/0/12134/coverbig.jpg?v=0d835e75b635e0676c5c2b381a767395)
Misha no es una mujer romántica. Descreída del amor después de haber vivido un infierno en manos de su prometido que casi termina con su vida. Sus días los pasa dentro de un laboratorio junto a su mejor amiga Mica intentando ayudar a mejorar la calidad de vida de niños con problemas. Un accidente de auto cambiara las cosas para siempre. Aunque intenta ser feliz el pasado ha dejado grandes secuelas mentales y físicas. Khalam es un cínico abogado. El convivir dentro de una familia poco afectuosa lo llevó a huir de los compromisos. Su vida transcurre entre lograr contratos para su mejor amigo Ann y mujeres al azar. Un accidente mueve sus cimientos y lo obliga a replantear todo aquello que alguna vez pensó. Entre las sombras una persona busca venganza y no descansará hasta tomar lo que considera suyo. ¿Podrán alcanzar alcanzar la felicidad? ¿O estarán destinados a un futuro de soledad?
Inglaterra, febrero 2021
El ruido del impacto en la parte trasera del coche me sorprendió y perdí el control del vehículo, chocando contra el auto de enfrente. Todo se convirtió en caos en un instante. Aunque el golpe fue fuerte, los airbags no se activaron. Sentí el golpe en el lado derecho de mi cabeza al chocar contra el cristal.
Despejando mi mente, miré a mi amiga en el asiento del copiloto. Mica estaba en la misma situación, tocándose la sien. Nos evaluamos con una mirada, sabiendo qué buscar posibles lesiones. Después de tantos años trabajando juntas, no necesitábamos palabras. Al darnos cuenta de que solo estábamos levemente heridas, nos pusimos en piloto automático para verificar el estado de los ocupantes de los otros vehículos.
Fuimos invitadas al 50º Congreso Mundial de la Sociedad Internacional de Cirugía que se llevaría a cabo en Londres. Decidimos viajar diez días antes desde Houston para visitar otras ciudades durante las mini vacaciones. Nuestro primer destino fue Gales, luego Cardiff y finalmente Bath. Como admiradoras de Jane Austen, quedamos fascinadas con la ciudad, su misticismo y romanticismo que representaban una parte importante de nuestra infancia. Después volamos hacia el norte y terminamos nuestro viaje en Manchester.
El día anterior decidimos dejar de lado los pasajes de avión y alquilar un auto para llegar a nuestro destino conduciendo. Nos aconsejaron comenzar por la ruta M6 y luego unirnos a la M40, que suele ser poco transitada en esta época. Queríamos disfrutar de paisajes, paz y calma para contrarrestar el ajetreo de la ciudad al regresar.
Pero ahora observando el estado de nuestro auto y de los demás vehículos tendríamos que despedirnos de nuestro plan y llamar para pedir ayuda. Esto iba a demorarnos.
Nos aproximamos al viejo modelo de camioneta Ford que nos embistió. Se podían notar golpes antiguos en los costados. Había un solo ocupante, un hombre con la cabeza apoyada en el volante. Al abrir la puerta, su aspecto desaliñado era lo primero que llamaba la atención. Al mover su cuerpo hacia atrás, pude ver que no pasaba de los cuarenta años, pero su rostro denotaba más edad. Pantalones manchados, zapatillas sucias, una camisa desabotonada y llena de manchas de aderezo. Un fuerte olor a alcohol me provocó náuseas, dejándome sin dudas sobre la causa del accidente que provocó al perder el control del vehículo.
Sin perder tiempo, Mica sacó el maletín de primeros auxilios del baúl, que siempre llevábamos para cualquier emergencia que surgiera. Entró lentamente por la puerta del acompañante de la camioneta para verificar su estado.
- Señor ¿puede escucharnos?- preguntó con voz firme mientras controlaba sus signos vitales- Señor... señor me escucha? Mi nombre es Dra. Micaela Kross, soy doctora. Misha, está inconsciente, no sé si es a causa del alcohol o del golpe- terminó diciendo con resentimiento mientras intentaba hacerlo reaccionar colocando alcohol en un pequeño algodón llevándolo a sus fosas nasales.
- Llama a una ambulancia, voy a verificar el otro auto- dije mientras sacaba mi celular y contactaba a la policía. Expliqué rápidamente la situación pidiendo un móvil policial.
Mientras caminaba, vi el viejo y pobre Bentley que habíamos alquilado. Aunque no era gran cosa, ahora claramente estaba fuera de servicio con los dos golpes en la parte delantera y trasera.
Del interior del vehículo chocado se escuchaban gemidos, así que aceleré el paso. Era un jeep negro con ventanas polarizadas que no permitían ver hacia adentro. Me acerqué y abrí la puerta del conductor; dos ocupantes de origen asiático me miraron fijamente.
- Hola, ¿están bien?... - les pregunté mientras evaluaba la situación de ambos - soy la Dra. Misha Saint Johns... voy a ayudarlos.
