/0/12361/coverbig.jpg?v=969528538d8c8400b0d39e5445c9e81f)
¿Qué se sentiría casarse con un extraño? Cayendo en la trampa de su futura suegra, entre la espada y la pared, Xenia se casó con el tío enfermizo y en silla de ruedas de su prometido. Pensó que su vida iba a ser un infierno después del matrimonio, pero le esperaba una gran sorpresa. Su marido le compró una casa y un terreno, y no solo eso, la amaba con todo su corazón. La vida era buena. El único inconveniente era que su marido, Vince, siempre tosía como si fuera a morir en cualquier momento. Un día, Xenia descubrió el secreto de su marido, quien resultó haber estado vigilándola durante años. Ella se burló: "¿No tienes una enfermedad crónica?". "Estoy mejor ahora, gracias a ti", respondió Vince. "¿No estabas lisiado?". Ante esta pregunta, Vince empezó a sudar frío. "Bueno, no quería que se burlaran de nuestro hijo, así que contraté al mejor médico para que me tratara las piernas". Xenia se puso enfadada. Ella gritó: "¡Vince Morrison! ¿Qué más me has estado ocultando?". Con un ruido sordo, Vince se arrodilló y dijo: "Cariño, tranquila, no levantes la voz. Gritar enojada podría dañar al bebé. Solo golpéame, si esto te ayuda". El comportamiento de Vince sorprendió a todos los que lo conocían. ¡El hombre despiadado, que nunca se disculpó con nadie, se arrodilló ante una mujer! ¿Por qué?
Xenia Holt no podía creer que su futura suegra la hubiera enviado a la cama de otro hombre, justo después de que su prometido se fuera.
Cuando recuperó el sentido, pensó en escapar. Pero entonces escuchó la puerta del cuarto oscuro abrirse, seguido inmediatamente por una voz enojada encima de ella.
"¿Quién te dio permiso para estar aquí?".
Antes de que ella pudiera explicarse, la agarraron de la muñeca.
El hombre la sacó de la cama. "¡Fuera de aquí!", ordenó fríamente, como si estuviera descartando algo sin valor.
Xenia cayó sobre la alfombra con un ruido sordo y las lágrimas brotaron de sus ojos.
Intentó levantarse varias veces, pero no pudo.
"Yo... No puedo levantarme...", tartamudeó. Su voz sonaba como el maullido de un gatito tímido, involuntariamente provocativa.
No pudo evitar sentirse increíblemente avergonzada e incómoda.
Tenía dolor de cabeza y le preocupaba que él pudiera pensar que le estaba coqueteando a propósito.
Pero entonces el hombre corrió hacia ella, con los ojos brillantes de emoción, y la agarró de los brazos. "¡Eres tú!", exclamó con sorpresa y felicidad.
"No, estás equivocado... Yo quiero decir...".
Xenia no pudo seguir hablando, ya que él cubrió sus labios con los suyos abruptamente.
Su aliento con sabor a tabaco la abrumó mientras la besaba.
En un segundo, estuvo encima de ella, con movimientos asertivos e inflexibles.
Xenia intentó defenderse, pero él la sujetó con mayor firmeza, parecía decidido a sacarle todo el aire de sus pulmones.
En la interminable oscuridad, ella solo deseó que se terminara ese sufrimiento.
Había esquivado la agresión sexual del padre de ese estudiante en la tarde, pero ¿ahora qué había cambiado?
Su destino fue el mismo.
Su hombro le dolía.
El hombre la mordió bruscamente. "Presta atención", refunfuñó.
Luego, se volvió más agresivo, abrumando los pensamientos de Xenia hasta arrastrarla a la noche oscura.
A la mañana siguiente, Xenia se despertó y se encontró pulcramente vestida, lo que alivió un poco su incomodidad.
Cuando recordó la noche anterior, se levantó de golpe de la cama y observó al hombre que estaba cerca de las ventanas francesas.
Iluminados por los rayos de sol, sus rasgos se veían borrosos, mostrando solo una leve palidez de su piel. Tenía un aspecto erudito, y sus gafas de montura dorada le daban un aire refinado.
En su silla de ruedas, se acercó a ella con una inconfundible nobleza.
Xenia vio su rostro y se quedó sin aliento. "¡Señor...! ¡Señor Morrison!".
¿Cómo era posible que fuera el tío de su prometido, Vince Morrison?
La noche anterior, había escapado de una agresión sexual por parte del padre de un estudiante, dejándolo inconsciente en defensa propia; y luego fue a buscar a Trevor Morrison, su prometido.
