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Karen Romano es una famosa, elegante y genial diseñadora de modas que ha triunfado en una carrera vertiginosa, al grado de que era una de las mejor pagadas en el mundo del diseño convirtiéndose en multimillonaria por la venta de sus hermosos y atrevidos diseños de ropa para damas y caballeros. Pero en el amor su vida era un completo desastre, se casó muy joven y según ella muy enamorada, pero a solo seis meses de haberse casado su esposo tuvo un accidente trágico. Luego conoció a otro hombre que podría borrar su dolor, pero solo vino para aumentarlo, después de casarse con ella, la engañó con la que creyó ser su mejor amiga dejando su corazón roto y vacío para el amor. Así ella lo había decidido entregando su vida al mundo de la alta costura Farid Haziz, era un millonario comerciante de telas exclusivas que importaba del lejano y cercano oriente, apuesto, sagaz y observador, en una sola palabra un hombre astuto, disfrutaba de la vida en familia, los compromisos serios. Un día su camino se cruzó con el de Karen Romano, al verla por primera vez el amor atravesó su pecho deseando conocerla, pero el camino hacia el maltrecho corazón femenino estaba plagado de espinas y obstáculos que serían un desafío para su paciencia y sagacidad, aunque su sangre morisca lo llevaría de la mano para derretir el frío corazón femenino.
Karem Romano se sentía nostálgica ese día, su mente volaba hacia muchos años atrás, cuando era tan joven, pero estaba muy enamorada y su boda era lo más grandioso para ella, en esa oportunidad.
Se encontraba mirando por el gran ventanal de su apartamento en la quinta avenida de Nueva York hasta allí llegaban sus recuerdos nostálgicos.
En ese tiempo tenía tantos planes y sueños con su futuro esposo, para ella la felicidad era sinónimo de estar enamorada, que tonta.Su sueño dorado de ser amada por el resto de sus días por su príncipe azul, su gran amor había durado muy poco.
A los dos meses, de estar felizmente casada, su esposo resultó fatalmente herido en un accidente automovilístico, del cual no sobrevivió después de luchar por dos días por su vida, la vida de Jeremy terminó para siempre.
Ahí había quedado ella, una viuda jóven y desconsolada, sintiendo no sólo, que su felicidad se volvió trizas, sino que su corazón sufrió por el dolor tan profundo que sentía.
Karem sintió que sus ojos adquirieron un brillo que no le gustaba sentir, era un lágrima que pugnaba por asomarse, lo mejor era dejar la nostalgia atrás y ocuparse de lo que realmente importaba:
Diseñar para hacer dinero.
Hacía mucho había decidido dejar a un lado emociones, pues consideraba que era infantil y que solo llevaban a que perdiera su valioso tiempo, a pesar de que a veces su mente le jugaba malas pasadas como éste día.
Era esta maldita lluvia que la hacía sentir nostalgia, se quitó del ventanal, mejor manos a la obra, sino terminaría rememorando un día peor, el día del funeral de su esposo.
"-Karem, sacude tu cabeza y mejor empieza a crear"- se dijo- deja de pensar en pendejadas.
Ella era una mujer poderosa al quedar viuda, culminó su carrera universitaria para olvidar su dolor, se dedicó de lleno al diseño de modas, concentrándose en crear ropa atrevida y vanguardista.
Esto le hizo subir vertiginosamente en el mundo financiero, siendo ahora una de las diseñadoras mejores pagadas en el mundo de la moda.
Mencionar a Karem Romano era hablar de buen gusto, elegancia, dinero, creatividad y dureza en el mundo social, no se le conocía un romance, muchos se atrevían a decir que era un árbol seco para el amor.
A ella poco le valía los comentarios que se tejían alrededor de ella, sabía lo que era y lo que representaba, no permitía que nadie se le acercara de manera romántica.
No creía en esa fábula de pacotilla, como decía ella, para está mujer el mundo se componía de trabajo creativo para obtener el éxito, lo otro no existía en su lenguaje cotidiano.