El conductor era un joven de tez trigueña, no mayor de treinta años, con una lesión en la frente que sangraba un poco. Se sujetaba el hombro derecho con una mano, quejándose. Sus pequeños ojos rasgados reflejaban dolor, respiraba agitadamente y se mordía el labio inferior para no emitir sonido. Vestía completamente de blanco, con un short de lino y una camisa de bambula de mangas cortas, prácticamente sin abotonar. Toda su vestimenta gritaba turista.
El acompañante era un hombre realmente atractivo. Tenía alrededor de treinta años. Su apariencia era fuerte y grande. Con cabello negro, piel muy clara, labios gruesos y sus ojos rasgados negros que no dejaban de mirarme mientras se tocaba el cuello. A diferencia de su amigo, vestía completamente de negro. Con pantalón largo y camisa abierta que mostraba un torso envidiable. Su mirada irradiaba una fuerza que hizo temblar mis rodillas.
- Ya hemos llamado a la ambulancia... voy a revisarlos si me lo permiten, ¿ok? - pregunté mientras buscaba guantes en el maletín. Sé por experiencia que hay personas de algunos países que son bastante reacias a que los toquen extranjeros, sobre todo si son extraños a su cultura, así que debía ser sumamente cuidadosa con ellos. - Díganme si me entienden... por favor.
- Por favor, empieza con él que está sangrando - dijo el acompañante aflojando su cinturón, hablándole a su compañero en un idioma que desconocía. Su voz ronca y baja me dejó aturdida, provocando escalofríos.
"Extraño", pensé. Después de Tim, mi cuerpo se había rebelado contra la atracción hacia el sexo opuesto. Me había impuesto el celibato como castigo por haber sido una tonta. Pero ahora, en estas circunstancias precisas, podía sentir cómo mi corazón se aceleraba. Escuché a su compañero quejarse y dejé de divagar sobre temas sin sentido.
- Hola, soy Misha - repetí suavemente, mirándolo a los ojos - voy a quitarte el cinturón y reclinar tu asiento para examinarte mejor - murmuré, tratando de no asustarlo - dime si algo de lo que hago te duele - él solo asintió, ruborizándose. Sentí cómo su respiración se aceleraba.
Ambos eran muy altos, lo que dificultaba llegar a su frente. Busqué la palanca debajo del asiento para reclinar su cuerpo. Pisando el borde inferior del auto, coloqué una rodilla en su asiento, me impulsé hacia arriba y quedé prácticamente arrodillada de costado sobre él, con mi pecho pegado a su costado. Hasta ahí llegaron mis deseos de ser sutil. Sus ojos se abrieron al mirar a su compañero y a mí, profundizando el sonrojo en sus mejillas.
- Mierda... - susurré, intentando encontrar otra forma de acomodarme - No te asustes, necesito revisarte para saber si tienes alguna lesión grave - procedí con cautela a palpar su frente, notando que afortunadamente era solo una herida superficial.
Me señaló el hombro y, mirándolo a los ojos, pedí permiso para tocarlo. Introduje como pude las manos por debajo de su camisa. Era delgado pero fibroso. Me incliné hacia adelante para observar más de cerca. Lo palpé rápidamente. Al tacto noté que no tenía huesos rotos, pero un gran hematoma se estaba formando en la zona escapular donde se había golpeado.
- Estás bien, voy a limpiar la herida de tu frente. Aparentemente no tienes nada roto, pero para estar seguros deberías realizarte una radiografía de tórax y una cervical - dije mientras saltaba del vehículo, aplicaba desinfectante en una gasa y volvía a subir al auto.
Limpié la herida y coloqué una curita. Por primera vez lo vi sonreír mientras agradecía. Su voz era muy dulce, así que correspondí sonriendo también.
- Ya te he dicho mi nombre dos veces... es tu turno ¿Cómo te llamas? - pregunté mientras bajaba intentando calmarlo, notaba que su respiración se aceleraba, su rostro estaba sudado y sus pupilas empezaban a dilatarse. Temía que estuviera a punto de tener un ataque de pánico.
- Anonn - susurró mirándome tímidamente- me llamo Anonn Kongkaeo.
- Hermoso nombre Anonn. Ahora necesito que respires lentamente conmigo, ¿puedes hacerlo? - le dije mientras le mostraba cómo calmar su respiración, colocando mi mano sobre su pecho para que respiráramos juntos.
- Gracias Dra- susurró sonriendo.
- Misha- dije, sintiendo como lentamente su respiración se ralentizaba.
- Misha- susurró, regalándome una nueva sonrisa.
Devolví la sonrisa mientras guiñándole el ojo. De reojo observaba los movimientos de su compañero. Nunca apartó la mirada de mí, controlando cada paso. Frunció el ceño ante mis palabras, desaprobando lo que hacía. Tampoco se presentó. "Grosero", pensé al notar cómo se refregaba una y otra vez el cuello con mueca de dolor. Cuando vi que Annon se sentía mejor, descendí y abrí la puerta de su lado del auto, apoyando la rodilla y trepando como antes.
