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Enséñame Pecando

Enséñame Pecando

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1 Capítulo
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Michí piensa que es una frustración ser virgen. Pero aunque deseo quitársela de una vez por todas, ella no puede. ¿Por qué? Éso es muy fácil. Ella no siente atracción por cualquier chico, es más no puede sentir líbido suficiente. Es cómo si solo esperará por el indicado. Sin embargo, ella no desea a cualquier chico. Ella desea que el indicado verdadero la haga arder en deseo y que se le dilaten las pupilas con solo verlo. Qué con un toque suyo, sea capaz de estremecer todo su cuerpo... Preguntarás, con lo pervertida y mente sucia que tiene, ¿Ya ha podido encontrar a ese alguien? Pues la verdad es que no. Por eso, Michí piensa que está realmente jodida porque su cuerpo no colabora con sus deseos más primitivos. Lo que Michí no sabe es que en este último año en Royal Diamond, todo va a cambiar. Y un nuevo hombre está a punto de llegar y le hará tener todo lo que ella desea, para su mala suerte, ése hombre no es cualquier persona, es alguien prohibido, alguien que no debe de mirar. Es alguien siete años mayor. Es su maestro: Dylan Colton.

Capítulo 1 Adicta a un solo hombre

MICHI

Penes; una palabra. Tantas variedades; Largas, chicas, grandes, pequeñas, gruesas, delgadas...

O al menos eso me han dicho, no podía tener la certeza de que eso era cierto, ya que no había visto ninguna en vivo y en directo. O simplemente era marketing. Porque si éramos sinceras la porno no contaba, ¿o si? Bueno, no lo sé. Lo que si sabía era que quería experimentar todo eso que Jacky, una de mis mejores amigas, tanto mencionaba cuando tenía oportunidad de decirlo. Saber el verdadero significado del placer mismo. Y aunque deseaba tanto quitarme la sed, simplemente no podía. ¿Cómo era posible? Habiendo tanto hombre fácil y dispuesto a tomar esa pequeña flor desprotegida y hermosa. ¿Cómo es que seguía siendo virgen a mis dieciocho años? Eso era fácil. Deseaba lo que toda chica con hormonas alborotadas ansiaba.

Buscaba fuego.

No deseaba cualquier chico o cualquier pene, deseaba un hombre capaz de hacerme suplicar por una caricia, deseaba temblar de deseo por una simple caricia. Quería que mi primera vez fuera pasional.

Quería ser adicta a un solo hombre. A mí hombre. Quería decir orgullosa que mi amante me había follado bien, estupendamente. Cualquier maldito adjetivo que indicará que estaba saciada.

En síntesis, estaba en busca de mi único hombre. Y eso era complicado cuando me la vivía rodeada de idiotas descerebrados. No quería decir con esto que no había chicos sexis en mi colegio, ¡pues claro que los había! Pero ninguno que me lleve a la libido que deseaba. Ni siquiera Julián, el chico más sexy de Royal Diamonds. Y aunque ese bombón estaba como quería, realmente no podía tocarlo ni mirarlo de forma lasciva, ya que era el hombre de Johana, otra de mis mejores amigas, una chica con el cabello oscuro y con los ojos grises más lindos que había visto en mi vida. No era tampoco sorpresa que Julián estuviera embobado por mi amiga. Por la atracción mutua que existía y por mi lealtad a Johana, había dejado a Julián fuera de las ligas. No obstante, ellos no sabían eso y me encantaba molestar a esa pareja en singular todo el tiempo y dándole a entender que estaba interesada en el rubio. Era divertido ver a Johana celosa y Julián intentando rechazarme para que mi amiga no se molestará con él.

En fin, volviendo a mí, ya que lo de ellos era otra historia...decía que necesitaba un pene. Con urgencia.

Pero que lastimosamente estaba en celibato forzado, ya que mi hombre no había llegado a mi vida, no había visto a nadie que me hiciera sentir, aunque sea una minúscula pizca de deseo. Era como si la chica de allá abajo estuviera dormida todo el tiempo

Así que podía ver, pero no sentía nada.

