/0/10304/coverbig.jpg?v=20250115133808)
Esta historia se desarrolla en la Inglaterra del siglo XIX, específicamente en Londres, en la corte inglesa, donde se encuentra el tercer Duque de Wellington, hijo mayor de los Archiduques imperiales y sobrino del Rey de Inglaterra, llamado Adler Remington. Este hombre fue víctima de un engaño muy bien elaborado, el cual le hizo creer que su esposa le fue infiel con un Noble de inferior rango, lo que trajo como consecuencia, que él exiliara y humillara a su ex esposa, la ex Duquesa de Wellington Giorgiana Cavendish, la cual fue desterrada junto a su familia, a las tierras altas escocesas. Estando en este lugar, Giorgiana fue destrozada en lo más profundo de su corazón, debido a un abuso sexual al que fue victima, durante su exilio, hecho que sumergió su existencia en el más absoluto dolor y resentimiento, ante quienes le desgarraron la vida de una forma muy despiadada, pero sobre todo, que la llenó de un profundo miedo y una mortal desconfianza. Sin embargo, un año después de este terrible suceso, el Duque de Wellington se da cuenta que la mujer que aún ama, es completamente inocente de todos los delitos, por los que fue condenada, por lo que Adler Remington no sólo tendrá que demostrarle a Giorgiana lo arrepentido que está, por no haber confiado lo suficiente en ella, sino que además, él deberá trabajar arduamente, para ganarse de nuevo, no sólo su confianza, sino también su perdón, el cual es de vital importancia, para que Giorgiana pueda deshacerse del miedo en el que se encuentra, desde ese fatídico día, en el que por culpa del desgarrador abuso sexual que ella sufrió, su confianza en sí misma y en las demás personas, fue derrumbada por completo, sumiendo su existencia, en la más densa tiniebla. Sin embargo, para Giorgiana no será sencillo, volver a confiar en sí misma y en su ex esposo Adler, pues, a ella le costará lo indecible, perdonar al hombre que juró un día ante un altar, amarla por siempre y protegerla con su vida si era necesario; pero que terminó despreciándola de la peor manera, por un delito que ella nunca cometió; convirtiéndola en una mujer llena de miedo y de desconfianza, hacia sí misma, hacia el mundo entero, pero sobre todo, hacia el Duque de Wellington, quien fuese el gran amor de su vida. ¿Logrará Adler Remington alcanzar el perdón de la mujer que aún ama? ¿Logrará Giorgiana Cavendish recuperar la confianza en sí misma y en su ex esposo? ¿Qué tendrá que hacer Adler para demostrarle a Giorgiana, lo arrepentido que está? ¿Podrán ambos darle una segunda oportunidad a su amor?
Adler Remington, tercer Duque de Wellington, Marqués de Oxford y Barón de Netherfield, llevaba más dos horas encerrado en su despacho. Con la mirada fija en el fuego de su chimenea, pensaba en lo imbécil que había sido, al no haberse dado cuenta del cruel engaño del que había sido víctima y por el que había hecho tanto daño a la única persona que pudo ver en él, algo más que sus títulos nobiliarios o la aristocracia que llevaba en la sangre.
Se cubrió el rostro con pesar, al comprender que gracias a las dudas y la desconfianza que sembraron en él y a las perversas mentiras que lanzaron en contra de quien, ahora reconocía, era la única mujer que verdaderamente amaba, le arruinó la vida al único ser que vio al hombre que se esconde detrás de tanto lujo, prestigio y dinero; al verdadero Adler, o como ella siempre le decía, "Su amado y dulce corazón".
Aún no podía creer como él, siendo un hombre de treinta años, con tres de los títulos nobiliarios más importantes de toda Inglaterra, los cuales había llevado de manera excepcional, ganándose así el honor de muchos nobles, (incluido, el de su propio tío, el mismísimo Rey de Inglaterra, quien lo quería como a un hijo), hubiese caído en esa trampa tan bien elaborada de una manera tan tonta. Se sentía sumamente culpable y profundamente avergonzado.
