/0/12360/coverbig.jpg?v=9cbe699bc381edd7d6f9beee8f83f331)
Thea sintió que nunca volvería a ser feliz después de verse obligada a casarse con el infame y misterioso lisiado, que se llamaba señor Reynolds. Se rumoreaba que su nuevo marido era feo y muy malo. Como resultado, Thea se preparó para soportar su matrimonio infeliz. Pero poco después recibió una gran sorpresa. Su marido la colmó de todo el amor, haciéndola sentir tan especial. El señor Reynolds era su caballero de brillante armadura. La protegió de todos los que vinieron por ella. Cuando su propio padre la maltrató, él incluso destruyó el auto del viejo. Todos sus enemigos la odiaban hasta los huesos. Mientras se lamían las heridas, la maldecían en sus corazones. ¡Qué mujer tan desalmada! Sosteniendo a Thea en sus brazos, el señor Reynolds declaró: "Ella es el amor de mi vida. La amo tal como es. ¿Alguien tiene alguna objeción?".
En un pasillo poco iluminado, Thea Russell estaba borracha mientras se apoyaba contra la fría pared y observaba a un hombre que se acercaba.
Era alto y delgado, con una cintura estrecha y un encantador trasero. Luego, la chica vio su rostro.
¡Qué atractivo!
Los acompañantes de ese club eran famosos por su apariencia y él no era la excepción.
¡Siendo un hombre de unos treinta años, era increíblemente guapo!
Thea no pudo resistirse y se lanzó a sus brazos. Su familia la había obligado a tener un matrimonio arreglado con un viejo, así que, ¿por qué no gastar dinero para disfrutar de la compañía de un apuesto hombre primero?
"Mil dólares", sosteniéndolo, Thea alzó la cabeza y dio un precio, sin dejar de observarlo.
Colton Reynolds, que había estado buscando a alguien, de repente se vio envuelto por el abrazo de una joven mujer. Su calidez y el olor a alcohol en su aliento hicieron que frunciera el ceño. Justo cuando estaba por alejarla, vio su rostro y se dio cuenta de que le resultaba muy familiar.
Hacía un par de semanas, Talia Reynolds, su madre, lo había bombardeado con fotografías de posibles novias de familias adineradas, exigiéndole que eligiera una.
Fue entonces cuando llamó su atención una chica con un encanto tranquilo y cautivador.
Después de hacer su elección, regresó a Akarough por un asunto urgente y envió a alguien a la casa de la familia Russell para que formalizara el acuerdo. Pero no esperaba encontrarse con la misma chica que había elegido en ese club.
Al ver que el hombre seguía en silencio, Thea se armó de valor y aumentó su oferta. "¡Mil quinientos dólares!".
Colton siguió mirando a la mujer en sus brazos. Su rostro enrojecido y el desconcierto en sus ojos sugerían que había consumido mucho alcohol.
"Déjame llevarte a casa...".
Antes de que Colton pudiera terminar de hablar, Thea se puso de puntillas para besar sus labios.
El beso fue suave y dulce, y lo tomó por sorpresa.
Thea no pudo resistirse más, lo empujó contra la pared y se abalanzó para darle otro beso.
"¡Dos mil dólares! ¡Es mi oferta final!".
Le faltaba dinero, así que no podía pagar más.
Antes de que Colton pudiera reaccionar, ella volvió a acercarse y sus labios se encontraron con los de él en un beso apasionado.
La chica que tenía en sus brazos estaba excitada por la embriaguez, y el olor suave y fragante era toda una tentación. Colton había permanecido célibe durante años, por lo que se vio incapaz de resistir sus avances. Como era la esposa que había elegido, bajó la cabeza y preguntó con voz ronca: "¿Sabes lo que estás haciendo?".
"Sí", respondió Thea.
Sabía muy bien lo que quería.
Antes de casarse con el señor Reynolds, deseaba acostarse con un acompañante. Para no dejar que un hombre tan guapo se le escapara, abrazó su cuello y prometió: "No te preocupes. Me haré responsable de ti".