Su cuerpo era más ancho, por lo que el espacio era más reducido, mis senos presionaron su brazo y vi cómo abría desmesuradamente los ojos.
- Déjame verificar si estás bien - murmuré con voz débil y poco habitual en mí.
Extendí mis brazos para examinarlo, él comenzó a articular palabras negativas con la cabeza, pero entonces escuché gritos de una voz conocida, lo que me hizo saltar del vehículo y correr dejándolo con la palabra en la boca. Me aproximé a la camioneta para ver que nuestro amigo ebrio se había despertado y estaba acorralando a Mica contra el vehículo.
Alexander es el futuro alfa de la manada. Criado en una familia con mucho amor, esperaba impaciente la llegada de su persona destinada. Su sueño era convertirse en un gran doctor y ayudar a las personas. La llegada de una joven a su vida lo obliga a cambiar sus planes e irse por un tiempo. Ash es una adolescente nacida en una manada gobernada por Kael, un alfa violento. Creció viendo a su madre ser golpeada continuamente por su padre. Aprendió desde muy pequeña que lo mejor que puede hacer es no hablar. Hasta que un día un hecho la obliga a escapar y conoce a un joven que la trata de forma diferente. Pero cuando pensó que su vida empezaba a mejorar, éste se va y la deja sola. Años después, Alex regresa para reclamar su puesto y lo que le pertenece, pero Ash ha cambiado. Ahora sale de fiestas, consume sustancias y lo peor de todo, está en una relación con Len, un alfa de la manada. Alex busca la forma de acercarse sin entender por qué Ash no siente la conexión entre ellos. Mientras tanto, Iris, una omega, está decidida a ser la Luna de la manada y pondrá obstáculos a su relación, al igual que Len, quien no quiere renunciar a su omega. Después de muchos años, Kael aparecerá con siniestros planes. ¿Podrán Alex y Ash soportar el camino lleno de bombas a punto de explotar en su búsqueda de la felicidad?
Esperando un nuevo comienzo de su vida después de que ella se graduara de la escuela secundaria, estaba lista para volar en el cielo y elevarse hacia su sueño. Pero no sabía que su vida cambiaría al regresar a casa. El mayor evento que le cambió la vida la estaba esperando. Apenas era consciente de que el brazalete que llevaba puesto desde su nacimiento era un signo, que representaba su destino de casarse con un hombre que nunca había conocido. No podía hacer nada más que seguir el acuerdo, porque la vida no estaba dispuesta a perdonarla. Su impotencia no le dejaba otra opción. Pero finalmente, ¡ella decidió renunciar a todo y huir! Y de nuevo, el cielo se burló de ella. Para su sopresa, el supuesto prometido volvió a entrar en su vida. ¿Qué le esperaba en el futuro y hacia dónde la llevaría la vida?
Se suponía que era un matrimonio de conveniencia, pero Carrie cometió el error de enamorarse de Kristopher. Cuando llegó el momento en que más lo necesitaba, su marido estaba en compañía de otra mujer. Carrie ya estaba harta. Decidió divorciarse de Kristopher y seguir adelante con su vida. Sin embargo, solo cuando ella se marchó, Kristopher se dio cuenta de lo importante que era ella para él. Ante los innumerables admiradores de su exesposa, Kristopher le ofreció 20 millones de dólares y le propuso de nuevo: "Casémonos de nuevo".
Riven Adams es fuerte, confiado, amoroso y feroz. Todo lo que una Luna debería ser. Zaden King es fuerte, peligroso y despiadado. Todo lo que un Alfa debería ser. "No juegues con fuego mi amor. Seguro que te quemas". Sabía que sus palabras pretendían ser amenazantes, pero lo tomé como un desafío. Me di la vuelta y pasé mis dedos por su suave cabello, lo jalé hasta el nivel de mis ojos, nuestras caras estaban demasiado cerca, podía sentir su aliento y su intensa mirada en mis labios. "No puedes quemarte si tienes el poder de todo un océano".
Cuando Julianne Smith decidió vengarse de su ex esposo infiel, no pensó que acabaría destrozando el coche de William Covington, un guapo y rudo desconocido de aspecto peligroso y tatuajes por doquier que le promete hacer su vida de cuadritos producto de su error. Esperando no volver a encontrarse, su pequeño hijo llega a casa con su nueva amiga de escuela, sin imaginar ni esperar que aquella niña fuese hija del mismo hombre que le había vuelto la vida un completo caos. Enfrascados en la amistad desbordante de sus hijos, William y Julianne se ven obligados a pasar más tiempo juntos, sin esperar que hubiesen más hilos conectados entre ellos de los que imaginaban, y que los llevarían poco a poco a desarrollar una intensa atracción imposible de evitar, aun cuando eran completamente diferentes.
Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que había estado enamorado de mí durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increíblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidí olvidarme de todo y seguir adelante, descubrí que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".