¿Algún día podrás perdonarme por haber destruido nuestro paraíso, amor mío? ─susurró al vacío.
Highlands, Escocia.
Giorgiana Cavendish estaba sentada bajo la sombra de un árbol frondoso, situado cerca de la humilde casa en la que vivía junto a su familia, dos años atrás, cuando decidieron apartarla de la vida en su amada Inglaterra y residenciarla en tierras escocesas, el lugar al que fue exiliada de forma tan cruel.
Llevaba dos horas con la mirada fija al frente, recordando lo feliz que fue durante aquellos tres años, al lado del único hombre al que amó de una manera profunda y real. Un hombre por el que estuvo dispuesta a renunciar a su propia vida para llegar a ser lo que todos esperaban de ella, en vista del título que, al casarse con él, ella poseería. Y lo hizo con todo el gusto, porque realmente ella lo amaba y solo quería que él se sintiera orgulloso de haberla hecho su esposa y su Duquesa.
Aún recordaba con algo de gracia las interminables clases de etiqueta, buenos modales y genealogía aristocrática, de la familia del que en ese momento fuese su futuro esposo. Clases que debía tomar a diario, a fin de ser digna de llevar los títulos nobiliarios que durante tres años le pertenecieron: Duquesa de Wellington, Marquesa de Oxford y Baronesa de Netherfield.
Sin embargo, el título que ella más ostentaba era el de ser la esposa del hombre al que le entregó su vida entera. El hombre que terminó destrozando su corazón y el paraíso que ambos habían construido a base de comprensión, comunicación y amor mutuo, o eso creía ella, hasta que, por una malintencionada trampa puesta en su contra, el hombre que ella consideraba un ángel, se convirtió en un verdadero demonio, destruyéndole la vida entera, no solo a ella, sino también a toda su familia.
¿Por qué no pudiste confiar en lo profundo de mi amor por ti? ¿Por qué no creíste en mí? ─susurró ella con voz apesadumbrada al vacío ─¿Algún día lograré olvidar y perdonar todo el daño que me hiciste, Adler?
Wellington Hall, Inglaterra.
El Duque de Wellington llevaba ya cinco horas encerrado en el despacho de su residencia principal, consumiéndose el cerebro, pensando de qué manera podría volver a hablar con su ex esposa y pedirle perdón, tras haberla humillado y exiliado lejos de Inglaterra, a ella y a su familia, despojándolos de todo lo que tenían. Y todo, ¿por qué? Por haberse dejado llevar por su estúpida impulsividad; impulsividad que, en ese momento, lo tenía sumido en el peor de los arrepentimientos y la más desgarradora angustia.
De repente, escuchó unos toques a la puerta y al dar la autorización de entrada, ingresó al despacho uno de sus mejores amigos, Ian Gacy, Duque de Norfolk.
─Adler, ¿qué ocurre? ¿Por qué estás encerrado aquí desde hace cinco horas? ─Preguntó Ian -¿Por qué estás bebiendo tan temprano?
─¿Cómo supiste que estaba encerrado aquí? ─preguntó el Duque desde la ventana, con la mirada fija en los jardines de su palacio─ ¿Quién te lo dijo?
─Todo el personal está preocupado por ti. De hecho, era tanta la angustia del señor Thompson, que no dudó en enviarme una nota en la que decía que me necesitabas con urgencia; y al ver tu estado, veo que no se equivocó. ¿Qué es lo que está pasando? ─le dijo Ian.
─Veo que mi mayordomo me conoce mejor que yo mismo. ¿Sabes? Una de las cosas que más me gustaba cuando Gigi era mi esposa, era cuando yo la veía en el jardín desde este mismo lugar, y ella levantaba la vista y me miraba sonriéndome dulcemente. Te puedo jurar que, con cada sonrisa que ella me obsequiaba, también me regalaba vida y alegría. Estando con ella fui verdaderamente feliz, ya que su optimismo definitivamente me envolvió ─afirmó el Duque de Wellington.