—Dámelo pronto—miré a la luna, queriendo sobornarla con algo para que me dijera dónde tenía escondido a mi hombre. No hubo respuesta a mi plegaria interna. La maldita luna se guardó el secreto mientras me miraba desde su trono toda sonriente.

—¿Tengo que llamar al manicomio? —Ryan se sentó en una de las sillas a mi lado y me tiró una soda—. Parece que cada vez que vuelvo a casa te encuentro mas loca. ¿Ahora hablas sola? Estoy empezando a asustarme, hermanita.

No lo miré, solo saqué mi brazo para que pudiera ver mi dedo de en medio.

Ryan se echó a reír.

—¿Cómo está Yramaika? —abrí la soda, empecé a tomarla—. ¿Ya se dio cuenta que eres un imbécil y ha decidido dejarte?

—Eres tan graciosa—simuló una risa, y me miró con irritación—. Pero no, no me ha dejado. Y tampoco lo hará.

—¿Por qué no? Es obvio que hay chicos más guapos en tu facultad y ella es preciosa. Cualquier chico desearía verte caer. Y creo que ya pronto lo vas a hacer.

Mi hermano me sacó el dedo de en medio.

—Ahora estamos a mano—me reí a carcajadas por su reacción. En ocasiones como está, me alegraba de estar soltera. Si algo sabía de mi hermano era que su novia era su punto más débil. La chica era preciosa con su tez brillante y color obsidiana. Y por si no fuera suficiente, la chica era divertida y muy simpática. Realmente no sabía que hacia ella con el idiota de mi hermano. Digo ¿Acaso no tenía ojos? Era horrendo. Bueno no. Pero la chica fácilmente podía conseguir a quién deseara, incluso al hijo del presidente de alguna nación. Era maldito diamante.

Suponía que por eso mi hermano no había sido tan estúpido para terminarla, y eso que ya había cumplido una semana con ella. Era la relación más larga que había tenido Ryan. Un poco más y estaba seguro que iba a escuchar campanadas de iglesia en el futuro. Eso claro, si es que mi hermano no aburría a Yramaika.

—¿Realmente crees que soy tan imbécil?

—Si—no lo dude ni un segundo en responder.

Mi hermano me miró irritado.

—Estoy hablando en serio. ¿Piensas que mi novia podría terminar conmigo?

Me enderece en mi silla, mirando a Ryan con expresión sería.

—No lo creo, estoy segura.

Todo el color se evaporó del rostro de mi hermano, y eso era gracioso ya que siempre vivía con las mejillas enrojecidas.

Me eché a reír y caí a la silla, tomando mi estómago por el ataque de risa.

—Eres una idiota—me lanzó una almohada y cuando no estuvo contento, continuó con otra.

Tuve devolverle el ataque. Y fue de esa manera que terminamos en una guerra de almohadas y que terminamos en la piscina cuando lo empujé por no acepté mi derrota. No obstante, mi hermano había tomado mi brazo cayendo juntos al agua. Idiota.

—Estoy bromeando, Ryan—comenté sonriente mientras me sentaba en la orilla de la piscina y empecé a exprimir mi cabello, volviendo a la conversación anterior—. Se nota que Yramaika te quiere mucho.

—¿De verdad lo crees? —Ryan se oía preocupado, casi temeroso.

Incliné mi rostro sorprendida de ver su vulnerabilidad. Realmente le gustaba esa chica. Había pensado que no era tan así. Ahora veía que estaba equivocada. Fue extraño ver a mi hermano enganchado a una chica.

—Si. Solo no lo arruines. Es la única que me ha caído bien de todas las que me has presentado—respondí seria.

—No pienso hacerlo—aseguró.

Suficiente de charla seria y deprimente.

—Eso es bueno, así no tendrá que encontrar otros brazos que la consuelen cuando tú decidas romperle el corazón—me levanté y sonreí con diversión.

Ryan me miró con irritación.

—No habrá otros brazos.

Coloqué mis manos en mi cintura y miré desde mi altura a mi hermano que todavía se encontraba en la piscina.

