exponiendo situaciones y exponiendolas a ellas, quienes son señaladas por la sociedad, sin embargo, ellos pretenden luchar hasta las últimas consecuencias para lograr limpiar el nombre de las dos bellas muchachas, no obstante, los celos y la venganza, separan a las dos parejas que finalmente se formaron.
Me enamoré profundamente de Agustín, sin embargo él ponía una distancia enorme entre nosotros, su excusa era que soy menor de edad y que me lleva 12 años, pero yo no bajé los brazos, lo iba a conquistar a cualquier precio. Sabía que me deseaba, eso lo veía en sus ojos, por lo que decidí acorralarlo cada vez que tuve la oportunidad. Cuando cumplí 18 años, todo cambió, tuve su amor incondicional, sin embargo nunca pensé que tendría que ser yo, la que con mucho dolor, lo abandonaría. * En Argentina se llama pendeja/jo a Mujer/hombre muy joven o adolescente, puede ser despectiva o cariñosamente. *La historia de Any comienza en Mi primer amor, Ivana y Willy.
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