La vida le había enseñado que para salir adelante, los hombres solo existían para estorbar la existencia a mujeres como ella, y Karen Romano no estaba dispuesta a dejarse embaucar por ningún hombre que se acercara con intenciones de conquistar el corazón de ella.
Ya una vez después de quedar viuda, creyó que nuevamente se podía dar el lujo de abrir su corazón a una nueva oportunidad romántica, pero esto fue un desastre mayor para su corazón, al descubrir amargamente la peor traición que puede sufrir un ser humano.
Desde ese momento su corazón se secó al amor, si, le gustaba la comparación que se hacía de ella, "soy un árbol seco".
Los hombres sólo estaban para obedecer las órdenes de Karen.
Era una mujer implacable a la hora de buscar un objetivo, se trazaba metas exigentes, y también las imponía para los que trabajaban para ella.
Era de mediana estatura, de líneas muy definidas, rostro ovalado, facciones muy armoniosas, pero su gesto adusto hacía que la gente no se le acercara mucho.
Tenía pocos amigos, de la época de su juventud, sólo conservaba como amiga a su hermana mayor, la única que hasta ahora no le había fallado.
Sus padres eran personas muy exitosas a nivel de negocios, pero no le gustaba depender de ellos y por eso creó su propia empresa de modas que le reportaba al año millones de dólares.
Decidió salir a su lugar de trabajo, su oficina y empresa de diseño estaba relativamente cerca, aunque con el tráfico no se podía calcular muy bien las distancias.
Un gran y hermoso escritorio la esperaba, habían muchas carpetas esperando por la revisión de sus manos, de inmediato comenzó a abrir, necesitaba concentrarse, en especial ese día.
No entendía porque su cabeza le estaba jugando una mala pasada, trayendo recuerdos, que habían estado por años guardados, en lo más recóndito de su memoria.
- «¿Por qué ese día en particular tendría que venir Elsie a su memoria?» Era otra de las preguntas que se hacía Karen.
«Maldita, quien se vendió como su mejor amiga, la había conocido desde la preparatoria, compartieron tantos momentos juntas, para al final salir, con la peor trastada"
Nuevamente sacudió su cabeza, se negaba a recordar estos eventos de su vida que solo habían dejado dolor y desastre a su existencia.
Otro rostro apareció en su memoria y se levantó de un salto enojada, dando un fuerte golpe a la superficie de madera de su escritorio.
«-Karen Romano, tienes prohibido seguir el hilo de los pensamientos que llevas, deja el pasado donde está, muerto y enterrado! ¡Nadie más existe en tu mente, solo tú!»
Ésto se repetía, una y otra vez esta mujer de hierro, no quería sucumbir a sus malditos recuerdos, necesitaba hacer algo y pronto; pulsó el botón solicitando a su asistente, para que se presentara ante ella.
- Dígame señora Romano- dijo la chica.
- ¡Ven acá de inmediato!- dijo Karen con voz áspera.
- Voy señora- dijo la muchacha con voz nerviosa.
Sabía que cuando hablaba de ésta manera estaba enojada por algo, unos minutos después estaba al frente de la temida mujer.
- Necesito saber si ya confirmaste la reunión de hoy o aún lo estás pensando. - dijo Karen con énfasis.
- Señora Romano, casualmente cuando me llamó acababa de terminar la llamada,- a las dos de la tarde está pautada la reunión y todos han confirmado su asistencia.
-Excelente- dijo ella complacida- me estoy durmiendo y necesito despertar, tráeme un café muy cargado.
- Sí señora - dijo la chica.
Iba a salir cuando se volvió y dijo:
- Señora hay un invitado de último momento- dijo la asistente.
Karen arrugó el entrecejo y dijo:
- ¿De quién se trata?- preguntó ella.
- Es el dueño de los textiles "TEXCO" una de las mayores empresas textiles del mercado de la moda, se llama Farid Aziz- dijo la chica- no sé si lo conoce.
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