—Estas horrible, Ryan, ¿Realmente dime en serio como rayos le hiciste para que Yramaika te haga caso?

Empezó a salir de la piscina.

—¡Que no estoy horrible!

—Lo eres, tienes que aceptarlo.

—¡Te matare, Michí!

—¿Sólo por decir la verdad? —volví a bromear, no pude soportarlo más, empecé a reír y decidí correr cuando lo vi salir de la piscina y empezar a perseguirme.

—Debería de jubilarse—comentó Johana, mirando a la miss Ruiz dormitándose en su escritorio. Otra vez—. Quiero entenderlo, pero realmente no puedo. ¿Por qué le permiten continuar aquí? Es evidente de que ya se está sobre limitando. ¿Es siquiera recomendable para su salud?

—Podrías hablar con tu madre si así lo deseas—comenté indiferente. En realidad, no me importaba demasiado. Me permitía usar el tiempo de la clase para terminar otros proyectos. Así que era más un beneficio que algo malo. Aunque entendía la preocupación de Johana, algunos chicos de la escuela podían ser imbéciles y tendían hacerle bromas pesadas a la profesora. Se estaba volviendo molesto. Ella no era mala, era solo que ya estaba demasiado grande. Y tendía dormirse en momento esporádicos del día. Lo que resultaba divertido para los demás. Pero no dejaba de ser una situación alarmante para ella.

—Lo hice después de la última broma que hizo Sergio—comentó Johana todavía enojada por lo que había hecho Guerrero. Él había esperado el momento en que la profesora se había dormitado y tiró con fuerza unos platillos que usaba la banda del departamento de música. La miss Ruiz se había despertado sobresaltada y con el corazón latiendo a mil por horas. Todos se rieron, excepto Mayte, quien fue la presenció la escena. Y nuestra amiga actuó en consecuencia.

El director suspendió a Sergio por tres días. Sin embargo, eso no dejaba que había sido una situación que pudo terminar mal.

—¿Y qué te ha dicho? —pregunté de vuelta.

—Habló con el director. Estuvo de acuerdo con mi madre.

Asentí, aunque no estaba feliz con la situación. Pero era lo mejor. Alcé la vista cuando escuché que Karina hablaba a la profesora de manera insistente. La profesora se enderezó rápidamente, asustada. Su expresión se volvió avergonzada cuando se dio cuenta que todos en el salón la estaba observando.

Miss Ruiz se levantó de la silla, y puso una expresión seria. Resignada.

—Jóvenes, tengo una noticia que dar—empezó a alzar su voz, aunque no era necesario, todos le estaban poniendo atención y era la única que hablaba—. Ayer el director habló conmigo en privado. Y me ha comunicado que la sociedad de padres ya no está conforme con mi trabajo...—todos voltearon a ver a Johana, sabían que su madre era la voz de sociedad de padres, no obstante, no hubo juicios de parte de los demás, solo había agradecimiento. Lo que indicaban que no solamente éramos las únicas consientes de la situación de Miss Ruiz—. Así que quiero que sepan que, aunque adoro trabajar con ustedes, y que amo mi trabajo, yo ya no puedo continuar ejerciendo.

—Pero, ¿y quién continuará con el curso? —preguntó Karina.

Miss Ruiz sonrió, y en su rostro se veía el cansancio.

—Es un hombre que está lleno de energía y que estoy segura que les dará mejores herramientas de futuro de lo que yo podría haberles dado.

—¿Un hombre? ¿Y es guapo? —volvió a preguntar la chica.

La Miss Ruiz soltó una risita.

—No lo conozco. Pero me han dado buenas referencias sobre él—sonrió—, no se preocupen, estarán en buenas manos.

Con las palabras de Miss Ruiz todas se desilusionaron. Bienvenidas a mi mundo, señoritas. La clase no tardó en terminar. Y todos empezaron a salir del aula, no obstante, Johana me pidió que esperará por ella.

Lo hice. Y mientras esperaba afuera, pude escuchar como mi amiga se disculpaba con Miss Ruiz. La anciana por su parte le dijo que no debía de disculparse que entendía las razones y que le deseaba éxito en su futuro.