Pero él había salido por un trabajo urgente, así que se quedó al cuidado de su futura suegra.
No se dio cuenta de que, después de beber la leche que ella le dio, la habían trasladado a otra habitación.
¿Por qué...? ¿Por qué fue el tío de Trevor?
Xenia se sintió tan avergonzada y furiosa que quiso desaparecer de la faz de la Tierra.
"Asumiré la responsabilidad por lo que pasó anoche", Vince se acercó tan tranquilamente como una suave brisa.
Sus ojos se veían honestos y sus palabras sonaban sinceras.
Xenia levantó la mirada con sorpresa. Vince se tapó la boca y tosió un poco. Con una sonrisa burlona, agregó tristemente: "Solo si no te importa que esté en una silla de ruedas, por supuesto. Si aceptas, podemos ir a firmar los papeles hoy mismo".
"¿Firmar los papeles?". Xenia abrió los ojos como platos.
Ayer había estado desesperada por casarse para escapar del control y los horribles trucos de su familia.
Por eso fue rápido para buscar a Trevor, porque quería casarse primero.
Pero él desestimó sus preocupaciones y la rechazó.
Ahora que escuchaba la oferta del tío de su prometido, no sabía qué decir.
"Yo...". Xenia apretó los dientes.
Por un momento, consideró aceptar la oferta para abandonar a su familia.
Pero rápidamente recobró el sentido y sacudió la cabeza.
No, no podía hacerlo. Ese hombre era, más o menos, un desconocido, y el tío de su prometido. Además, se rumoreaba que era una persona importante en Mapnard, siendo conocido por sus actos decisivos y despiadados.
No quería juntarse con alguien de un entorno tan complejo.
Al ver su actitud, Vince no pareció sorprendido. Su hermoso rostro se veía pálido y enfermizo mientras lanzaba una risa burlona. Se dio la vuelta para toser un poco más, era como si no le quedara mucho tiempo. "De acuerdo, entiendo. ¿Cómo iba una persona con la mente clara a pasar el resto de su vida con un discapacitado como yo?".
Xenia sintió que le dolía el corazón.
Era inquietante escuchar las palabras de Vince. Pero en ese momento, solo quería escapar de esa incómoda situación. "Señor Morrison, si ya no me necesita, yo...", murmuró con vacilación. "Debería irme".
Rápidamente se levantó, pero le fallaron las piernas y perdió el equilibrio.
El rostro de Vince cambió un poco, se echó hacia adelante y extendió la mano para tomarla en sus brazos.
Ante tal cercanía, pudo sentir su aroma. Vince recordó lo que habían hecho la noche anterior y sintió un nudo en la garganta.
Con el rostro contra el cálido pecho del hombre, Xenia escuchó los constantes latidos de su corazón y se sintió bastante incómoda.
Pero tenía las piernas tan entumecidas que no podía mantenerse en pie.
De repente, escuchó la suave voz de Vince por encima de su cabeza. "¿Anoche te lastimé?".
Las mejillas de Xenia no tardaron en ponerse rojas.
Luchando contra el entumecimiento, se alejó del pecho de Vince y se levantó con una mezcla de emociones.
Hacía apenas un momento, había sentido una seguridad indescriptible.
Fue reconfortante, pero no tardó en regañarse a sí misma.
¿En qué estaba pensando?
¡Ese hombre era el tío de su prometido!
Xenia se sintió tan avergonzada que quiso desaparecer en ese instante.
Pero él no pareció notar su malestar, así que la agarró suavemente de la muñeca y preguntó ansiosamente: "¿Fui muy desconsiderado anoche?".
Xenia estaba perpleja y rápidamente apartó su muñeca, sin saber si contestar o no.
"Lo siento mucho", agregó él con sinceridad.
Xenia levantó la cabeza y se encontró atrapada en la seria mirada de Vince.
Ese hombre... no parecía ser como decían los rumores.
"Lo siento, anoche fue mi primera vez...", confesó Vince seriamente.
A pesar de que había comenzado a calmarse, Xenia se ruborizó de nuevo.
¿Qué estaba haciendo?
¿Por qué estaba hablando con el tío de su prometido sobre lo que hicieron la noche anterior?
Vince notó su mirada abatida y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
De repente, un fuerte golpe en la puerta pareció hacerla volver en sí.
"¡Abre, Vince! ¡Eres un bastardo! ¡Libera a mi nuera!".
El ruido del exterior sobresaltó a Xenia, cuyo rostro se puso de un blanco fantasmal.
Era la madre de Trevor, su futura suegra.