Antes de que pudiera inclinarse para besarlo una vez más, Colton tomó la iniciativa y le dio un beso.
Unas horas después, Thea se despertó mareada y con un dolor punzante de cabeza. No recordaba lo que había ocurrido anoche. Pero cuando intentó levantarse de la cama, le dolió el cuerpo y le temblaron las piernas, por lo que estuvo a punto de caerse.
Antes de irse, observó al hombre que todavía dormía en la cama. Revisando sus bolsillos, apenas encontró cien dólares.
Fue solo entonces que recordó que había usado la mayor parte de su dinero para cubrir los gastos médicos de su madre. Eso era todo lo que le quedaba. Sonrojándose de vergüenza, dejó una nota y huyó a toda prisa de la habitación.
"Discúlpame, señor guapo. No traje mucho dinero, pero te pagaré a plazos".
Cuando se despertó, Colton leyó la nota y vio una escasa suma de dinero en el velador, un cruel recordatorio de su encuentro.
¿Le había dado dinero por su noche juntos y luego se había escapado? ¿Era eso lo que ella quiso decir con asumir la responsabilidad?
"¡Señor Reynolds!".
Greyson Brooks entró a la habitación y vio a su jefe mirando una nota con el ceño fruncido. Rápidamente retrocedió un paso y vio los chupetones en su cuello. Tras una breve pausa, no pudo contener su emoción.
¡Por fin su jefe había renunciado al celibato!
"Haz los arreglos necesarios". Colton arrugó la nota y la guardó en su bolsillo. Luego, agarró un cigarrillo, lo encendió y exhaló una nube de humo. "Ve a la casa de la familia Russell y tráela aquí".
¡Tenía que darle una lección!
"¿A quién desea que traiga?", preguntó Greyson, un poco desconcertado. De repente, recordó que Talia había obligado a su jefe a elegir una novia, por lo que debía ser una de las hijas de la familia Russell.
"¡Maggie Russell!".
Durante diez años, Daniela colmó a su exesposo de un amor inquebrantable, solo para descubrir que no era más que un chiste para él. Humillada, pero decidida, se divorció de él. Tres meses después, Daniela regresó a lo grande. Ahora era la CEO oculta de una marca líder, una diseñadora codiciada y una rica magnate de la minería, y su éxito se reveló en su triunfal regreso. Toda la familia de su exesposo se abalanzó sobre ella, desesperada por implorar su perdón y suplicar otra oportunidad. Sin embargo, Daniela, ahora querida por el famoso Sr. Phillips, los miraba con gélido desdén y dijo: "Estoy fuera de su alcance".
Después de que Ellie recuperara su verdadera identidad, se encontró en un inesperado matrimonio con el Sr. Thorpe, un hombre lisiado que era despreciado por todos. Su exnovio infiel aguardaba su arrepentimiento, mientras los demás la miraban con sorna. Sin embargo, para Ellie, su aclamado bar no era más que un proyecto secundario. Su vasta colección de joyas parecía trivial. Los mejores diseñadores estaban a su disposición. Poseía autos de lujo, grandes mansiones e incluso islas privadas. Tenía el poder de ganar prestigiosos premios y vengarse de su infiel ex y de la amante descarada de este. No obstante, para los extraños, su vida parecía aburrida, ensombrecida por la discapacidad de su marido. Un día, el Sr. Thorpe se levantó de su silla de ruedas, incapaz de mantener la fachada por más tiempo. "Ya no puedo seguir fingiendo. Mi mujer es demasiado extraordinaria", declaró. Ellie, con las manos en la cintura y los dientes apretados, se enfrentó a él: "¿Y el divorcio que prometiste?". Tocándole suavemente el vientre ligeramente abultado, el Sr. Thorpe respondió en voz baja: "¡En tus sueños!".