Johana agradeció y se despidió abrazando a Miss Ruiz.

Me despegué de la pared cuando la vi caminar a la puerta.

—Fue bueno estar en sus clases, Miss Ruiz—comenté en cuanto estuvo enfrente de mí. La sonrisa de Miss Ruiz se hizo grande.

—Igualmente, Michí. Por favor te pido que seas de ayuda al profesor Coltón. Es la primera vez que ejerce como profesor y me preocupa lo perdido que estaré.

—No se preocupe, estaré para lo que necesité.

Miss Ruiz se acercó y me abrazó. Le devolvió el abrazo. Aunque no duro demasiado, teníamos la siguiente clase. La despedida fue corta y significativa.

Y me prometí ser el soporte del profesor Coltón.

Las palabras de Miss Ruiz estuvieron rondando mi cabeza. ¿Era la primera vez que iba a ser maestro el tal Coltón? ¿Eso significaba que era joven o que nunca lo había hecho en realidad y era un viejo asqueroso y barrigón? ¿Sería amable o sería un total imbécil? Lo que sea que fuera, solo esperaba que no hiciera difícil la convivencia entre ambos. O incomoda.

—Pon atención a la clase—indicó Albi detrás de mí. Solo asentí. Aunque en realidad mi atención estaba en la visión que estaba afuera de la ventana, a unos metros se podía ver a los chicos del equipo de futbol practicando. Podía distinguir la figura de Julián, Connor, e incluso de Drake Montgomery, quien era el más alto de los tres. Suspiré, aunque no sentía nada por ninguno de los tres. Al principio había pensado que por ser los más guapos de Royal Diamonds mi cuerpo iba a sentir alguna reacción. Pero no, nada de nada.

Así que gravité por los demás chicos del colegio. Buscando. Pero con cada intentó me sentía más frustrada. Porque a Michina, como había decido llamarle a mi chica de allá abajo, simplemente no reaccionaba a ningún chico. Era sequedad total. Si era honesta conmigo misma, empecé a creer que era la del problema. ¿Por qué nadie podía hacerme estremecer con solo una mirada? ¿Qué había mal en mi cuerpo que no reaccionaba como debía? Era frustrante.

Mi celular vibró en mi bolsillo. Echando una mirada al profesor Cortez para evitar ser descubierta, revisé que mensaje me había llegado. Pero tan pronto revisé de quien se trataba me arrepentí horriblemente. "¿Cuánto más piensas hacerme la ley de hielo?", decía el texto. Apreté los dientes.

Bloqueé el número. No entendía cuántas veces tenía que darle a entender a mi padre que no me interesaba hablar con él y su mierda. Pensé que era inteligente y había captado que estaba fuera de mi vida para siempre. Pero al parecer, no solamente era un marido infiel y sinvergüenza, también era estúpido. Todo buen humor se diluyó en un segundo.

Ahora no podía evitar querer irme de la clase. No obstante, soporte hasta el final, y cuando tocó el timbre, salí de mi asiento como si quemará. Albi me llamó detrás de mí. Pero no quería transmitir mi molestia a nadie, quería estar sola y sacar la rabia que tenía adentro. No obstante, tampoco podía ser mala amiga. Me detuve en medio del pasillo y giré mi rostro para ver a la morena.

—¿Les puedes decir a Joha que llegaré más tarde de lo acostumbrado?

—Claro—respondió Albina, aunque podía notar en su expresión que quería preguntarme que sucedía. Pero no presionó. Adora a la chica por eso—. Pero ¿está todo bien?

—Algo. Solo un poco mal—contesté solamente. No quería mentirle.

—Está bien. Solo ten cuidado.

Sonreí.

—Siempre tengo cuidado. Nos vemos al rato—no pude oír que decía, rápidamente me escapé de ella, de la escuela, de todos. Solo quería distraerme con algo. Lo que sea que pudiera sacar la ira.

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Recién lanzado: Capítulo 1 Adicta a un solo hombre   04-27 05:24
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