La misma mujer que había arreglado todo para que ella estuviera en la cama del tío de Trevor, ahora la acusaba de infidelidad.
Xenia estaba mortificada, pues no sabía cómo manejar eso.
La mano delgada de Vince apareció frente a ella y la agarró con firmeza, ofreciéndole una inesperada sensación de seguridad.
"No te preocupes", la consoló con una voz ronca. "Yo me encargaré de todo".
Poco después, le soltó la mano, acercó su silla de ruedas a la cama y comenzó a colocar las sábanas revueltas.
Cuando vio una mancha de color rojo oscuro, sus ojos se oscurecieron y silenciosamente la cubrió con una manta.
Xenia lo observó en silencio y se sintió melancólica.
Sorprendentemente, era el tío de Trevor quien estaba cuidado su dignidad.
La puerta terminó abriéndose.
Vickie Morrison, la madre de Trevor, entró a toda prisa.
Corinne dedicó tres años de su vida a su novio, pero todo fue en vano. Él no la veía más que como una pueblerina y la dejó sola en la boda para estar con su verdadero amor. Tras ser despechada, Corinne recuperó su identidad como nieta del hombre más rico de la ciudad, heredó una fortuna de mil millones de dólares y acabó llegando a lo más alto. Pero su éxito atrajo la envidia de los demás, y la gente trató constantemente de hundirla. El Sr. Hopkins, famoso por su crueldad, la animaba mientras ella se enfrentaba uno a uno a esos alborotadores. "¡Así se hace, cariño!".
En un mundo donde las finanzas dictan normas implacables, Jeff Evans, un CEO astuto y decidido a proteger su imperio, se enfrenta a una propuesta inquietante de un exsocio con problemas económicos: ofrecer a su hija, Selena, como esclava para cancelar una deuda millonaria. Selena, criada en la opulencia, se encuentra atrapada en un destino aterrador.
Era una doctora talentosa de fama mundial, CEO de una empresa que cotiza en bolsa, la mercenaria más formidable y un genio de la tecnología de primer nivel. Marissa, una magnate con una plétora de identidades secretas, había ocultado su verdadera identidad para casarse con un joven aparentemente empobrecido. Sin embargo, en vísperas de su boda, su prometido, que en realidad era el heredero perdido de una familia adinerada, canceló el compromiso, incluso la humilló y se burló de ella. Cuando las identidades ocultas de la chica salieron a la luz, su exprometido se quedó atónito y le suplicó desesperadamente que lo perdonara. De pie, protector ante Marissa, un magnate increíblemente influyente y temible declaró: "Esta es mi esposa. ¿Quién se atrevería a quitármela?".
Los rumores decían que Lucas se había casado con una mujer poco atractiva y sin antecedentes. En los tres años que estuvieron juntos, se mantuvo frío y distante con Belinda, que aguantó en silencio. Su amor por él la obligó a sacrificar su autoestima y sus sueños. Cuando el primer amor de Lucas reapareció, Belinda se dio cuenta de que su matrimonio era una farsa desde el principio, una estratagema para salvar la vida de otra mujer. Entonces firmó los papeles del divorcio y se marchó. Tres años después, Belinda regresó convertida en un prodigio de la cirugía y una maestra del piano. Perdido en el arrepentimiento, Lucas la persiguió bajo la lluvia y la abrazó con fuerza: "Eres mía, Belinda".
Traicionada por su pareja y su hermanastra en la víspera de su boda, Makenna fue entregada a los despiadados príncipes licántropos como amante, pero su propio padre ignoró su difícil situación. Decidida, ella intentó escapar y buscar venganza, pero, sin darse cuenta, captó el interés de los tres príncipes licántropos, que la deseaban en exclusiva entre muchas admiradoras. Esto complicó sus planes, atrapándola y convirtiéndola en rival de la futura reina licántropa. Enredada en deseo y celos, ¿podría Makenna lograr su venganza en el intrincado baile con los tres príncipes?
Janice, la heredera legítima olvidada hace tiempo, se abrió camino de vuelta a su familia, volcándose en ganarse sus corazones. Sin embargo, tuvo que renunciar a su propia identidad, sus credenciales académicas y sus obras creativas en favor de su hermana adoptiva. A cambio de sus sacrificios, no encontró calor, sino un mayor abandono. Decidida, Janice juró cortar todo vínculo emocional con ellos. Tras quitarse la máscara, ahora era conocida como maestra en artes marciales, experta médica y célebre diseñadora que sabe ocho idiomas. Con una nueva determinación, declaró: "A partir de hoy, nadie de esta familia se cruzará conmigo".