─Y me consta, porque cuando Giorgiana estaba aquí, su alegría era tan contagiosa, que todo Wellington Hall, quedó inundado de sus risas. ¿Pensar en esto es lo que te tiene en ese estado? ¿Pensar en ella cuando vivía aquí es lo que te entristece? ─le dijo el Duque de Norfolk.
─No, al contrario. Ese es uno de los recuerdos que siempre atesoraré en mi corazón ─dijo Adler Remington.
─Entonces, ¿Qué es lo que sucede? ─preguntó Lord Norfolk.
─Me tendieron una trampa Ian, eso sucede. Me hicieron creer que Giorgiana me había sido infiel con Axel Fersen, que ella solo se casó conmigo para obtener una alta posición en la aristocracia inglesa, y de esta manera, robarme todo el dinero, para irse con su amante, el Conde Fersen ─dijo el Duque de Wellington ─y eso nunca fue verdad.
─Pero si desde el principio te dije que eso era una perversa mentira y no quisiste escuchar. ¿Por qué estás tan convencido ahora de que no es como tú creías? ¿Por qué ahora estás tan seguro de la inocencia de Giorgiana Cavendish? ─le preguntó Lord Norfolk.
─Quizás mi corazón nunca creyó que Gigi era culpable. Pero mis celos y creer que ella me había traicionado, nublaron mi razón y mi buen juicio ─contestó Adler.
─Amigo, te advertí tantas veces que no actuaras movido por la rabia, porque te ibas arrepentir, pues yo sé lo impulsivo que tú eres. Pero supongo que en este momento habrá ocurrido algo que terminó convenciéndote de la inocencia de Gigi, ¿O me equivoco? ─dijo Ian, apesadumbrado por ver a su amigo tan afligido.
─No, no te equivocas. Mira esto... –le dijo Adler entregándole la misma carpeta que él había recibido horas antes. "¿Ahora entiendes el motivo de mi angustia?" ─le preguntó a su amigo, que tenía los ojos abiertos del asombro, mientras leía los documentos que contenía la carpeta. Después de unos minutos de silencio, Adler continuó al decir:
─No sólo acusé falsamente de adulterio y robo a la mujer que amo, sino que la humillé completamente, tanto en privado como delante de todos. Y, no conforme con eso, la exilié lejos de Inglaterra, despojándola de absolutamente todo. ¡Y ella nunca hizo nada reprochable! Ahora ella está muy enferma. Yo, que tanto prometí protegerla de todo y de todos, fui el que le causó el peor de los daños. Soy un monstruo. ─Y diciendo esto, Adler se cubrió el rostro con sus manos, en señal de derrota.
─No sigas flagelándote con algo que ya ocurrió y que no puedes deshacer, la pregunta ahora es, ¿qué piensas hacer? Porque si Giorgiana está tan enferma como este informe dice, debería regresar a Inglaterra de inmediato ─dijo Ian.
─Lo sé. Sin embargo, ¿Qué hago para que me escuche, al ser yo la persona que más debe odiar en la vida? ─preguntó el Duque de Wellington, mientras un par de lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
El empresario Park Kyong, lo perdió todo por culpa de personas inescrupulosas, que no conforme con acusarlo de corrupción, se encargaron de que fuera a prisión, durante 5 años, por lo que, una vez puesto en libertad, este hombre sediento de venganza, cometerá el peor error de su vida, al utilizar a un ser inocente en sus planes de revancha, sin contar que él terminaría perdidamente enamorado, de la mujer a la que hará mucho daño y que lo odia con todo su corazón.
"Tú necesitas una novia y yo un novio. ¿Por qué no nos casamos?". Abandonados ambos en el altar, Elyse decidió casarse con el desconocido discapacitado del local de al lado. Compadecida de su estado, la chica prometió mimarlo una vez casados, pero no sabía que en realidad era un poderoso magnate. Jayden pensaba que Elyse se había casado con él solo por su dinero, por eso planeaba divorciarse cuando ya no le fuera útil. Sin embargo, tras convertirse en su marido, él se enfrentó a un nuevo dilema: "Ella sigue pidiéndome el divorcio, ¡pero yo no quiero! ¿Qué debo hacer?".