Lucia Meller es mi vida, me enseño amar, me enseñó a adorarla, me mostró el mundo de forma diferente, le di todo lo que la vida me ofrecía, y se ha ido; se llevó mi vida, mi amor, dejándome el corazón y el alma hecha pedazos. Ahora me duele respirar, me duele amar, me duele la vida. La quiero, jamás podré volver amar a alguien como la ame a ella; la quiero de vuelta, la quiero conmigo, a mi lado donde pertenece; pero por más que la busco no la encuentro, es como si la vida me la hubiera arrebatado y eso me duele, ella me enseñó que se puede matar a un hombre, aunque se conserve la vida, sin embargo, me canse, no puedo llorar por alguien que no me quiere amar y aunque duele, hoy después de casi dos años le digo adiós a mi sirena; después de todo soy Gabriel Ziegermman. Un año desde que me aparte de Gabriel y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, amar a ese hombre es lo mejor que me ha pasado en la vida, a él le debo el hecho que hoy esté viva y tener a mi lado a mi mayor tesoro, él me enseñó que lo que se desea con el alma se obtiene, pero también me enseñó que amar duele, que su amor duele, a él le debo el dolor más grande, porque dejo de amarme, no fui suficiente para él, me enseñó que su madre, su exnovia y su destino no están conmigo, y aun así lo quiero de vuelta, sé que sus prioridades cambiaron; yo solo pedía una verdad sin embargo él prefirió engañarme y dejarme.Lo quiero olvidar y lo quiero conmigo, aunque no se lo merezca, pero como hago si amar ese hombre es mi arte. Ahora estoy de vuelta y lo único que quiero es tenerlo a kilómetros de distancia, porque me enseñó que yo también tengo derecho a cambiar mis prioridades. Novela registrada N ISBN 978-958-49-7259-0 Está prohibida su adaptación o distribución sin autorización de su autor. Todos los derechos reservados all rights reserved
Corinne dedicó tres años de su vida a su novio, pero todo fue en vano. Él no la veía más que como una pueblerina y la dejó sola en la boda para estar con su verdadero amor. Tras ser despechada, Corinne recuperó su identidad como nieta del hombre más rico de la ciudad, heredó una fortuna de mil millones de dólares y acabó llegando a lo más alto. Pero su éxito atrajo la envidia de los demás, y la gente trató constantemente de hundirla. El Sr. Hopkins, famoso por su crueldad, la animaba mientras ella se enfrentaba uno a uno a esos alborotadores. "¡Así se hace, cariño!".
Era una doctora talentosa de fama mundial, CEO de una empresa que cotiza en bolsa, la mercenaria más formidable y un genio de la tecnología de primer nivel. Marissa, una magnate con una plétora de identidades secretas, había ocultado su verdadera identidad para casarse con un joven aparentemente empobrecido. Sin embargo, en vísperas de su boda, su prometido, que en realidad era el heredero perdido de una familia adinerada, canceló el compromiso, incluso la humilló y se burló de ella. Cuando las identidades ocultas de la chica salieron a la luz, su exprometido se quedó atónito y le suplicó desesperadamente que lo perdonara. De pie, protector ante Marissa, un magnate increíblemente influyente y temible declaró: "Esta es mi esposa. ¿Quién se atrevería a quitármela?".
Durante tres años, Shane e Yvonne estuvieron casados, compartiendo noches acaloradas, mientras él aún estaba enamorado de su primer amor. Yvonne se esforzaba por ser una esposa obediente, pero su matrimonio se sentía vacío, construido sobre el deseo más que sobre el verdadero afecto. Todo cambió cuando se quedó embarazada, sólo para que Shane la empujara a la mesa de operaciones, advirtiéndole: "¡O sobrevives tú o el bebé!". Destrozada por su crueldad, Yvonne desapareció apesadumbrada y más tarde regresó, radiante de plenitud, dejando a todos boquiabiertos. Atormentado por los remordimientos, Shane le suplicó otra oportunidad, pero Yvonne sólo sonrió y respondió: "Lo siento, los hombres ya no me interesan".