Durante dos años, Bryan solo vio a Eileen como asistente. Ella necesitaba dinero para el tratamiento de su madre, y él pensó que ella nunca se iría por eso. A él le pareció justo ofrecerle ayuda económica a cambio de sexo. Sin embargo, Bryan no esperaba enamorarse de ella. Eileen se enfrentó a él: "¿Amas a otra persona y siempre te acuestas conmigo? Eres despreciable". En cuanto ella firmó los papeles del divorcio, él se dio cuenta de que era la misteriosa esposa con la que se había casado seis años atrás. Decidido a recuperarla, Bryan la colmó de afecto. Cuando otros se burlaban de sus orígenes, él le dio toda su riqueza, feliz de ser el marido que la apoyaba. Eileen, que ahora era una célebre CEO, lo tenía todo, pero Bryan se encontró perdido en otro torbellino...
El día de su aniversario de boda, la amante de Joshua drogó a Alicia, que acabó en la cama de un desconocido. En una noche, Alicia perdió su inocencia, mientras la amante de Joshua llevaba a su hijo en el vientre. Desconsolada y humillada, Alicia pidió el divorcio, pero Joshua lo consideró una rabieta más. Cuando finalmente se separaron, ella se convirtió en una artista de renombre, admirada por todos. Consumido por el remordimiento, Joshua se acercó a su puerta con la esperanza de reconciliarse, solo para encontrarla en brazos de un poderoso magnate. "Saluda a tu cuñada", dijo este.
Ethan siempre consideró a Nyla una mentirosa, mientras que ella lo veía a él distante e insensible. Nyla había acariciado la idea de que Ethan la quería, pero se sintió fríamente rechazada cuando se dio cuenta de que su lugar en el corazón de él era insignificante. Como ya no podía soportar su frialdad, dio un paso atrás, solo para que él cambiara inesperadamente de actitud. Ella le desafió: "Si confías tan poco en mí, ¿por qué me tienes cerca?". Ethan, que antes se había comportado con orgullo, ahora estaba ante ella y le suplicó desesperado: "Nyla, he cometido errores. Por favor, no te alejes de mí".
Clarissa Chapman, un día, al entregar preservativos a una habitación de hotel, descubrió que su cliente era su... ¿prometido? ¡Atrapó a su prometido y media hermana en la cama! ¡Solo entonces Clarissa se dio cuenta de que su novio de seis años la había engañado! ¿Qué es más ridículo? Su padre dijo que era porque ella no era atractiva y su hermana lo merecía más. Dejó a su prometido idiota, ¡se encontró con su Sr. Correcto en una aventura de una noche! Espera... ¿por qué este hombre se veía exactamente parecido al CEO multimillonario - Anderson Jordan en la televisión? Anderson era de muchas cosas, guapo, considerado y leal. Nunca imaginó que un apuesto como Anderson se enamoraría de ella, hasta ese día... Su familia de pesadilla la encontró, tratando de arrastrarla al pasado miserable... otra vez...
Paola Fischer vive un matrimonio aparentemente feliz hasta el día en que, al regresar a casa, encuentra a su esposo, Lucas Hotman, en la cama con su secretaria, Rose Evans. La traición la deja destrozada, y, sin saber cómo enfrentar el dolor, se marcha de su hogar. Esa noche, en un bar, conoce a un enigmático desconocido que le ofrece una compañía inesperada. Buscando escapar de su desilusión, Paola se entrega a una noche de pasión con él, dejando que el dolor de su traición se diluya en la intimidad. Al día siguiente, trata de seguir adelante, pero pronto se enfrenta a una sorpresa que cambia el curso de su vida: está embarazada, y el padre no es Lucas, sino aquel hombre al que apenas conoció.